Leonardo DiCaprio dio su gran salto a la fama en 1997, cuando el director James Cameron lo convocó para que sea el protagonista de Titanic. Si bien ya tenía un recorrido en la pantalla grande, aún no era una de las principales figuras del cine. A tal punto, que antes de que el proyecto salga a la luz, su rol protagónico fue mirado de reojo.
En más de una oportunidad Cameron contó que el rodaje fue toda una odisea. Incluso, en un instante, hasta estuvieron a punto de abandonar el proyecto. En el momento en el que se produjo la réplica del hundimiento del trasatlántico que se perdió en el mar en 1912, para que se vea creíble, filmaron en aguas heladas. Otras de las complicaciones fue la poca luz natural con la que contaban.
Más allá de todo eso siguieron adelante. Con todo esto sobre las espaldas, una escena inconclusa que les generó más de un dolor de cabeza. El director no estaba conforme con el momento en el que Jack (DiCaprio) se acerca a la proa y se sube a la baranda, abriendo sus brazos. En su cabeza sostenía que, además, necesitaba una frase.
De esa manera nació la célebre: “¡Soy el rey del mundo!”. “La frase se me ocurrió en el momento, cuando estaba en la grúa por filmar la escena. Nos estábamos quedando sin luz, nada nos funcionaba. Lo miré a Leo y le dije que tenía una frase para él”, contó Cameron en alguna oportunidad.
Sin embargo, no todo fue así de sencillo como parece. Leo no quería saber nada con acatar la orden. Le parecía que era insignificante y que no le iba a aportar nada a la historia. “Él no daba crédito, no quería decirla”, recordó el director.
Fue un momento en el que el protagonista y el director tuvieron un ida y vuelta que cada vez fue subiendo más de tono. Ante lo acontecido, James recordó: “Le seguí insistiendo hasta que lo convencí. Le dije: ‘Quiero que lo digas y que vivas el momento. ¡Tienes que vender el puto momento!’”.