Guillermo Coppola (75) es un hombre de mundo. Un hombre que las vio todas. ¿Y en qué lugar cita a GENTE un hombre así? En la coqueta Mansión del Four Seasons, en pleno Recoleta y con todo el marco europeo que la caracteriza.
Para esta ocasión, Guillermo apostó a un look total black compuesto por una campera deportiva con puños, remera de escote redondo, pantalón recto, mocasines Gucci y accesorios a tono. Lo que contrasta con su outfit es su clásica melena y su radiante sonrisa –que, desde el instante en que nos saluda, jamás abandonará su rostro–.
El encuentro comienza con una sesión de fotos en el jardín y rápidamente descubrimos que tiene algunas poses que llevan décadas acompañándolo. Una de las que más le divierte, indudablemente, es la que lo muestra con los puños hacia adelante, listo para enfrentar la próxima batalla. Debemos avisarle que hoy se enfrentará a un desafío amigable.
La previa
–Guillermo, ¿usted se considera un gran contador de historias?
–La gente dice que soy un gran narrador, y yo siento que se me es fácil porque son historias vividas.
–¿A Diego (Maradona) le gustaba mucho escucharlo?
–Mirá, una de las últimas cosas que me hizo feliz fue un encuentro en la cancha de Quilmes, un partido de la Copa Argentina, donde él se sentó en una oficinita que estaba cerca del vestuario y llamó a todo el equipo de Gimnasia, incluyendo a los jugadores, y me decía "Guille, ¡contales tal!", "Guille, ¡contales tal otra!". O sea que él disfrutaba.
El desafío
–¿Se anima a contarnos las historias favoritas de Maradona?
–Bueno, nosotros teníamos algunas que se podían contar y otras que no, y a él generalmente le gustaban las que no se podían contar (Risas), donde había personajes que por ahí yo no nombraría porque... A ver, digamos que él y yo siempre mantuvimos las puertas abiertas, me refiero a que nunca escondimos nuestras cosas, pero había gente que por ahí tenía la necesidad de no ser expuesta. Sí te puedo contar que a él le gustaban más que nada las historias de viajes: la de la visita a la reina de Inglaterra en el Palacio de Buckingham, el cuento del Papa Juan Pablo II que tuvo un viaje y una llegada accidentada, y un par más.
–Estamos listos para escuchar las dos historias que más lo hacían sonreír.
–¡Miren que son largas!
–Adelante.
Qué pensó Diego Maradona el día que conoció a la reina de Inglaterra
"A Diego lo invitaron a Inglaterra por el aniversario del fútbol inglés y nos recibió la reina Isabel II en el palacio de Buckingham. Yo me sentía totalmente extasiado por el lugar en el que estábamos. De hecho, cuando terminamos yo me quedé mirando dónde estaba y recordando dónde había nacido, y disfrutaba. No podía creerlo. Porque lo mío siempre había sido ver todo de afuera como un turista más, y ahí me encontraba adentro del Palacio y con la reina y su hijo... pero Diego de repente me dijo: '¡Coppola!'", y cuando me decía Coppola era porque estaba enojado...", arranca recordando el encuentro.
"Lo miré y le pregunté qué le pasaba. A lo que Diego me dice 'Decile a este narigón que me saque la noma (mano al revés) del hombro'. El narigón es el actual rey de Inglaterra, Carlos. Así que yo, en inglés, le dije 'Sorry Charles', y me lo traje a Diego para donde yo estaba. Entonces él me reta. Me dice: 'Estás boludeando'. Todo esto mientras la reina se iba –chuequita la reina– con sus zapatitos", describe evocando la imagen.
"Lo agarro a Diego y le remarco 'la reina de Inglaterra, la historia, ¡mirá dónde estamos!', a lo que él me responde 'Vos sos un boludo importante... ¿¡¿No viste todos los fotógrafos que hay?!?'. Le respondo que sí, qué cuál es, que ya todo el mundo sabía que estábamos ahí".
Tras un suspenso, llega el remate de la historia: "Entonces Diego me mira y me dice 'El príncipe que me tiene abrazado es el hermano de Andrés, el hombre que en la guerra de las Malvinas vino con el buque tal y nos hundió'. O sea, ¡mirá vos dónde estaba ubicado él! Yo estaba disfrutando a lo grande de esa visita y él estaba pensando en lo que habíamos vivido en el 82' y en cómo lo iban a tomar en la Argentina... Él, en ese momento, lo sintió. Por eso le gustaba que yo contara esa historia, porque demostraba su patriotismo".
La historia de "Fidel Castro y la tapa de inodoro"
"Un día Fidel Castro estaba enojado con él y empezó a subir la escalera hacía el cuarto de Diego. Era muy tarde en la mañana y Diego no me escuchaba porque estaba con la música muy fuerte. Hasta que yo le silbo a Diego, hago un silbido muy nuestro, se baja la música y sale Diego con un aro de inodoro de collar... El comandante en la escalera lo mira, me mira, y Diego exclama: 'Comandante, este es un regalo para usted'. ¡¡¡Le regalaba el aro de la tapa del inodoro!!!", expresa Coppola moviendo las manos con la desesperación de aquellos momentos.
"Yo pensé 'le di una pastilla equivocada, no era el remedio que tenía que tomar'. Sólo pensaba en qué le podía pasar por esa cabeza para darle la tapa del inodoro"...", describe con desesperación y continúa la historia: "Cinco segundo después –que fueron eternos–, saca la tapa y muestra que prolijamente pegada dentro está la foto de George Bush. Entonces le dice 'Comandante, para que cada vez que la use se la dedique'. Se vino un aplauso del comandante, risas y carcajadas, y yo sólo quería preguntarle a Diego cuándo había hecho eso. Resultó ser que había sido hace dos meses y que la tenía guardada en su habitación porque sabía que iba a haber un momento así".
Una dupla fuera de serie
Delante del lente de GENTE, Juan Minujín y Guillermo Coppola se fundieron en un gran abrazo. Esta dupla inesperada nació gracias a las personas que pensaron que Juan era el actor ideal para encarnar a 'Guillote' en la nueva serie de Star+.
"Con Guille tuvimos muchas charlas en su casa y también salimos. Descubrí que es una persona muy graciosa y también amorosa, porque te hace sentir muy bien. Es como que te tiene muy en cuenta y se muestra muy anfitrión, muy abierto. Yo le preguntaba cualquier cosa y él me contestaba cualquier cosa", nos contó Juan en la nota de tapa de esta semana.
Fotos y video: Mailén Ascui, Archivo Atlántida y gentileza Star+
Agradecemos especialmente a Yamila Ruski y a Sofía Wolanow