“Sé que ‘Fernández’ es el cuarto apellido más popular de Argentina, pero conmigo siempre fue diferente: Todo el mundo se acordaba de mi primer nombre”, sorprende Benito, que se llama así por su abuelo, y “de grande” descubrió “mi vocación como diseñador; si bien, haciendo una retrospectiva, admito que desde chico ya me interesaba todo aquello relacionado a la moda”.
–¿Y cuándo se dio cuenta de que su pasión podía terminar siendo rentable?
–Cuando empecé a pensarla como una carrera, una industria, y no como un hobby.
Referente indiscutido en la materia, Benito Fernández (61) se convirtió en una Marca registrada en el mundo de la moda. Sin embargo, en sus casi tres décadas y media de trayectoria transitó distintos momentos, y no todos tan exitosos como los que le toca vivir en la actualidad.
“Hubo algunos bastante difíciles, como en 2001, tras la debacle económica del país, cuando debí abandonar Buenos Aires y radicarme en Barcelona, España. Toda una experiencia. Pero me enseñó que hay segundas oportunidades, siempre que tengas ganas”, memora el admirador de Valentino y Karl Lagerfeld, “mis dos grandes referentes”.
¿Cuáles son para el bonaerense las cinco palabras que le sugeriría poner en práctica a un emprendedor que desea proyectar su marca propia? “Trabajo, esfuerzo, tenacidad, ímpetu y perseverancia… Ah, y buscar ese ADN diferente que uno tiene y hace que te reconozcan fácilmente”, señala.
–¿Y usted cuándo comprendió realmente que se había convertido en una marca registrada?
–A partir de 2009, con el vestido de Natalia Lobo en los Martin Fierro, que fue ¡muy criticado! Desde ese momento las marcas empezaron a llamarme para poner mi impronta en otros productos masivos.
–¿Y si mañana sus hijos plantearan ponerle Fernández, en lugar de Benito, a la marca que van a heredar, ¿qué les sugeriría?
–Nunca lo pensé, pero sería genial que puedan hacer algo con mi legado.
–¿Qué consejo le darías a un emprendedor que quiere llegar a ser marca registrada?
–Le diría que hay tres claves: la primera es el trabajo, la segunda no bajonearse y seguir adelante ante todos los obstáculos, y la tercera es lograr generar un ADN. Es decir, que lo que hacés se reconozca y diferencie. Que no haya igual.
Fotos: Gentileza B.F.
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