La protagonista de Bruja –película que se estrena el 12 de septiembre–, habla del intenso rol que encarnó y del lugar que siente que ocupa el género femenino en la historia de nuestra región. Además, a los cuarenta y cuatro años, brinda un anticipo inédito de su más reciente (y jugada) caracterización.
Magia. Oscuridad. Talento. Tres encendidos ingredientes que se conjugaron en el caldero del set de filmación de Bruja, el esperado thriller que protagonizan Érica Rivas y Leticia Brédice (ambas 44).
–Érica, ¿qué significó para vos esta película?
–La oportunidad de explorar un tono de actuación que nunca había experimentado: el género fantástico. Y lo hice en la piel de Selena, un personaje que me gustó muchísimo desde el guión.
–¿Cómo es?
–Una mujer que recibe por herencia de su abuela (Rita Cortese) el poder de bruja, y por esto es segregada en el pueblo donde vive con su hija.
–El director, Marcelo Páez Cubells, nos contó que estuviste seis meses concibiendo el personaje. Además de él, ¿quiénes te ayudaron?
–María Salomé, historiadora y bruja, nos pasó y nos sigue pasando, a mí y a mi hija (Miranda –19–, hija de Érica y de Rodrigo de la Serna), sus conocimientos brujeriles. También tuve la suerte de que Diana Szeinblum, una de las bailarinas y coreógrafas más geniales que tenemos en el país, me ayudara a imaginar el cuerpo de este personaje, con todo lo que va atravesando durante el relato. Y para cosas de la voz trabajé con Debby Watchel.
–¿Te basaste en alguna bruja literaria o de alguna serie o película?
–No, no quería inspirarme en las brujas que tengo en la cabeza porque son lejanas, de cuentos que no son míos. Las de nuestro imaginario pertenecen a otras partes del mundo, y yo quise que ésta sea de acá, de nuestro lugar. Lamentablemente no tenemos mucha información sobre ellas porque, si lo pensamos, no hay registro de nosotras, de las mujeres... Nuestra historia no quedó escrita y no sabemos nada de quienes nos precedieron. Sólo tenemos algunos pocos registros, que se pegan a los de los grandes hombres de la Historia, los de las guerras. ¿Y nosotras? Poco se registró. No tenemos información académica, ni historia, ni bibliografía. Es muy triste e injusto porque salvo raras excepciones, ¡pareciera que no existimos en la historia de nuestra región! Imagínense que menos que menos en la de la brujería...
–¿Fue clave tener una asesora de brujería?
–Sí, por suerte me encontré con María Salomé y ella fue guiándome en la oscuridad, como siempre sucede entre las mujeres. Ella, que es licenciada en Historia y desde hace mucho se dedica a la brujería, pudo recopilar datos de libros muy difíciles de encontrar y cosas que le llegaron boca en boca. Juntas fuimos imaginando a Selena de a parches, intuyendo, pero siempre sintiendo la fuerza, el poder que tuvimos y tenemos las mujeres. Sintiendo que ese poder se amplía cuando no estamos solas, cuando sabemos que hay otra mujer que nos está ayudando, dando fuerza. Fue muy importante tenerla con nosotras todo el tiempo. Incluso venía al set en momentos en que había que filmar los hechizos. Y eso fue interesante para todes… aunque a algunas personas del equipo les daba miedo.
–¿Cambió tu concepto de la brujería después de filmar la película?
–No te diría eso, sino que se amplió, se expandió. Creo que es una materia a repensar como mujeres, como feministas. Y no sólo para pensar en las brujas de la Historia y valorizarlas, sino para recuperar su sabiduría y poderes concretos y prácticos. No nos olvidemos de que ellas eran médicas, psicólogas, parteras, aborteras. Ellas sabían –y saben– de hierbas y de estados anímicos profundos. Curaban con hierbas, con palabras, con cantos. Se comunican con otros mundos, con lugares adonde la ciencia no llega.
–La trama habla también de trata de menores y prostitución.
–Una de las cosas que más me interesaron fue la relación entre la brujería y la trata de personas. Las mujeres siempre fuimos secuestradas, torturadas, violadas y quemadas en la hoguera por ser mujeres, por ser brujas. Y a mí me parece importante ayudar a visibilizar el tema. Me gustaría que se hablara más de esto, que sepamos que desaparecen muchas personas dentro de esta red espantosa. Quisiera contarles que hay mucha gente que se está ocupando día a día de esta cuestión. Ojalá esta película ayude a visibilizar. Todo para que, en definitiva, podamos desarticular de una vez por todas la red de trata de personas.
–En el film, una de las tres actrices que son absorbidas por una red es tu hija en la vida real, Miranda de la Serna. ¿Cómo fue para vos trabajar por segunda vez con ella?
–Es algo que amo. Como actriz es divertida, honda, nada predecible. Se prepara y se pone a disposición de una manera tan amorosa que conmueve, y actuar juntas es un aprendizaje enorme para mí.
–¿Te acordás de alguna anécdota en particular con ella?
–Sí, cuando estábamos haciendo una escena me dijo que estaba contenta con esta familia. “¿Qué familia?”, le pregunté, y me respondió: “La cinematográfica”. ¡Me dio una emoción...! Soy una convencida de que las familias no son sólo las heredadas.
–¿Considerás que Selena va a quedar en la mente de los espectadores como una heroína?
–Creo que todas las madres lo somos. Todas las mujeres. Las brujas. Todas. Esta historia es una ficción, una fantasía sobre algo muy triste, pero sobre todo es la historia sobre la fuerza del amor de una mujer. Eso siempre fue peligroso.
Fotos: Gentileza José Cicala para Machado Cicala y Chiaroscuro Entertainment.Arte y diseño: Gustavo Ramírez.
