Según cuenta el conductor de Luzu TV (streaming donde está al frente de Antes que nadie), su entrada a La Peña de Morfi (Telefe), durante el 2023, estuvo predestinada. "Nunca fuimos amigos con Gerardo Rozín (1970-2022) pero vivo en un departamento que había sido de él. ¡Y me mudé ahí sin saberlo!", cuenta Diego Leuco al referirse a las señales "del más allá" que lo conectaron al exitoso formato mucho antes de que lo convocaran para ser parte.
Tras el exitoso debut de la novena temporada, en el que junto Lizy Tagliani obtuvo casi 8 puntos de rating, el periodista que abandonó Telenoche el año pasado para concentrarse en su productora y abrirle los brazos a este nuevo proyecto, está extasiado. A continuación, lejos de las polémicas por falsos recelos de protagonismo, Leuco cuenta cómo fue verdaderamente la primera experiencia de la dupla ganadora.
–¿Cómo fue el desafío de una nueva temporada de La Peña... y con Lizy compartiendo la conducción?
–La verdad es que, más que un desafío, lo siento como un honor, una cosa hermosa. Ya el año pasado fue muy lindo para mí entrar al programa, por todo lo que significa, por lo que encontré acá adentro: un equipo de producción que realmente ama el programa que hace y que está desde el día uno en que Gerardo inventó esta locura.
Realmente es una familia, se quieren como tal, y así me trataron cuando entré. Y Lizy, que tiene poquitos días, ya es familia. Sumarla a ella es como el sueño del pibe: es como que estés en un equipo y te digan que viene a jugar Messi. Realmente está buenísimo. No nos conocíamos mucho en profundidad, pero nos reímos mucho y nos complementamos muy bien.
El "factor Lizy" en la conducción de La Peña de Morfi
–Además la personalidad de Lizy es muy singular, ¿no? Nunca se toma todo demasiado en serio. ¿Te invita a vos a reírte un poco más de vos mismo?
–A mí ese personaje me gusta mucho; yo siempre juego al antihéroe, así que me parece muy divertido y muy genuino, porque es un poco como lo vivo. Creo que con Lizy somos muy parecidos al mostrarnos transparentes. Es cierto que yo tengo como una imagen muy del noti (N.d.R: condujo Telenoche durante cuatro años, junto a Luciana Geuna), un programa muy importante, que también va generando su impronta. Pero la gente que me pudo ver en La Peña... ya sabe que hay otra faceta.
–¿Qué es lo otro que encanta de Lizy, además de hacer reír?
–Lo que me gusta mucho de ella es que, así como yo por ahí podría parecer un poco más serio, y ella tiene un personaje más estridente, en realidad tiene una profundidad y una seriedad que a mí me resulta muy atractiva y complementaria. Y ella siente lo mismo con mi humor. Entonces, me parece que se armó una dupla increíble, incluso. Mejor de la que esperábamos.
–Te sorprendió…
–Uno obviamente esperaba que Lizy fuera graciosa y potente, pero no esperaba que tuviéramos esta sincronización, esta energía de toque. Está bien que ambos laburamos hace muchos años y tenemos mucho oficio, pero...¿viste cuando sentís que hay onda?
Y es muy lindo, porque son cinco o seis horas cada domingo de tu vida sin parar, más las reuniones de la semana, la previa y el post. Yo ya estaba contento porque a nivel profesional me parecía una genialidad la incorporación, pero además es hermoso a nivel personal. Y para mí, cuando ocurren esas dos cosas te cambia todo.
De su exadicción al trabajo a sus obsesiones "raras"
–¿En qué medida tu comentada “adicción al trabajo” puede ser una trampa en tu vida?
–Siento que cuando era más chico sí era como una adicción al trabajo… Yo empecé a laburar fuerte fuerte a los 19 años, y hoy con 34 he vivido distintos momentos de mi vida estando al aire. Digamos que fue cambiando mi relación con el laburo.
Antes estaba la idea de agarrar todo lo posible por querer estar, pero ya hace un par de años que agradezco tener la posibilidad de poder tomar decisiones en base a lo que me divierte, que es por lo que trabajo en esto. Pero bueno, me terminan divirtiendo muchas cosas.
Soy muy inquieto y muy curioso, y amo aprender lo que sea. A mí Santi Giorgini me explica un plato y soy feliz porque aprendí algo nuevo.
–¿Cuál es tu última pasión que se te haya dado a investigar, física cuántica, alguna otra cosa?
–La física y la filosofía son dos obsesiones recurrentes que tengo, con las que voy y vuelvo todo el tiempo. ¡Pero también he tenido bizarreadas como carpintería! Hace poco me compré una guitarra y no tengo una idea de cómo tocar una nota. De golpe, el otro día me puse a pintar un cuadro.
Me gusta mucho experimentar, y si tengo la posibilidad de aprender haciendo, para mí la experiencia es completa. Y me lo permito. Volviendo a la pregunta anterior, siento que en el último tiempo, al laburar mucho de cosas que disfruto, entonces no pasé por estrés; sí, obviamente por un compromiso físico y emocional, porque estar al aire necesita tener mucha energía. Pero no lo vivo nunca con preocupación.
–¿En serio no viviste con estrés tu etapa en el noticiero?
–La verdad que estrés no. Sí, obviamente, la sensación de adrenalina de nuestro laburo, que es algo lindo. Yo soy realmente feliz estando acá (en un estudio); se prende la cámara, veo la luz roja arriba del micrófono y me pongo contento. Entonces es muy difícil que me enoje o me estrese por algo del trabajo; te diría que es casi imposible.
El germen de la vocación por el periodismo, en medio del atentado a las Torres Gemelas
–El germen del periodismo se dio cuando estabas en New York con tu viejo en medio de la tragedia de las Torres Gemelas (en 2001)…
–Sí, y mis compañeros de Luzu se me burlan porque dicen que lo cuento siempre. Pero lo cierto es que estábamos ahí con mi familia el día del atentado y yo tenía diez años. El reflejo de mi viejo, como buen periodista, fue salir a la calle a grabar lo que estaba pasando con nuestra cámara familiar.
Por lo general, ante algo así, en lugar de buscar la acción, la mayoría de las personas intenta escapar. Y a mí no: me dio esa sensación de tener ganas de acompañarlo. Y fue la primera vez que sentí ese interés supremo que tiene el periodista por un acontecimiento que cambia el curso de la historia y la necesidad de poder contárselo a los demás.
–¿Qué sentiste en medio de ese caos?
–Esa sensación tan especial que tiene que ver mucho con la vocación. Me dí cuenta ya de grande que por primera vez la sentí ese día en el que no me quise quedar en el cuarto con mi mamá: yo quería estar en la calle con mi papá.
–¿Y hoy qué te dice tu viejo de tu trabajo? ¿Suele hacerte alguna crítica, también?
–Mi viejo está re feliz, al igual que mi vieja. Ambos son re compañeros y me dicen la verdad, por suerte, porque eso es lo que me gusta de mi familia y mis amigos.
–Muy importante, porque a veces lo que sobran son aduladores, ¿verdad?
–Y eso no te sirve, no te lleva a ningún lado. Porque nunca está todo bien, ni Messi hace todo bien. Bueno, sí, Messi sí (Risas). A mí me gusta que mi vieja, por ejemplo, me diga: “Ay, Dieguito, ¿por qué contaste esta intimidad hoy a la mañana?”. Entonces yo le digo que tiene razón, que a veces salen esas cosas.
Es lindo compartir con ellos todo lo que saben que me encanta. Como cuando me apoyaron en cada locurita que tuve, con equitación, teatro, clown, magia, pintura, música, taekwondo… En todo lo que se te ocurra, me bancaron. Y bueno, salió esta cosa rara que estás viendo ahora.
De los "in" y los "out" en la cocina, al plato que prepararía en una cita romántica
–¿Preparando qué cosas en la cocina sos realmente bueno?
–Soy bastante bueno haciendo asados, provoleta, y todo lo que tiene que ver con la parrilla. Me llevo bien con la cocina y es algo que me gusta. Cuando nos juntamos con amigos, por lo general soy el que se ocupa de cocinar.
–¿Y con qué plato te considerás malísimo?
–Mirá, sobre todo la gente de Luzu me suele criticar mucho un plato que inventé, que es jamón relleno con queso y palta. Tengo que reconocer que nunca logré una linda presentación: es rico, pero si lo ves, la verdad que es bastante asqueroso. Lo podés ver en mi Instagram, a ver qué te parece (Risas).
–¿Qué prepararías en ocasión de una cena romántica?
–Bueno, en una cena romántica iría por algo liviano, porque después se complican los reflejos y te suele dar sueño. Así que haría un pescadito o una carnecita con ensalada. No iría por nada sofisticado: algo sencillo y tranquilo.
–¿Y de postre?
–Uy, es que a mí me gusta mucho el dulce de leche, ahí no soy nada delicado. En el postre soy más fuerte al medio. Así que después de eso, por ahí se complica.
Fotos: Alejandro Carra y gentileza Telefe
Material audiovisual: Rocío Bustos
Agradecemos a Telefe y muy especialmente a Julieta Abusier