Desde Los Ángeles, donde se abre camino en Hollywood, la actriz de Multitalent Agency ganadora de un Martín Fierro comparte con GENTE las primeras imágenes de su panza de treinta y seis semanas y anuncia: “¡Mi primer hijo será varón!”. Y revela por qué eligió transitar su embarazo “recluida en una burbuja”.
Toyones, robles costeros trepando tres colinas, un par de residencias blancas casi tan inadvertidas como sus habitantes. Y, de vez en cuando, algún coyote –de los que la atemorizan– desafiante del aire abrasador del verano angelino. De este lado del ventanal, Eva (24). Sus treinta y seis semanas de embarazo. Su voluntad de “encerrarme en una burbuja”. Sus “nuevos miedos”. Su inédito “reflejo animal de protección”. Su necesidad diaria de “viajar a mi niñez”. Su “momento más creativo”. Y una breve tertulia de living sobre si el destino nos elige o lo elegimos. Porque esta road movie –“la mejor de mi vida”– comienza en 2015.
La primera escena podría situarse a las puertas de una casa de alquiler. Eva, su madre, y su hermana Candela –que festejaba sus quince en un trip improvisado, terminando sus vacaciones en Los Ángeles tras algunos días en Nueva York (en provecho del break de la actriz entre el fin de rodaje del film Sangre en la boca y antes de comenzar a grabar Los ricos no piden permiso(eltrece). Y un propietario obstinado. Obstinado y visionario. “Mi amigo es manager de artistas. Le enseñé tu cuenta de Instagram y quiere conocerte”, le dijo a De Dominici. Así fue. Entonces regresó a Buenos Aires con clases pagas de inglés “y la inquietud muy instalada en mi cabeza”, cuenta. Un solo envío de casting-tape le valió la participación en la serie Jane, the virgin (2014-2019, The CW, producida entre otros por Eva Longoria, que –vale el dato– tiempo después sería la ex del padre de su bebé) y el rol de su primer film americano trunco por una visa demorada –“pese a los desesperados intentos del director”–, que luego obtuvo al tiempo que grababa La fragilidad de los cuerpos (eltrece).
En 2018 regresó a L.A. Y fue durante una cena de una noche de agosto cuando Oretta –una estilista italiana, en compañía de los dueños del Beverly Hills Hotel –se le acercó aguerrida. “¡Ornella Muti!”, exclamó. “Estamos maravillados por tu parecido. Eres la chica que hemos estado buscando”. En cuestión de días, Eva protagonizaba la campaña de lencería de la firma Yamamay. Grababa el piloto de la serie Ji. Y rodaba en la piel de una científica rusa para el film The Soviet Sleep Experiment (de Barry Andersson).
Enero llegó con un “cambio completo”. La noticia del embarazo trajo consigo “la necesidad de organización”, “de establecer un modo de hogar que estaba siendo un tanto informal entre viajes de trabajo” y un “huracán de emociones de puertas adentro”, tal como Eva describe.
–¿A qué se debió tu “silencio” mediático durante ocho meses y medio de tu espera más inolvidable?
–Fue una decisión charlada y madurada en pareja. Edu es reservado al extremo. Y a mí me gustan los hombres así. Reconozco que algo de esa timidez, de esa discreción, me seduce por completo (risas). Entonces acordamos atravesar esta primera vez de los dos más unidos que nunca, con total tranquilidad, respetándonos el tiempo. Tuve ganas orgánicas de recluirme en una burbuja. Sólo pude compartir la noticia con los familiares más cercanos y recién después del tercer mes (al quinto la noticia se filtró por “indiscreción casi traidora” de alguien de su entorno). Siempre escuché un relato muy romántico respecto del embarazo. Nadie me dijo que se vive al borde de las emociones. Exponiéndose a exámenes constantes, que no hacen más que tenerte alerta de que algo suceda. Renunciando a proyectos. Quedando al dominio de las propias hormonas.
¡Qué cruel debe ser tener que vivir este proceso sin quererlo!”. Es por eso que voy a luchar para que en Argentina se legalice el aborto
En definitiva, sentí que ser mamá estaba siendo la decisión más riesgosa de mi vida. Y elegir atravesar este proceso con el más bajo perfil, alejada de todo y refugiada en Edu, me dio felicidad. Me permitió descubrirme en silencio. Como una nueva mujer, más fuerte... ¡Mamá!
–¿Cómo fue la “escena” en la que se enteran de que serían padres?
–¡Uy, ésa te la edito! (risas).Fue un momento demasiado privado. Pero rescato un hecho que me sorprendió y me mantuvo reflexiva durante mucho tiempo. Aquí, en California, los médicos cumplen con un protocolo que garantiza el derecho de las mujeres. Ofrecen información y chances de pensar y decidir entre tener a tu bebé, cederlo en adopción o recurrir a un aborto en condiciones seguras (es legal en ese Estado norteamericano). Yo seré mamá sintiendo el deseo de serlo, con todo lo que implica: exposición física, miedos, resignaciones y riesgos sin garantías de nada. Y eso me hizo empática con tantas mujeres... Me dejó pensando: “¡Qué cruel debe ser tener que vivir este proceso sin quererlo!”. Es por eso que voy a luchar para que en Argentina se legalice el aborto. No estoy haciendo juicios de valor ni poniéndome en contra de quien piensa lo contrario. Se trata de mi sentir