Débora Nishimoto hace grullas con el cuerpo mientras se deja llevar por la atmósfera de The Place. Deja salir su costado nipón por un rato con un trenza que usa para terminar de dibujar figuras.
Es flaca y chiquita, tal como se la ve en Envidiosa, la serie que fue furor en Netflix protagonizada por Griselda Siciliani. Pero no es china, sino nieta de japoneses. Su linaje, de alguna manera, está ligado a guerras, exilios, Hiroshima. "Cuando explotó la bomba estaban ahí", cuenta a Revista GENTE y lamenta haber aprendido a hablar japonés a destiempo.
Sus abuelos, quienes hablaban poco español, murieron antes de que ella lograra amigarse con sus orígenes. "Cuando era chica quería tapar que era japonesa. Hoy hay una mezcla de culturas en las primarias, pero en los 90s no era tan común. Fui a escuelas públicas y había algo de querer integrarme. Mis padres querían que esté entre argentinos, y no me obligaron a que supiera el idioma", explica.
Además de ser actriz, Débora es traductora, estudió danza, hace arreglos florales con una técnica japonesa, cocina y escribe poemas. En la actualidad esa cruza de Argentina y Japón conviven de forma equilibrada en su identidad.
También está aprendiendo a vivir con la exposición: su personaje no sólo explotó en las redes sociales sino que desencadenó en un romance mediático. Se está conociendo con Esteban Lamothe, su interés romántico en la ficción de Netflix. Y si bien intenta resguardar su intimidad, los hallaron juntos en un hotel.
"Creo que era inevitable. Pasamos nueve meses rodando. Nos divertimos, compartía casi todas las escenas con él. Nos encontraron justo, nos estamos conociendo, profundizando. Tengo que aprender esto de vincularme con alguien del medio", dice recién vuelta de España, tras presentar el film de zombies El tema del verano (de Pablo Stoll Ward) en el Festival de Sitges.
Más allá de elegir no ahondar en el tema, de a poco Esteban y Débora se van mostrando juntos a través de las redes sociales.
Pero antes, hubo una persona que la acompañó en tiempos difíciles: su expareja quien, como ella, había perdido el olfato tras sufrir un accidente.
El accidente que le cambió su forma de percibir los olores
Débora es amable y habla pausado. Hace algunos años, hubo un hecho que cambió su vida y la hizo incursionar en la cocina. Era joven, estaba en un taxi y algo la hizo desconfiar. Abrió la puerta de forma instintiva y se tiró. Lo que en un principio parecía solo un golpe, resultó ser que se había quebrado el cráneo y derivó en una pérdida del olfato.
"Tuve que reaprender todo los sabores", cuenta.
-¿Cómo fue el accidente?
-Es algo que ya pasó hace mucho tiempo, se reflotó y se empezó a tergiversar. Fue realmente algo que yo lo no recuerdo que me cambió la vida para bien. O sea, lo agradezco mucho, porque a partir de ahí fue como que mi vida tomó otro rumbo. Empecé actuación, cocina.
-¿Hace cuánto fue?
-Como diez años. A partir de ese accidente perdí el olfato y empecé a indagar en el mundo de la cocina porque tampoco sentía mucho los sabores. Y después, teatro. Comencé con un amigo que me dijo: "Esto como terapia te va a venir bien". Ahí se me abrió todo un mundo que dije: "Ah, qué bueno que me pasó esto".
-A veces la vida te da sacudones.
-Sí, siento que podés o no tomar algo bueno de eso. Y yo saqué lo mejor que pude. "Bueno, perdí el olfato, vamos a hacer algo para recuperarlo". Entonces empecé a cocinar. Inicié una rehabilitación, comencé a probar con especias y dije: "Bueno, voy a cocinar a mis amigos". A partir de ahí se fue dando tanto... Fue algo que cambió mucho el rumbo de mi vida. Me cayó la ficha de que mi nombre en japonés Kaori significa aroma, perfume. Me lo puso mi abuela, yo había perdido el olfato...
-¡Qué viaje!
-Sí, esto estaba marcado desde que nací. Eso me llevó a la cocina y a tratar de recuperar esos aromas.
-¿Cómo está ahora tu olfato?
-Yo siento que soy un poco daltónica del olfato, porque no huelo lo mismo que huele una persona normal. Lo recuperé pero diferente. Y para mí eso es como un universo nuevo porque los olores feos dejaron de ser feos... Así que todo es positivo. Tenés que reaprender todo, entonces capaz el pis de gato antes me parecía insoportable y ahora lo huelo y es muy fuerte, pero es un reaprendizaje tener que decir: "Esto es feo", o el olor a gas ("Esto es malo").
-No es sólo el olor sino lo que significa.
-Tuve que hacer un repreandizaje cognitivo de memoria. Huelo a gas, esto significa peligro.
-¡Qué loco! Es un universo que uno no se imagina...
-Sí, cuando fue lo del covid ahí mucha gente lo descubrió. Es desesperante. "Quiero oler un perfume". Es muy loco porque empecé a recuperar más que nada los olores naturales. Los químicos, tipo perfumes, al principio me costaron más. Empecé a recuperar todo lo que tenían a ver con la cocina, con los aromas, de plantas, hierbas.
-Tuviste un novio que tampoco tenía olfato.
-Sí, sí, la sincronía de la vida. Porque lo conocí y él también había tenido un accidente andando en Longboard y fue al mes que me pasó. En ese momento me ayudó mucho porque él también cocinaba y me dijo: "A partir de ahora se te abre un universo nuevo". Me empujó con todo lo que tenía que ver con lo culinario, empecé a cocinar con él.
-¿En qué lugar está ahora tu emprendimiento gastronómico?
-Sigue, doy talleres de cocina y hago eventos itinerantes en diferentes restaurantes. Y este año di cuatro o cinco talleres de introducción a la cocina basada en plantas.
-¿Sos vegana?
-Ya no. Lo fui mucho tiempo y el año pasado, como soy de escuchar mucho mi cuerpo, me empezó a pedir pescado. Algo que tenía que ver mucho con mi linaje. Empecé mi cumpleaños del año pasado con mi papá haciéndome sushi. Sentí que había sido como una etapa... fui 5 años vegetariana y 2, vegana.
La china envidiosa: cómo se reencontró con sus orígenes
Más allá de haber "renegado" de sus orígenes, Nishimoto no podía escapar de su linaje. A los 20 años se puso a estudiar japonés y viajó varias veces a reunirse con familiares. La primera vez que visitó la tierra de sus abuelos fue en un viaje de estudios, a los 17, fue a conocer Hiroshima con un grupo, pero en ese momento no había hecho aún conexión.
"Mis abuelos paternos vinieron sin nada pusieron una tintorería y crecieron un montón. Siempre decían que era un país que les había abierto las puertas y que les permitió crecer", cuenta.
Seis años después regresó y se quedó un mes en la casa de un amigo fanático de Argentina. "No podía creer lo que veía". Y si bien le encantó y vuelve cada vez que puede, asegura que no se iría a vivir allá. También cuenta que su papá, expiloto, viajó varias veces y habla un poco de japonés pero su mamá no. Algo en lo que ella se sumergió para poder comunicarse ya no con sus abuelos, que murieron antes, sino con familiares.
"Fue una alegría porque yo ahí ya sabía mucho japonés y me podía comunicar con ellos. Me emocionaba mucho estar caminando esas calles y hablando con el hermano de mi abuela que me contaba anécdotas de cuando estaba borracho. Me quedé en su casa y me sentía que hablaba con mis abuelos a través de ellos. Era un encuentro muy de sangre".
-¿Qué es lo que más te gusta de la gastronomía japonesa?
-Hay un término en japonés que es "umami", que es como el quinto sabor. Es el sabor intenso de los fermentados de muchos condimentos que usan allá que es un poco lo que quise llevar a mi cocina.
-¿Hay algún plato que te haga recordar a tu infancia?
-Hay algo que hacía mi abuela cuando yo era chica, se llama sukiyaki, que es como una olla grande que la ponen en el centro de la mesa y tiene un calentador abajo y tiene un caldo. Y después toppings afuera con un poco de carne, un poco de verdura, un platito de arroz y un huevo crudo y se lo tira así como que el huevo se va cocinando con lo que vos le vas poniendo y eso está espectacular.
-¿Tu papá siguió con la tintorería?
-No, es piloto. Ahora está jubilado. Pero cuando era chica viajamos mucho, íbamos al aeropuerto a ver si había disponibilidad. Recorrimos muchos destinos de Argentina y fuimos hasta Atlanta.
-¿Y tu hermano?
-Estudió economía.
-¿De dónde salió tu costado artístico?
-No sé. Todos se dedicaron a las ciencias más duras. Salvo una tía que estudió letras pero que ejerció.
-¿Llegaste a trabajar de traductora?
-Me quería dedicar a la traducción literaria. Empecé a laburar traduciendo libros escolares de matemática y estudiaba letras. Me encanta leer y escribo poemas. Después dejé porque sentía que estaba demasiado académica y tenía poco contacto con mi cuerpo. El laburo de traductora es estar en casa encerrada, entonces dije: "Tengo que empezar a hacer algo más físico" y ahí empecé el primer curso de danza, y después teatro. Pero fue algo que arrancó más como una terapia y se fue dando así como muy fluida y genuinamente.
De su primer papel a la masividad de Envidiosa
Débora, que disfruta de hacer ejercicio, es fanática del kickboxing y viene buscando movimientos para enraizar, arrancó actuación y las cosas empezaron a darse de forma casi imperceptible. Aunque ahora, después de la primera temporada de Envidiosa, la gente la reconoce en la calle y empieza a entender de qué se trata el fenómeno de la masividad.
-¿Cómo fue ese camino de castings?
-Siempre lo viví muy tranquilo. Como no me lo planeé de chica, siento que todo fue dando. No tenía tanta presión. Creo que eso fue clave. Mis papás siempre me apoyaron mucho. Somos muy unidos.
-¿Cuál fue tu primer papel?
-Arranqué con el grupo de teatro y, de repente, estoy viviendo desde la actuación. Yo creo que así masivo mi primer papel fue en Guapas. Después en Edha, para Netflix, y en cortos. La masividad llegó con Envidiosa.
-¿Te sorprendió lo que pasó con la serie?
-Sabía que le iba a ir bien, pero la verdad me sorprendió mucho todo... Pensé: "Bueno, va a apuntar a un público determinado". Y de repente me saludan en la calle desde nenas de 12 a señores de 70 años.
-¿Por qué pensás que pegó así?
-Hay algo de los personajes que siento que te podés identificar mucho. Pensé que estaba medio exagerado, pero no, la verdad que son personajes entrañables: a todos los querés con sus defectos y con sus virtudes. Capaz te puede parecer a veces medio insoportable la protagonista... Tiene un ritmo también muy cómico y muy que ves un capítulo y ya querés ver el siguiente, medio adictivo.
-¿Mei, el personaje que encarna en Envidiosa, tiene algo de vos?
-Hay algo de su alegría y como que es medio medio pícara en que sí... Es un poco la contraparte de Vicky (Siciliani) que es más estructurada y ella es más espontánea. Y esto también de reflejar parte de la cultura y demás también me parece re importante. Siento que es un gran paso que haya un personaje oriental en una ficción argentina. Es algo que no he visto mucho o si lo vi lo veo más en estereotipos, o en bolo. Acá se la conoce, su profundidad, su familia... es algo para celebrar.
-También la gastronomía.
-Sí, como que hay bastante. Y en la segunda temporada, que ya está filmada, mi personaje crece. A mí me pone muy contenta el devenir después del personaje, es divertido.
"Con Esteban nos estamos conociendo"
El hashtag "La China de Envidiosa" invadió las redes sociales. Primero lo hizo por su simpático papel en la serie pero luego por un incipiente romance que fue descubierto por los paparazzi. La imagen de Débora y Esteban Lamothe desayunando en un hotel recorrió los medios.
Ellos comparten varias escenas y el personaje de ella se enamora del de él. Al parecer, esa química que se ve en la pantalla no era solo parte de la ficción.
-¿Cómo llevás esto de relacionarte con un galán?
-Difícil... Es algo que voy a ir aprendiendo, calculo. Cuando vi esa imagen toda blureada que estaba en todas partes dije: "¿Qué es esto?". No lo podía creer. Pero, igualmente, me reí porque dije: "Bueno, no sé si será así a partir de ahora". Tendré que ir midiendo también porque no quiero andar hablando de mi vida amorosa en público. A parte como la serie es un boom, la gente estaba con los personajes muy presentes.
-¿Pero están saliendo? ¿Está confirmado?
-Digamos que nos estamos conociendo, profundizando en el conocimiento, Justo cuando salió esa foto, al otro día me fui de viaje. Dejé el incendio atrás, como el meme de la nenita con el incendió atrás.
-Y cuando volviste, ¿lo hablaron? ¿Cómo fue la repercusión?
-Sí, tenemos que que seguir hablando a ver cómo lo manejamos entre los dos. Decir una cosa o la otra cosa, no sé. Iré aprendiendo ahí cómo manejar los medios y la vida privada.
-¿La historia arrancó en el rodaje?
-Sí, yo creo que inevitablemente era como que pasamos nueve meses, no sé, nos divertimos ahí. Casi que todas las escenas las rodé con él. Pero bueno, no sé, sí.
-¿Te gustaba él?
-No... o sea lo conocía.
¿Pero te parecía atractivo?
-Sí, sí. Creo que es impecable.
-¿Hace tiempo estabas sola?
-Corté con Santi, que es mi ex del olfato, hace tres años.
-¿Sos noviera?
-Creo que, ahí hablando de astrología, tengo algo pisciano y acuariano, algo de la independencia y la libertad y también del amor. Así que ambas, pero no sé si estaba... como que siento que no lo podés planear ni estar tan en la búsqueda porque te pasa o no te pasa.
-¿Y te ves así teniendo familia a lo largo plazo?
-No sé todavía. En mi círculo, en mis amistades, estamos todas más enfocadas en nosotras, en la carrera. Lo veo un poco más adelante.
-¿Te imaginabas saliendo con alguien conocido?
-No, para nada. Siento que tampoco que es algo que se trate de preferencias sino que de repente bueno... No lo pondría en categorías de "conocido" o "no conocido" o "famoso". Es una persona.
-¿Qué te enamora?
-Que me hagan reír. Eso creo que últimamente me parece muy fundamental. "Reírme más", como dice el tema de Leo García. Como me gusta mucho la cocina, hay algo del alimento, de que me alimenten, eso me enamora. Poder compartir esos momentos. Estar con alguien y que me dé hambre, que me den ganas de cocinar... Es un buen síntoma. Cocinar juntos.
-El evento de cocinar tiene su magia.
-Sí, tomando algo, con música. Me gusta mucho la música, soy muy amplia en los géneros, así que me gusta tener mi lista para domingos, mi lista más electrónica, mi lista de cocinar a la noche.
-¿Ya le cocinaste a Esteban?
-Sí, hemos cocinado.
-¿Él cocina?
-Él cocina también, sí.
-¿Cuál es tu plato emblema?
-A ver, últimamente hago mucho nigiris, que son unos triangulitos de arroz que los relleno por lo general de umeboshi, que es una ciruela fermentada. Y después hago tortas. El último día de rodaje llevé un brownie que hago de chocolate y boniato, que le da una cremosidad y un dulzor natural muy bueno, y con una crema de cajú y le pongo pimienta rosa arriba y frutas.
-Hay algo que que quizás no te hayan preguntado y te gustaría compartir de de vos.
-Esto de ser japonesa y argentina y como esa mezcla convive en mí. Tengo un equilibrio entre hacer algo muy tradicional de comida japonesa y después meter algo bien autóctono y transformarlo. Siento que hay algo oriental y occidental mezclado y eso es lo que soy. Me pasa con la literatura, me gustan los haikus y Cucurto y Fabián Casas.
Fotos: Rocío Bustos