El 14 de diciembre, Canadá se convirtió en el primer país del mundo en aplicar una vacuna contra el coronavirus. Ese día comenzó una nueva etapa en la lucha contra el virus que mantuvo en suspenso a la sociedad mundial durante 2020 y que sigue afectando la vida cotidiana de las personas.
Desde entonces, múltiples Estados han comenzado –con dispares recursos– sus programas de vacunación, con el deseo de inmunizar a la población tan pronto como sea posible. Al momento, y con cerca de un 20 por ciento de la población ya vacunada, Israel encabeza el ránking de países con mayor velocidad en su plan de vacunación. Lo siguen los Emiratos Árabes con cerca de un 10 por ciento de los habitantes ya vacunados y Barein, con 4,25 por ciento de ciudadanos ya inmunizados contra COVID-19.
En Argentina la campaña comenzó el 29 de diciembre y, de acuerdo a los datos que brindó el Ministerio de Salud, al momento casi un 0,1 por ciento de la población ya recibió la primera dosis de la vacuna. Parte de la población celebra que el personal de salud ya esté recibiendo la inmunización, en tanto que otros se muestran más escépticos: están los que desconfían de la eficacia de la fórmula y quienes cuestionan al Gobierno por considerar imposibles los plazos que propone.
Mientras tanto, muchos argentinos hicieron pública (y efectiva) su decisión de viajar al exterior para ser vacunados contra el virus. El destino preferido es Miami, donde los hospitales comenzaron a recibir a mediados de diciembre las vacunas para inmunizar a los trabajadores del sistema de salud. Desde entonces, Estados Unidos ha colocado cerca de 6 millones de dosis, no sólo a quienes están en la primera línea en la batalla contra el virus sino también a las personas que integran los grupos de riesgo.
De hecho, Ron de Santis, gobernador del estado de Florida, firmó una orden para habilitar la vacunación a mayores de 65 años. Esto convirtió al estado del Sur de los Estados Unidos en el primero que vacunó a la población más allá de los trabajadores de la salud. La polémica en torno a la decisión de De Santis no se hizo esperar, ya que no sólo los residentes están habilitados para recibir la vacuna, sino también los turistas.
Por supuesto, los centros de vacunación –a los que sólo se puede asistir con cita previa– están colapsados, más aun considerando que una de las características del estado de Florida es que alberga a la población más anciana del país. Y esto llevó al debate en torno al derecho de los turistas a recibir la vacuna en ese territorio.
De un lado están quienes consideran que es importante la inmunidad y por ello todos deberían acceder a la vacuna. Del otro, quienes sostienen que debería haber prioridad para los ciudadanos estadounidenses. En cualquier caso, al brindar los turnos los centros de salud confirman que existen las dos dosis que debe recibir cada persona (la segunda es tres o cuatro semanas después de la primera, según se trate de la producida por Moderna o la desarrollada por Pfizer).
El tema es que cada centro de salud determina sus propias reglas: algunos solicitan número de seguro social, como por ejemplo Cleveland Clinic –en realidad requiere usuario, y para tenerlo es condición necesaria poseer aquel–. Luego de colocada la vacuna, los pacientes deben esperar una hora en una sala del centro médico para confirmar que la misma no ha tenido ningún efecto adverso y recién entonces se pueden retirar.
Asimismo, este viernes 8 de enero comenzó a funcionar un centro de vacunación estatal en el estadio Hard Rock, donde ya se había instalado un centro de testeo. Según el anuncio oficial, se aplicarán allí unas mil unidades diarias de la vacuna creada por Moderna. El estado también anunció la próxima apertura de otro centro de vacunación asociado con una cadena de supermercados, a fin de facilitar el acceso a la vacuna a personas mayores.
