En el marco de una historia de amor soñada que contó con una propuesta de casamiento en el medio del Mediterráneo, Sol Pérez (30) y Guido Mazzoni (37) cumplieron tres meses como matrimonio. Si bien es temprano para hacer balances, la panelista no duda en que la gran fortaleza del empresario es “bancarla y alentarla” en todo lo que se propone.
“La vida de casada va muy bien”, afirma feliz a Revista GENTE en el marco del lanzamiento de la programación de La Casa, en donde integra el programa Rumis que se emite de 11.30 a 14 y en donde está acompañada por Lizardo Ponce, Cachete Sierra, Juariu, Lola Latorre y equipo. Entre ese proyecto, Gran Hermano y sus jornadas de estudios casi que tienen que hacer malabares para verse.
“Pobre Guido, ahora que estoy rindiendo me odia. Él me aguanta. Fue el primero que me impulsó a hacer este proyecto: me dijo que tenía que confiar en mí porque me podía mostrar desde otra faceta menos acartonada. Me hizo ver que estaba buenísimo para mí. Es de esos que se levanta y me prepara mates para que estudie. Tengo el mejor marido del mundo. Me tocó una persona súper buena, no me puedo quejar. Si lo hago, es de mala agradecida”, valora.
-¿Cuáles son sus momentos de pareja ideales?
-Los viajes. Es re divertido viajar con él porque es el compañero ideal: entrenamos, vamos a la playa, salimos. Y después, los momentos simples: el me hace mates y para mí es el mejor momento del día. Compartir esas cosas son lindas.
-¿Qué es lo que más te enamora?
-¡Todo! Mi marido es perfecto. Que me banque en cada cosa que hago, cuando no me queda tiempo para dedicarle al vínculo o a la casa… Eso no lo hace cualquiera. Entiende que es un momento que va a pasar.
-Se complica estar en casa, ¿no? Entre esto, el estudio y Gran Hermano…
-Ni lo veo. Hoy salí de casa a la mañana, nos cruzamos unos segundos, y ya no lo vi en todo el día. Son las nueve de la noche ahora. Y ya me voy a Gran Hermano. Capaz que nos reencontramos a las dos de la mañana. Igual trato de pensar que también es lindo… cuando termine de estudiar, que espero que falte poco, vamos a tener tiempo de compartir el desayuno juntos o entrenar los dos. Ahora ni estoy entrenando.
-A Sol Pérez no me la imagino sin entrenar.
-Yo tampoco (risas). Ya casi va a hacer un mes desde que no voy a entrenar. No sé cómo no mate a alguien a esta altura. Pero necesito recibirme, y sé que me falta poco. Es solamente dar bien un final.
-¿Te imaginas trabajando de abogada también?
-No creo. Creo que me va a dar la tranquilidad de saber que no me tengo que sentar obligada a leer veinte libros. Es algo pesado. Cuando lo haga, será por placer. Me imagino tranquila cuando termine con esto, disfrutando de cosas que hacía antes.
Sol Pérez busca mostrar otra faceta
“Lo veo como una oportunidad”, dice sobre su incorporación a Rumis. “Es una experiencia copada porque estoy con un equipazo. Es algo distinto, algo que necesitaba porque estoy acostumbrada a trabajar en estructura. Esto es mas descontracturado, como una charla de amigos en donde uno se abre y cuenta cosas que quizás en otro contexto no cuenta”, destaca.
Y reconoce: “Yo meto la pata todos los días, cada segundo. Después lo veo levantado en algún lado y digo `¡para qué lo dije!’. Pero por serte no fue nada cancelable porque soy una persona que no suele tener dichos que estén fuera de lugar”.
“Hace poco conté algo que me pasó con una amiga cuando era chica y me habló todo el grupo de amigas porque nunca habíamos hablado de esa situación. Era algo que todas vimos, percibimos y que nunca pusimos en palabras. Gracias a eso se dio la charla”, ejemplifica sobre los tópicos sin rutina que tiene el programa.
Fotos: Chris Beliera.
Video: Cande Petech.
