¿Qué sucedería si a un muscle car de los ’60 se le coloca la última tecnología de propulsión eléctrica? La respuesta llegó a través del preparador ruso Aviar Motors Russian, que tuvo la idea de integrarle a un Ford Mustang Fastback de 1967 el sistema eléctrico y varios componentes más del Tesla Model S. Así nació el Aviar R67.
El primer paso para esta transformación fue crear un chasis de resina compuesta y aluminio con el objetivo de aumentar la rigidez y la seguridad del vehículo. Encima se le puso una carrocería fabricada en fibra de carbono para aumentar su ligereza y mejorar la capacidad de aceleración.
Se aprovechó para mejorar la aerodinámica, refinando aún más la carrocería y dotando al vehículo de un spoiler activo que cambia de posición según la velocidad. El look deportivo del Aviar R67 se completa con un juego de llantas de aluminio de 20 pulgadas con neumáticos de alto desempeño, grupos ópticos de LED y molduras y paragolpes cromados.
Para la parte mecánica se tomó del Model S la batería, que le permite una autonomía de 500 kilómetros, los motores y la caja de cambios. Por medio de dos impulsores eléctricos -lo que lo convierten en un auto de tracción total-, el deportivo alcanza los 840 CV, que llevados a la acción le permiten acelerar de 0 a 100 km/h en solo 2,2 segundos. La velocidad máxima es de 250 km/h debido a que está limitada electrónicamente.
Este rendimiento es acompañado de por una suspensión adaptiva (además de modificar la rigidez puede variar la elevación de la carrocería), un sistema de frenos de alto desempeño, control de estabilidad y tracción y un sistema de audio externo que simula el funcionamiento del motor y el sistema de escape del legendario Shelby GT500.
Del Tesla Model S también hay detalles en el interior como el sistema multimedia con pantalla táctil de 17.0 pulgadas con navegación por satélite, además de la conducción semiautónoma.
