Cuando asumió en diciembre el Ministerio de Educación tenía en mente otras batallas. Hoy sostiene que la pandemia visibilizó profundas desigualdades sobre las que es necesario trabajar y analiza cómo volver a clases.
“Los alumnos están volviendo a las aulas”, dice Nicolás Trotta (44), Ministro de Educación de la Nación respondiendo a una de las preguntas del momento: “¿Cuándo vuelven los chicos a la escuela?”. Enseguida detalla su respuesta: al momento de la charla el gobierno tenía información de que 20 mil alumnos de diferentes departamentos de Formosa y Catamarca estaban volviendo a la modalidad presencial.
“En otras dos provincias iniciamos un proceso de regreso a las aulas. El más ambicioso fue la provincia de San Juan. Pudimos sostenerlo durante dos semanas pero hubo un cambio epidemiológico y tuvimos que retroceder”, explica. Agrega que en Santiago del Estero comenzaron a regresar a la escuela directivos y docentes y que a mediados de septiembre podría concretarse la vuelta a las aulas en La Pampa y San Luis.
Se nos impone una escuela en transición. No es la escuela que queremos: implica extremar las medidas de higiene y seguridad, que los niños usen tapaboca en todo momento y, por supuesto, no tenemos certezas.
Nicolás Trotta
“Es un día a día porque tenemos claro que hay que priorizar el cuidado de la salud en el marco de una pandemia. Venimos trabajando desde hace tres meses en preparar protocolos, preparar las escuelas, aprender de las experiencias de otros países y teniendo claro que lo que afirmamos hoy puede variar si cambia la realidad epidemiológica”, afirma. Y eso es parte de lo que implica esta suerte de “nueva normalidad”.
-En un país como Argentina, 20 mil alumnos no es un mucho...
-Estamos volviendo. Veinte mil es un número muy bajo. Son dos jurisdicciones de 24. Esta es una situación de mucha complejidad no sólo para la Argentina sino para los países del hemisferio Norte que recibieron el impacto de la pandemia con antelación. No es sencilla la realidad porque la vuelta según los protocolos aprobados por unanimidad por todas las provincias y la Ciudad de Buenos Aires. Se nos impone una escuela en transición. No es la escuela que queremos: implica extremar las medidas de higiene y seguridad, que los niños usen tapaboca en todo momento y, por supuesto, no tenemos certezas. En la región metropolitana, donde hay más circulación, es más complejo.
-Marzo parece lejano en este contexto, pero ¿Volverá entonces la escuela tal como la conocemos?
-Creo que la escuela de marzo del 2020 la vamos a recuperar sólo cuando haya una vacuna. Hasta entonces,los especialistas señalan que vamos a tener que sostener todas las medidas de distanciamiento físico. Esto implica escalonamiento y no concurrencia de todos los estudiantes. Tenemos una expectativa de que para el mes de marzo, haya o no vacuna, la realidad epidemiológica sea más positiva de lo que es actualmente. Y esperamos tener un inicio de ciclo lectivo de una “nueva normalidad”. También creemos que los años próximos, 2021/2022, serán trascendentes para llevar a cabo un proceso de reorganización pedagógica porque también sabemos que el impacto educativo y subjetivo de la pandemia para esos chicos y chicas es importante.
-¿Qué se prioriza para que los chicos vuelvan a clase?
-Hemos priorizado a los estudiantes que terminan un nivel. Hay provincias como La Pampa en las que el plan prioriza a quienes tuvieron menor nivel de contacto con la escuela.
No es que los chicos pasan de un grado al otro como si no hubiera pasado nada: estuvimos en una pandemia y llevamos más de cinco meses sin poder haber ido a la escuela.
Nicolás Trotta
-¿Cuál es el criterio para esa elección?
-La trascendencia del cierre de los aprendizajes que tenemos que garantizar en cada uno de los niveles. Y en el caso del nivel inicial, todo vinculado a los procesos de alfabetización que están viviendo los chicos y las chicas. Hemos aprobado esta semana, en el marco del Consejo Federal de Educación, un procedimiento respecto de la promoción de este año particular, atravesado por la pandemia, que implica una reorganización pedagógica de este ciclo lectivo con el de 2021. No es que los chicos pasan de un grado al otro como si no hubiera pasado nada: estuvimos en una pandemia y llevamos más de cinco meses sin poder haber ido a la escuela. Esto va de la mano de un proceso de diagnóstico ya que las aulas serán mucho más heterogéneas a la hora de regresar a la escuela.
-Sobre todo en los ciclos iniciales…
-Siempre nuestras aulas son heterogéneas y desiguales. Y por eso lo más importante es la capacidad de las maestras de trabajar y ahora lo serán mucho más: se agigantan las diferencias por los múltiples condicionantes del aprendizaje en el hogar. Hay condicionantes socioeconómicos, de acceso a la tecnología, la trayectoria educativa de los adultos del hogar, el tiempo disponible de estas personas. Llevamos adelante la Evaluación Nacional de la continuidad pedagógica que entre otros aspectos confirma que en 9 de cada 10 hogares quien asume la tarea de la continuidad pedagógica es la mamá porque se asocia a las tareas de cuidado en una sociedad que todavía no está transitando un esquema de paridad en las responsabilidades intrafamiliares. Y ahí nuestra escuela también tiene mucho que aportar en la construcción de esas paridades.
El 14 de marzo lo que más me preocupaba era garantizar que los comedores siguieran funcionando. Hoy nos desvelan dos cuestiones: cómo seguimos mejorando la posibilidad de la continuidad pedagógica y proyectar el regreso seguro a las aulas apenas las realidad epidemiológica lo permita.
Nicolás Trotta
-¿Hay algún programa para fortalecer a quiénes más perdieron?
-Hemos desarrollado un programa que denominamos “Acompañar” que tiene que ver con seguir fortaleciendo el vínculo con el 10% de estudiantes que no han podido establecer vínculo con la escuela, más allá de que es muy heterogéneo el vínculo del 90 por ciento restante que tiene aprendizajes diversos. Además esperamos que haya un mayor desgranamiento del habitual al momento del comienzo de clases principalmente por dos aspectos. Primero, por la crisis social y económica que se da en términos globales. Por otro lado, debido a la ruptura de la rutina: los chicos llevan prácticamente 10 meses de no concurrencia a la escuela. Poco más de un millón de estudiantes tiene ausencia de vínculo con la escuela: no quiere decir que no vayan a regresar al aula, como tampoco quiere decir que el 90% restante lo vaya a hacer. Habrá un importante proceso de desgranamiento que tendremos que atender como Estado nacional, jurisdicciones e instituciones de la sociedad civil.
-¿Qué ganaron y qué perdieron los alumnos?
-Creo que todos perdimos mucho. Y los chicos también. El impacto educativo y subjetivo es profundo. El aislamiento ha implicado poner en suspensión, por ejemplo, los procesos de socialización que son tan importantes para los chicos y las chicas en todo momento más aun en la educación inicial donde es un componente propio del crecimiento de los chicos y las chicas. También para quienes están terminando el colegio secundario: es un año muy importante y todos lo están transitando dentro de sus hogares.
-¿Ganaron algo?
-Es muy difícil generalizar. Sí, creo que todos han perdido. Muchos chicos ganaron la presencia en sus hogares, con sus padres. Eso es algo que hablamos mucho con Francesco Tonucci: los aprendizajes distintos que se llevan adelante en los hogares. Hay que tener presente la profunda desigualdad que hay en nuestro país. No podemos decir que hayan perdido lo mismo. Hay situaciones de mucha vulnerabilidad social, tenemos que marcar que la escuela tan lejana no permite el cuidado de muchos niños y niñas que están en situación de violencia en sus hogares. Nos preocupa mucho, pensando en el momento de regreso a la escuela, cómo abordamos esta experiencia tan compleja que han atravesado los chicos y lo transformamos en un activo a partir de procesar colectivamente estos momentos tan complejos.
-¿Qué le preocupaba en marzo, cuando se anunció la suspensión de clases y qué lo desvela hoy?
-El 14 de marzo lo que más me preocupaba era garantizar que los comedores siguieran funcionando. Tuvimos ese domingo una jornada de trabajo con el ministro Arroyo por ese tema y para planificar la transición hacia módulos de alimentos y viandas en todas las escuelas. Y pusimos en movimiento el programa seguimos educando. Hoy nos desvelan dos cuestiones: cómo seguimos mejorando la posibilidad de la continuidad pedagógica, poniendo el foco en chicos y chicas que están en situación de mayor vulnerabilidad y menor contacto con la escuela; y proyectar el regreso seguro a las aulas apenas las realidad epidemiológica lo permita. Soy promotor de volver a las clases lo antes posible en todo el país. En eso estoy trabajando.