Con 339 votos a favor, 249 en contra y 24 abstenciones la Comisión Europea aprobó la prohibición de vender vehículos de combustión en 2035. La decisión cayó como un balde de agua fría a la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), que no cree que se pueda cumplir con ese objetivo.
Concretamente, la asociación ha achacado su preocupación a que esta transformación depende de “muchos” factores externos que no están en manos de los fabricantes y del propio sector.
“Dada la volatilidad e incertidumbre que experimentamos a nivel mundial día a día, cualquier regulación a largo plazo que vaya más allá de esta década es prematura en esta primera fase. En su lugar, es necesaria una revisión transparente a medio camino para definir los objetivos posteriores a 2030”, explicó Oliver Zipse, presidente de ACEA y también consejero delegado de BMW.
Sin embargo, ACEA ha celebrado que la Eurocámara haya mantenido la propuesta de la Comisión sobre los objetivos de emisiones para 2025 y 2030, aunque advierte que estas metas solo podrán alcanzarse con un “aumento masivo” de la infraestructura de recarga.
Así, Zipse ha defendido que dicha revisión deberá evaluar si el despliegue de la infraestructura de recarga y la disponibilidad de materias primas para la producción de baterías serán capaces de responder al “fuerte y continuado” aumento de los vehículos eléctricos de batería en ese momento.
En base a ello, la asociación ha pedido a los eurodiputados y ministros de la UE que adopten los distintos elementos de paquete Fit for 55, concretamente los objetivos de CO2 y el Reglamento de Infraestructuras de Combustibles Alternativos (AFIR), como un paquete “coherente”.