Fue una de las primeras en llegar al Este. Aterrizó el 25 de diciembre en un jet privado con cuatro valijas: dos con los looks ya armados por su productora de moda personal para todas las fiestas y eventos de la temporada, y otras dos con diversas prendas de su guardarropa. Desembarcó directamente en Patmos, el caserón de 500 metros cubiertos más parque, en el que se hospeda frente al balneario Buenos Aires, del que se apresura a decir: “No estoy alquilando. Es del amigo de un amigo que me la prestó”. Es que Karina Jelinek (32) –aunque separada de Leonardo Fariña– sigue viviendo una vida de lujos. “Mi ex marido decía que me casé con él porque andaba en una Ferrari. Pero no es así, porque yo siempre estuve con hombres con ese estilo de vida. Vine a Punta en un avión privado, pero que no es mío. Tengo muchos amigos con avión que me lo prestan, y soy una privilegiada de tener esas posibilidades. Lo único que alquilé fue el auto”, dice la morocha de Life Chekka, que maneja un BMW descapotable.
–¿Entonces, como soltera, no bajó tu nivel de vida?
–¡No! De hecho me va mejor y estoy laburando más. ¡Desde que me separé me llaman mucho más que antes!... Trabajo hasta los domingos. Incluso tengo un proyecto para hacer una película este año. Ahora estoy híper activa y generando para mí. No dependo de nadie, y es una gratificación que me llena. Creo que es una bendición que Dios me mandó del cielo por todo lo que sufrí. No soy millonaria, pero tengo un buen pasar.
–¿Ya llegaste a un arreglo con Fariña?
–Firmé un acuerdo de paz, que es lo mejor que me pudo haber pasado. Dios lo tocó con la varita mágica... ¡Porque estaba endemoniado! Abría la boca y tiraba fuego, me mataba en todos los canales y yo vivía llorando. Yo no soy así, no me gusta pelearme con nadie. El se comprometió a no hablar mal de mí, y por suerte lo está cumpliendo.
–¿Y en lo económico?
–El tema de los bienes lo están siguiendo mis abogados Carlos Sánchez Herrera y Carlos Froment, que son los mejores. Si ves cómo fue toda la novela, te das cuenta de que manteniendo un bajo perfil se manejaron muy bien.
–¿Te vas a mudar del departamento?
–Tal vez lo haga cuando se solucione todo. Es un lugar muy grande para mí sola, y algún día me voy a tener que ir. Pero como te decía, mis abogados están siguiendo el tema.
–¿Las denuncias de lavado de dinero te perjudicaron?
–Es un tema delicado, que está en proceso de investigación. De todo lo que Leo haya hecho o no, yo estoy totalmente despegada. La gente sabe cómo soy.
–¿Te da pena haber terminado así con un hombre que amaste tanto?
–Ya no siento nada por él, y le deseo lo mejor. Hoy veo las cosas diferente, aprendí, crecí mucho. Con el tiempo empecé a analizar y veo con claridad. Porque toqué fondo, fui muy humillada... y en público. Estuve con una gran depresión. Pero lo malo me fortaleció. Ahora nada me destruye... ¡Soy la Mujer Maravilla! (levanta la mano para chocar los cinco y guiña como diciendo: “¡Que título te tiré!”).
Leé la nota completa en la edición 2529 de Gente.
Desde la casona estilo griego que le prestaron –“un amigo de un amigo”– en el balneario Buenos Aires, vive con cuatro de sus íntimos. Dice disfrutar siendo anfitriona de grandes asados.
Se levanta pasadas las 13 horas. Luego del desayuno que le prepara su cocinera –variedad de frutas, quesos, yogures y cereales–, se dedica a tomar sol al borde de la pileta. ¿Tiempo de lookearse antes de salir? “Tres horas”, aseguran quienes conviven con ella. ¡Toda una diva!
“Toqué fondo con lo que me pasó: fui humillada, y en público. Estuve con una depresión muy grande, pero eso me fortaleció, y ahora nada me destruye. ¡Hoy soy la Mujer Maravilla!”