Benjamín Vicuña publicó la semana pasada su libro más personal: Blanca, la niña que quería volar. Obra en la que aborda la muerte de su hija mayor, Blanca Vicuña Ardohain, quien falleció el 8 de septiembre de 2012 a causa de una bacteria que contrajo en un viaje a México. La misma le provocó una neumonía hemorrágica, seguida de un derrame cerebral.
Al comienzo del libro el actor cuenta con sumo detalle uno de los mometos más duros para él como padre, que fue tener que estar en el funeral de su hija. El mismo se llevó adelante en el Colegio Sagrados Corazones de Manquehue, Chile. A esta ceremonia asistieron los amigos y familiares más cercanos de la familia, y medios de comunicación tanto de Argentina como del país trasandino.
Sin embargo, nadie más que Pampita y Vicuña podía describir cómo fue esa jornada tan trágica en sus vidas. "El día del funeral de Blanca visité mi propia muerte. Mi propio entierro. El fin claro de una era, de una vida. En la misa estaban mis compañeros de colegio y de trabajo, todos los profesores que tuve, todos mis amigos", comenzó recordando el artista.
"Mi hijo Bautista se había quedado dormido en mis brazos, y con él así, en el momento de la paz de la misa empecé a saludar a los que estaban a mi lado, pero terminé saludando a todas las personas porque con cada una tenía distintos grados de cercanía. Fue muy emocionante pero también muy especial, porque sentí que mi hijo pegado a mi pecho era como un escudo que me protegía", continuó.
Es en esta parte de la historia Benjamín Vicuña quiso recordar el gesto de su hijo, que por aquel momento sólo sumaba cuatro años. "Cuando hubo que dejar a Blanca yo no me quería ir, me quería quedar ahí. Hasta que Bautista, que ya estaba despierto me dijo: 'Papá vámonos. Ella ya no está acá'. Y señalándose el corazón agregó:'Está ahí adentro'", rememoró Benjamín cómo con estas dulces palabras cristianas que había aprendido en su colegio lo llenó de paz.
"Mi hijo me estaba diciendo lo que cada mañana escuchaba en el colegio cuando le cantaban a Jesús, y que Jesús está en el corazón. Pero en ese momento sentí que me estaba hablando el mismísimo Dios. Y eso me sirvió para poder irme", cerró.
