Tras 73 años como príncipe heredero, el sábado 6 de mayo Carlos III se convertirá en el nuevo monarca del Reino Unido. Según los protocolos, el hijo de la reina Isabel, ya reina porque fue proclamado monarca el 10 de septiembre pasado, dos días después de la muerte de su madre siguiendo la antigua regla Rex nunquam moritur (El rey nunca muere) que indica que el soberano puede morir, pero el gobierno debe continuar.
Cabe mencionar que la proclamación del nuevo rey fue un acto institucional, casi un trámite burocrático y poco espectacular. No obstante, el verdadero espectáculo es la Coronación que se llevará a cabo en menos de dos meses, un verdadero hecho histórico. Considerando que otras monarquías europeas tienen proclamación pero no coronación. Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos nunca la tuvieron; Dinamarca, Noruega y Suecia la abandonaron a partir de 1849, 1906 y 1873 respectivamente; y en España no hay coronaciones desde la época medieval. En ese sentido, tras un largo reinado de Isabel II, hoy, es de gran intriga saber las tradiciones que se mantendrán y las que se cambiarán/aggiornarán con la asunción de un monarca progresista, que promueve la sustentabilidad, la ecología y la conciencia social.
Esta ceremonia se realiza en el mismo lugar desde hace 900 años, en la abadía de Westminster. Guillermo I de Inglaterra fue el primero en ser coronado y Carlos III será el número 40. Se efectúa en esa iglesia porque no se considera un acto civil sino de un servicio religioso. El arzobispo de Canterbury es quien se encarga de colocar sobre la cabeza del nuevo rey la Corona de San Eduardo, una pieza de oro del año 1661, y además le entregan el orbe y el cetro como símbolos de su rol como referente de la Iglesia de Inglaterra.
La corona del dolor de cabeza y la sustentable
La Corona de San Eduardo que deberá usar Carlos provocó sus primeros dolores de cabeza. El primero -de forma literal- se debe a su estructura de 30 centímetros de altura y 2.23 kilos de peso. Llevarla además de incómodo es doloroso: Isabel solía recordar que pensó que se le rompería el cuello la primera vez que la usó, por eso se utiliza solo durante un breve momento de la ceremonia. Para el final se coloca sobre la cabeza del monarca la Corona Imperial del Estado que aunque es más alta -mide 31,5 cm- pesa bastante menos: 1,28 kilos.
Sin embargo, el problema real no radica en el peso de estas piezas, sino en los debates que generan su uso y exposición, ya que las piezas están conformadas por piedras preciosas extraídas de antiguos territorios coloniales y hoy naciones soberanas. Por lo que, para evitar polémicas se las modificó y se les quitaron las piedras que recordaban una historia que la mayoría de los británicos prefiere olvidar.
La corona sustentable
Sin embargo, la corona que no será modificada es la que usará Camilla Parker Bowles, la misma que lució la reina María de Teck, bisabuela de su marido, en 1911 cuando Jorge V fue coronado. Es la primera vez en la historia reciente de la monarquía británica que se reutilizará una corona para una consorte, en lugar de crear una nueva. La decisión es una muestra más del modelo de sostenibilidad y cuidado del planeta que quiere Carlos para su reinado.
La reina consorte también se impuso como abuela y obligó a cambiar la tradicional asistencia de las duquesas durante su unción: sus cinco nietos serán los encargados de sostener el palio sobre ella en el momento en el que ésta sea ungida, un papel que tradicionalmente desempeñaban las duquesas.
La lista de invitados y una ceremonia low-cost
Otro dato para tener en cuenta es, quién se encarga de invitar a personalidades, Jefes de Estado y monarcas. Sobre esa línea, la Coronación no se considera un asunto privado sino una cuestión de Estado. Por eso, si bien Carlos puede dar sus puntos de vista es el gobierno el que decide quiénes serán los invitados, además de correr con los gastos del histórico evento.
La lista de invitados la encabezan todos los miembros de la Familia Real, incluso los díscolos. Según trascendió, Harry y Meghan ya fueron contactados para que asistan pero todavía no confirmaron su presencia porque aparentemente no podrían saludar desde el balcón.
Si en 1953, en la coronación de Isabel II, la aristocracia estaba muy bien representada, pero apenas había políticos u otros sectores sociales, para esta se aguarda la presencia de organizaciones humanitarias, líderes religiosos y personalidades de la cultura.
Asimismo, Carlos III decidió mantener una tradición que ya lleva siete siglos: en la Abadía podrán estar aquellos ciudadanos comunes que demuestren que uno de sus antepasados desempeñó alguna tarea en otras coronaciones. El único requisito que se pidió fue presentar pruebas irrefutables.
Otro de los temas de gran debate es el presupuesto para la ceremonia. En ese sentido, la coronación de Carlos III será una ocasión mucho más discreta que la de su madre ya que los preparativos estarán influidos por la actual crisis del costo de la vida en el Reino Unido.