María Luján Oulton se presenta como curadora de videojuegos experimentales y artísticos. Forma parte de grupos que promueven la participación de mujeres en toda la cadena de valor y cree que los games son mucho más que un juego.
“Me dedico también a la divulgación académica y al fomento de la participación femenina dentro de la industria de videojuegos”, dice Luján Oulton (37). Llegó allí casi por casualidad: a través de un proyecto artístico que cuestionaba a los videojuegos como piezas de arte.
El ambiente la fascinó pero no todo es color de rosas. “El universo de los videojuegos sigue siendo prioritariamente masculino; si bien van cobrando mayor fuerza las voces femeninas y se visibiliza nuestra participación, aún somos minoría. Es notorio también como dependiendo el sector dentro de la industria crece esa diferencia: por ejemplo en el área de desarrollo, periodismo o e-sports, ahí tenemos aún bastante batalla por dar. Se considera natural que un hombre se dedique a los videojuegos y haga una carrera de eso y que produzca determinado tipo de juego”.
Consciente de la urgencia de romper estereotipos tanto en lo que tiene que ver con la creación de los mismos como en los usos y el potencial que estos tienen. “Hubo un suceso clave en 2012 con el hashtag #onereasonwhy que sirvió para visibilizar las diferencias de poder y de roles, el acoso y maltratato que sufren muchas de las mujeres y minorías en la industria, mientras los hombres cis disfrutan beneficios”.
En esta línea creó junto a colegas la agrupación WIG.Ar (Women In Games Argentina). “Investigamos dónde comienza la grieta; a fin de cuentas es una cuestión cultural que viene de hace años, son prejuicios ligados a la distinción de género, las ciencias duras y el ocio, al techo de cristal. Es un trabajo hormiga el que hay que hacer, empezando desde pequeñas, pero ya está sucediendo”, afirma.