Martín Carrizo, después de dar con el diagnóstico de ELA, se enteró de un tratamiento experimental que podía curarlo. Una persona en Estados Unidos con su misma enfermedad había tenido éxito y eso le dio esperanzas. Quería probarlo, tenía como ilusión máxima volver y demostrar que existía la cura. Unas inyecciones que salían 3.000 dólares por semana eran la meta, también instalarse en USA y soportar mucho dolor.
En este largo proceso, una de las personas que más acompañó al baterista fue el Indio Solari, con quien venía trabajando como ingeniero de sonido hacía 10 discos. "Mirá si no le mandaba mensajes todos los días cada cinco minutos, creo que lo hacía para que no perdiera magia lo que él sabía que le causaban sus mensajes", dice Cecilia "Caramelito" Carrizo sobre el lugar que tuvo el fundador de los Redonditos de Ricota en sostener a su hermano quien murió en enero de 2022.
Caramelito escuchó a su hermano, hizo cuentas y llamó a Juan Carr. “¿Cómo hago esto?”, le preguntó. “Esto es muy fácil, Cecilia. No me digas cuánta plata necesitás porque no me importa. Vos hacés las cuentas bien de todo lo que necesitás. Cuando ya tenés la cuenta, la vas a dividir por la cantidad de amigos y amigas que vos pensás que van a querer acompañarlo y ayudarlo”, le dijo y le recomendó que pusiera su CBU personal para que la gente tuviera la certeza de que era ella. Y como el tema de pedir dinero para ella era algo incómodo, pensó en los 25 años de carrera que tenían ambos y en cómo la gente siempre los había acompañado.
“Dije: ‘Voy a pedir 100 pesos’. Muchos me decían: ‘100 pesos, vas a tardar 20 años’. Puse el mínimo valor posible porque lo que yo estaba buscando era amor, no plata”, sostiene y cuenta, quebrada, que a los 20 días tenía en su cuenta toda la plata que necesitaba. “Lo vi tan claro, dije: ‘Quiero que lo ayude el que trabaja, el que va en el tren colgado escuchándolo tocar, sin que le represente un costo real’. Obviamente vino un amigo mío y me trajo 10 mil dólares en un sobre, venía gente y me daba 10.000 pesos, 5.000… pero había gente que me daba 83 pesos. Y era lo mismo”, recuerda emocionada la conductora.
-Es muy fuerte lo que hiciste vos, como pusiste tu cuerpo, tu tiempo y toda tu energía en medio de un momento en el que tiene que haber sido muy difícil estar entera.
-Es que yo sentía que no lo hacía sola. Estaba con él y con todos ustedes. Un día me agarró como una locura y empecé a imprimir los extractos porque descubrí que cuando la gente hacía la transferencia o el depósito sumaba mensajes. “Te amo”, “sanar”, “vamos”, “fuerza”. Cuando vi eso se lo conté a él y fue tan lindo recibir ese amor de la gente.
-Claro, no sólo era la plata.
-Lo último que te quiero decir sobre la colecta es que cuando la empecé, habían pasado dos días, y me llamó Gaspar, uno de los Fundamentalistas, y me dijo: “Cecilia, vamos a hacer un show para Martín”. Ese fue el Indio. Le hicieron todo un show para él. El Malvinas Argentinas puso el estadio gratis, las luces, los operadores… toda la gente yendo a trabajar para regalarle todo a él. Se llenó el estadio y fue el primer show de los Fundamentalistas sin el Indio para Martín y el primero en el que el Indio salió de manera virtual en vivo. Una belleza. Lo que hicieron por él no tiene cálculo, porque propiciaron el espacio y el momento para que todas esas almas se acerquen a él. Si metían la mano en el bolsillo y me daban ese monto… eran billetes, eran papeles, era plata. Eso fue amor.
-Fue muy loco lo que se generó en el ambiente musical. La colecta, el show a beneficio de los Fundamentalistas del aire acondicionado.
–La relación que él tenía con Gustavo Cerati y después con el Indio Solari… Lo que ha sido el Indio para Martín en los últimos años. Yo creo que él no tiene idea. Yo traté de expresárselo, seguramente Martín también lo hizo. Él en su corazón lo debe sentir, pero fue tan importante para mi hermano desde el amor que le dio, desde el sostén. Fue increíble para él y lo había empezado a hacer en lo profesional porque lo eligió muchos años, le dio lugares de un valor increíble. Fue su ingeniero de sonido en casi 10 discos y su confianza en él fue creciendo al punto de que se fusionaron y ¡se entendieron tanto! Creo que esa relación para el Indio era fundamental porque la poesía del Indio de verdad tiene que ser cuidada a un extremo que no se desvirtúe en ningún punto, entonces darle ese lugar tan valioso a alguien es como algo mágico.
-También desde lo humano, porque lo acompañó hasta último momento.
-Sí, cada vez estaba más cerca. Mirá si no le mandaba mensajes todos los días cada cinco minutos, creo que lo hacía para que no perdiera magia lo que él sabía que le causaban sus mensajes. Se adoraban. Me sigue mandando mensajes muy hermosos diciéndome cosas sobre Martín. Está todo el tiempo presente incluso cada tanto en su Instagram pone fotos de Martín. Yo le decía a mi hermano incluso antes de que estuviera enfermo que era un ser de otro planeta.
Días antes de que arrancaran las cuarentenas estrictas en el mundo por la pandemia del coronavirus, Cecilia y Martín viajaron a Estados Unidos. Alquilaron un departamento, y arrancaron con el tratamiento -además de las inyecciones incluía clases de pilates-. Las cosas el primer mes parecían funcionar: el baterista recuperaba los músculos de sus brazos que estaban como desintegrados. Sin embargo, no logró mover ni un dedo. “Era muy perseverante. Así logró todo. No sé de dónde sacaba esa fuerza. Aguantó un año haciendo ese tratamiento que le dolía un montón. Tengo todo anotado. Resistió hasta que en una charla le dije que no podíamos seguir con eso. Estaba lejos, solo, no evolucionaba. Había perdido la movilidad de casi todo el cuerpo, no podía sostenerse parado. No había más plata, pero además había algo de soportar todo ese dolor sin que hubiera cambios”, cuenta.
Caramelito estuvo dos meses en 2020, después volvió a viajar a fin de año y terminó yendo a buscar sus cosas cuando decidieron dar por acabada la prueba. “Él quería quedarse. Lo hablamos mucho”, suma.
-Es loco porque los dos crecieron juntos en el ambiente y vos tenés un perfil más tierno y él, de rockero duro.
-Tal cual, igual somos los dos lo mismo en esencia. Pero sí está esa forma, aunque él era un dulce de leche. Todos los que lo conocían hablaban de eso, de su sonrisa, de sus abrazos. Era muy abrazador, muy toquetero, muy cariñoso, muy simpático. No era ese rockero duro para nada. Tomaba Nesquik.
-¿Pudiste acompañarlo hasta el final?
-Hasta el último instante literal. Es lindo porque en una situación dura hay algo lindo. No cambio por nada haber vivido lo que viví al lado de él, porque, de hecho, él era tan bueno y protector que la última Navidad me pidió perdón. “¿Perdón?, yo no cambio esta Navidad por nada del mundo”, le dije.
-¿Sentís alguna conexión con él ahora?
-Sí, total. Impresionante, pero impresionante. Hay algo de nuestras almas, muy power. Algo de él quedó en mí. Hay cosas muy fuertes, que yo sé que está conmigo. Lo sé y lo sé. Te digo una que para mí fue como muy clave. Yo no soy católica, pero a veces, por algo en particular, busco qué Santo es. No me preguntes por qué. Por ejemplo, cuando encontré el departamento donde ahora vivo, yo sentí algo muy especial y lo busqué y era San Benito y mi hijo se llama Benito. Ahora me pasó hace muy poco una cosa como muy power que no viene al caso y busqué qué Santo era y era San Juan de la Cruz.
-¿Qué significado tiene?
-Casi me muero cuando vi que era San Juan de la Cruz. Cuando Martín se murió, quise postear para que todos supieran que él había fallecido una foto y elegí una foto que estamos los dos chiquitos, él, disfrazado de marinero y yo, de muñeca. Estamos de la mano agarrados. Es en el colegio San Juan de la Cruz, él fue sólo un año a ese colegio. Te juro que sentí que estaba diciéndome algo. Son cosas que a mí me pasan. Siento muchas cosas así con él, me aparece en momentos especiales.