Está en escena en el teatro Hermitage de Mar del Plata, y ¡pum! se desnuda.
Strip tease. Totalmente inesperado. No parece Carolina Papaleo. No. Es algo
candente, vivaz, una llamarada en las tablas de Cabaret Bijou, el clásico de
Alfredo Zemma que comparte con Moria Casán y Juan Leyrado. 34 años, hija de Irma
Roy y Osvaldo Papaleo, capricorniana, actriz y estudiante de Diseño y Liderazgo
Ontológico ("Es algo así como una disciplina metafísica dedicada al autoconocimiento", explica ella). Enterró, tiempo atrás, su relación con Mario
Río, su personal trainer. Hoy, nuevo hombre: José Luis Revah, su profesor de
ontología. Y a su lado, el otro hombre, el que pisa sin hacer ruido. No, no se
confunda: hablamos de su hijo Matías, de cinco años. Pero todavía está desnuda
en las tablas de ese teatro, y Carolina Papaleo parece un mundo completamente
distinto. Y se abre una ventana, a un mundo vasto, complejo. A una mujer que
busca su destino.
-Acá empezó todo, Papaleo.
-Dios, tanto tiempo atrás... Hice mi debut en 1988 acá en Mardel, diecinueve
años tenía. Fue en Yo, ¿dónde duermo?, una comedia junto a Rodolfo Ranni y María
Valenzuela. Y fue muy raro ese verano. Habían fallecido Olmedo y Alicia Muñiz,
la mujer de Monzón. El clima era denso, cargado de desgracias. A partir de ese
momento, decidí quedarme en Buenos Aires.
-Sin embargo, se trajo un pequeño souvenir.
-Un gatito siamés. Le puse Benet, por el apellido de mi personaje en la obra.
¡Mis viejos no querían saber nada con él! Pero se las ingenió para estar a mi
lado trece años de mi vida. Tengo lindos recuerdos de este lugar, como verás.
-Algún día, tenía que regresar.
-Tres años atrás, volví. Hice La dueña de la historia, con Nora Cárpena, y nos
fue bárbaro. Era otra ciudad, otra onda. Y la pasé muy bien. Hoy, en esta obra,
siento que formo parte de un espectáculo muy completo.
-Y… completo es. ¡Tiene hasta strip tease!
-Sí, pero no es sólo mostrar las lolas. Para hacer esto, tomé clases de canto,
baile, y empecé a ir al gimnasio. En lo que hago, soy una mina muy obsesiva.
-¿Y en sus hombres, Carolina? ¿Se traduce esa obsesión?
-Ya no. Intento cada vez estar más en calma, atravieso un buen momento. ¿Los
malos recuerdos? Que se queden como una lección. Aprendí a permitirme mis
propios errores, y a darme espacio para crecer.
-De Mario Río, el padre de su hijo, ¿se arrepiente?
-¿Sabés qué? Recién ahora me lo explico. A veces me siento culpable, a veces me
justifico… Pero la bendición es el hijo que tengo, y el aprendizaje que me dejó
Mario. Gracias a él, aprendí a no darle más poder del necesario al hombre que
esté junto a mí, y a confiar más en mí misma.
-¿Y cómo es hoy la relación entre padre e hijo?
-No. Ni se ven. Creo que el papá de Matías está viviendo afuera…
-Usted, hoy cursa Diseño y Liderazgo Ontológico. En su carrera, una
confrontación con su pasado es necesaria. ¿Cómo vamos con esa retrospectiva?
-Fue complicado. Después de la experiencia con Mario, creí que iba a ser difícil
vincularme con alguien fuera del medio donde trabajo. Pero después me fui dando
cuenta que iba a ser lo mismo de todas maneras. Que a pesar de que viniesen de
yo donde vengo, no iban a aceptar que yo fuese Carolina Papaleo, que saliera
sexy en las revistas, que fuese a cenar con mis amigos, y mil cosas más.
-Entonces…
-Mi vida empezó a pasar por otro lado, y mis proyectos personales ya no
conectaban con los de otras personas. Aposté a otro norte.
-A José Luis, su nuevo amor.
-Fui su alumna. Y me encanta. Es inteligente, medido y compañero.
-¿O sea que ya no más embrollos del cuore para usted?
-No. Basta de eso. Rompí ese patrón. Ya no quiero amores revoltosos ni rebeldía.
Ahora yo soy la que pone los límites, para estar más en paz conmigo misma y con
el otro.
-Vida resuelta, que le dicen.
-Tengo todas mis energías puestas en mi hijo y en mi trabajo. Este año voy a
hacer teatro y cine. Voy a filmar una historia feminista con libro de Esther
Goris.
-¿Se hace cargo de ser feminista? No es una bandera liviana para levantar.
-No. Pero tampoco soy machista. De todas formas, y de ninguna forma, la mujer es
el sexo débil. Yo soy una mina independiente. Mantengo mi casa y a mi hijo. Pero
no quiero dármela de rebelde. Sólo quiero que la gente respete mi forma de
pensar.
-No la pasó grata en ese aspecto, al parecer.
-No supe poner límites a tiempo. Antes aguantaba, no resguardaba mi propia
dignidad. Hoy, no tengo porqué aguantar nada, y actúo como pienso.
-Hablemos de límites más tiernos. Los que le impone a Matías, por ejemplo.
-Me cuesta, pero lo hago. Soy una mamá divertida, presente en la vida de mi
nene, y él entiende que mamá tiene que salir de casa para ir a trabajar. Es un
enanito, pero mira al mundo con ojos de adulto. Muy obediente y perfectito, mi
nene (risas).
-Cuánta intensidad, Papaleo. ¿Se le hizo costumbre?
-Sí. Absolutamente. Estoy enamorada de la vida. No podría ser de otra forma.
por Pablo Procopio
fotos: Christian Beliera
agradecimientos: Tina del Moral, Ricky Sarkany y www.pescaembarcadamdq.com.ar
Este verano se destapó como mujer y actriz: dice que aprendió a no darle tanto poder a los hombres y se quita el corpiño sin inhibiciones sobre las tablas. Eso sí, dice que de rebelde no tiene nada.
Soy una mina independiente. Mantengo mi casa y a mi hijo. Pero no quiero dármela de rebelde. Sólo quiero que la gente respete mi forma de pensar"">
"Soy una mina independiente. Mantengo mi casa y a mi hijo. Pero no quiero dármela de rebelde. Sólo quiero que la gente respete mi forma de pensar"