La ministra de educación porteña abre las puertas de su casa y presenta a Tomás, su segundo hijo varón, mientras acompaña a su equipo en la implementación del enorme desafío de enseñar a través de plataformas tecnológicas.
A los 45 años Soledad Acuña, la titular porteña de Educación, ministerio que estrenó hace tres semanas en el Barrio 31, abre las puertas de su casa y presenta a Tomás, su segundo hijo varón. A su lado se encuentran los otros dos hombres de su vida: Santiago, su primer hijo de 11 años y su esposo Diego Kravetz (48), jefe de Gabinete de Néstor Grindetti, el intendente de Lanús. “Ser mamá en este momento reforzó mi compromiso con la educación del futuro”, confiesa Sole mientras su otro hijo acaricia la cabeza de su hermano.
Muy cerquita de ellos, “un papá baboso –así lo describe Soledad-”, saca las primeras fotos del recién llegado al hogar. Un bebé que sin dudas arranca su vida con una anécdota que todos van a recordar de por vida. Porque Tomás nació el lunes 30 de marzo en el Hospital Italiano, bajo un estricto protocolo sanitario. La funcionaria pudo disfrutar de sus últimos días de embarazo en su casa porque el 20 de marzo, cuando ya no había clases en todo el país por el coronavirus, había comenzado su licencia por maternidad.
El bebé pesó 3,4 kilos y durante meses, su nombre para la familia fue “una cuestión de estado”. Papá Diego había elegido Iván y se mantuvo firme hasta el final del embarazo. Pero rápidamente le salieron dos contrincantes. Santiago, el hombre de la casa cuando papá no está, había elegido Lorenzo. Mientras que la mamá puso a consideración el nombre de Iván. Y finalmente, fue Soledad quien ganó la pulseada y así "bautizaron" al nuevo integrante de la familia. Lo único que no está en discusión es el cuadro del bebé. Uno de los primeros regalos que recibió fue la camiseta de Boca, el equipo del que es hincha fanático toda la familia.
