Había llegado con su familia desde Polonia escapando a la Primera Guerra Mundial y el hambre, y comenzó su carrera a los 5 recitando en idisch. Casado, con dos hijos y cuatro nietos, en los últimos años una publicidad contra el reuma lo había hecho muy popular.
Max Berliner, uno de los artistas más queridos del ambiente artístico, murió ayer a la edad de 99 años. El triste anuncio lo hizo su hijo Daniel este lunes a primeras horas de la mañana a través de las redes sociales. El actor y director nació en Varsovia (Polonia) y llegó a los dos años a nuestro país, cuando su familia huyó de los horrores de la Primera Guerra Mundial y el hambre.
A los cinco años debutó sobre las tablas, con la obra Inmigrantes de Scholem Aleijem: “Mi vida es el teatro. Recuerdo que la primera vez recité todo mi parlamento en idish. Al principio, la escena era como un juego en el que podía ser otra persona... ante un público que jugaba a tomarme por esa persona. El hombre que insistió en que fuera lo que soy era mi padre. No quería un hijo abogado: ¡quería un artista! Siempre me impulsó para que tocara el violín y el piano, y estudiara declamación y actuación. ¡Le cumplí el sueño!”, le contó a GENTE en una de sus últimas entrevistas.
También su profesión le hizo conocer a quien fue su esposa durante más de sesenta años, la artista plástica Rachel Lebenas: “Primero fue mi fan, y después mi alumna. Con ella formé una hermosa familia, con dos hijos y cuatro nietos”. Habitante de Villa Crespo, se jactaba de conocer “hasta la última baldosa” del barrio.
En su dilatada carrera trabajó en los films Los gauchos judíos, Y mañana serán hombres, La Patagonia rebelde, Plata dulce, Las barras bravas, Un amor en Moisés Ville, Seres queridos, y en televisión fue parte de Drácula, El pulpo negro, Amigos son los amigos, Chiquititas, Tumberos, Botineras, Como pan caliente, Disputas, Doble vida, Casados con hijos, Hermanos y detectives, Malparida y Graduados. Sin embargo, en los últimos tiempos todos lo recuerdan por la publicidad de un producto contra el reuma, donde se lo veía corriendo y trepando, con la vitalidad y el humor que conservó hasta el último día.
En la última entrevista con GENTE habló del final: “¿Cómo quiero que me recuerden? ¡Yo quiero que me vivan ahora! Me siento mejor que antes, estoy rodeado por mi familia y siento el cariño de la gente en las redes sociales y en la calle. A veces, para que no me reconozcan –porque me da vergüenza–, me tapo con el sombrero en el subte. Todos me hacen homenajes por mi edad, pero no se dan cuenta de que yo me siento un pibe de 18 años que quiere seguir trabajando. Y si tuviera que elegir un deseo, me gustaría vivir hasta los 120 años, porque estos 99 fueron maravillosos”. No pudo ser: el 23 de octubre hubiera llegado a los 100. Pero lo que vivió, lo hizo a full. Y eso, al final, es lo que cuenta.