Argentina fue el primer país de Latinoamérica y el decimo en el mundo en sancionar la ley de Matrimonio Igualitario en todo su territorio. El 15 de julio de 2010, once años atrás, fue "bisagra" en materia de Derechos Humanos para las personas LGBTQIA+ en el país.
La ley 26.618 despertó muchos debates en su momento que permitieron abrirse camino a otras leyes de relevancia como la de Identidad de Género, aprobada en 2012. En ese sentido, María Rachid, una de las fundadoras de la Federación Argentina LGBT (FALBGT), recuerda en diálogo con GENTE cómo fueron los años anteriores a que el Matrimonio igualitario llegara al recinto para ser tratado.
- ¿Cómo se gestaron los primeros matrimonios en los años previos a sancionarse la ley de Matrimonio Igualitario?
- En 2005 se fundó la FALGBT y fui la primera presidenta de la organización con el objetivo de alcanzar varios objetivos. Presentamos los primero proyectos de Ley de Matrimonio Igualitario en el Congreso y también presentamos amparos en la Justicia, más de 100 amparos en la Justicia de parejas que querían casarse. En paralelo, hicimos algunas campañas comunicacionales, spot con artistas, músicos y referentes de distintos ámbitos expresando su adhesión al proyecto. En ese contexto, yo fui parte de la primera pareja que presentó un amparo por Matrimonio Igualitario en Argentina, lo hice con mi anterior pareja, Claudia Castrosín Verdú. Fuimos a la Justicia en 2007 y presentamos un amparo solicitando que nos den el turno para casarnos. Ese fue el primer amparo presentado en la Justicia por Matrimonio Igualitario, que de hecho llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Después de que salió la ley, se filtró los votos de algunos de los jueces que eran favorables. Salió la ley primero, pero iba a ser un fallo favorable de la Corte. Luego se presentaron 100 amparos más, entre los cuales el cuarto amparo que presentamos dio lugar a un fallo favorable de primera instancia en la Ciudad de Buenos Aires. Gracias a esa campaña de amparos judiciales, el primer matrimonio se celebró en Ushuaia en 2009 y luego le siguieron nueve más antes de que llegue la ley.
Ya con la ley sancionada y promulgada en 2010, Argentina le abrió las puertas a "un montón de parejas que pudieron conformar sus familias". "Una vez que se aprobó la ley, ya estaba en pareja con otra persona. Ahora estoy casada con Maribe Sgariglia, con quien tenemos un hermoso bebé de un año y medio que se llama Camilo", cuenta la actual titular del Instituto contra la Discriminación de la Defensoría del Pueblo de CABA.
Los mismos derechos con los mismos nombres
El debate del proyecto, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, no fue fácil en ese momento. Lo mismo sucedió en los momentos previos donde las organizaciones que promueven los derechos de las personas LGBTQIA+ debieron motorizar diferentes campañas de promoción y concientización sobre la importancia de habilitar el derecho a contraer matrimonio.
"’El picnic por el mismo amor’ fue una de nuestras primeras estrategias. Se trataba de un picnic que hacíamos en el planetario, el 14 de febrero, día de los enamorados, en conmemoración del primer amparo que habíamos presentado en 2007. Al año siguiente, hicimos otro sobre la diversidad familiar para mostrar que ya éramos parte de la realidad y que lo que queríamos era que se reconocieran nuestros derechos. Esa campaña se llamaba ’El mismo amor, los mismos derechos’", recuerda.
"Con el tiempo fuimos instalando el tema del Matrimonio Igualitario. Antes se había aprobado la unión civil en la Ciudad de Buenos Aires, un avance que hoy en día es casi humillante, en su momento se celebró porque fue muy difícil de aprobar. Pero es una ley que dice que las parejas del mismo sexo debemos ser tratadas de manera similar a los cónyuges. Y eso es todo lo que dice porque la Ciudad no puede legislar sobre la familia, por lo tanto no reconocía mucho más que eso: cómo deberíamos ser tratados", advierte, dejando en claro que en su momento fue un logro importante, pero que la idea de "unión civil" no era suficiente.
"’El mismo amor, los mismos derechos’ luego se transformó en ’Los mismos derechos con los mismos nombres’ para insistir en que no queríamos una unión civil que nos reconociera los derechos, sino que queríamos el mismo nombre para acceder a algo mucho más profundo, queríamos la igualdad como un mensaje del Estado. Así podíamos constituir una herramienta fundamental para la transformación cultural, que todavía sigue pendiente".
E insiste: "Hemos alcanzado un piso de igualdad jurídica con el Matrimonio Igualitario y las leyes que salieron después. Pero todavía falta seguir trabajando por la igualdad real. Pero sin la jurídica es imposible alcanzar la real. Necesitábamos un mensaje de igualdad del Estado y el acceso a los mismos derechos con los mismos nombres para después trabajar con esa herramienta por la igualdad real que es lo que está pendiente".
En la misma línea, resalta que con la ley de Matrimonio Igualitario "mi familia está protegida con un marco jurídico que la protege como cualquier otra". "Camilo tiene todos sus derechos. Antes del matrimonio igualitario, quizás hubiéramos podido tener un bebé, pero hubiera tenido la mitad de sus derechos. Una de sus mamás no hubiera podido compartirle su obra social, no hubiera podido heredarle sus bienes, no hubiera podido tomarse una licencia por enfermedad para cuidarlo. Ahora nuestra familia está protegida como el resto de las familias", destaca sobre la importancia de dicha normativa.
"Antes la vulneración de nuestros derechos estaba legitimada, yo iba a un programa de televisión a discutir sobre diversidad y me ponían la otra campana, la otra campana que decía que éramos un pecado o que éramos una enfermedad, que no teníamos que tener ningún derecho. Estaba aceptado, nadie reaccionaba ante eso. Hoy no está legitimado, y eso es producto de los debates que se dieron al calor de la ley y de las transformaciones culturales que también generó. Nuestra familia hoy vive una realidad distinta producto de todos esos avances, tanto legales como culturales", reflexiona sobre el cambio cultural que observa en nuestra sociedad.
Cuentas pendientes: ley integral trans y ley antidiscriminatoria
El pasado 7 de julio, el presidente Alberto Fernández promulgó la ley de Promoción del acceso al empleo formal para personas travestis, transexuales y transgénero (27.636). La normativa fue sancionada el 24 de junio tras obtener 207 votos afirmativos en en la Cámara de Diputados y 55 en el Senado.
- ¿Por qué es importante contar con un cupo laboral travesti/trans en la Argentina?
- Muchas veces me preguntan ’bueno, pero si en el 2012 salió la ley de Identidad de Género... ¿por qué las personas trans siguen teniendo un promedio de vida de 35 o 40 años? Siempre explico que una persona que en el 2012 accedió a cambiar sus datos registrales y tenía 35 años llegó a esa edad sin educación formal porque las personas trans en más de un 90 por ciento de los casos no terminaron su educación formal, ni primaria en muchos de los casos. Tampoco tuvieron ninguna oportunidad laboral formal. Además, las personas travestis/trans quedan en la calle, expulsades de su familia y del ámbito educativo, a los 10 años. A los 10 años están en la calle con toda esa violencia y discriminación sin haber terminado la escuela y sin experiencia laboral, suelen llegar a los 35 años con su salud muy deteriorada. En esa situación, por más que cambies tus datos registrales es muy difícil incluirte en el ámbito laboral.
En ese sentido, asegura que no alcanza solamente con el cupo laboral ya que se necesita una ley integral. "Hay que ampliar eso a otros ámbitos de la vida: programas de acceso a vivienda, programas de terminalidad escolar, que puedan retomar sus estudios y terminar la escuela, que puedan acceder a la universidad. Hay muchas otras políticas públicas a desarrollar y por eso hicimos una propuesta de ley integral trans, que tuviera políticas públicas en todos los ámbitos de la vida, esperamos que se pueda avanzar", detalla Rachid.
Por otra parte, rememora que en la época que se fundó la Federación Argentina LGBT entre sus objetivos se encontraba impulsar una nueva ley antidiscriminatoria: "La ley actual es muy breve, tiene una carilla, fue sancionada en 1988 y no incluye la diversidad y a muchos otros grupos vulnerados por la discriminación. No es una ley eficaz en la lucha contra la discriminación, ni para sancionarla ni para prevenirla que es lo más importante. Hicimos una propuesta que estamos trabajando hoy con el INADI y que esperamos que muy pronto sea sancionada en el Congreso".
Y agrega: "Hoy si pasas por una situación de discriminación tenes que ir a la justicia civil y hacer un juicio patrimonial por daños y perjuicios, un juicio que es muy caro. a veces como es tan difícil probar la discriminación, si perdes el juicio tenes que pagarle a tu abogado, al abogado de la otra parte y además las tasa y las costas judiciales. No es una solución el juicio por daños y perjuicios para las situaciones de discriminación, las respuestas pueden ser otras: pedir disculpas públicamente o hacer un curso de Derechos Humanos o relacionado al grupo vulnerado. Hay otras soluciones para la discriminación que no necesariamente son el juicio patrimonial o la cárcel. Tenemos que tener herramientas para responder a la discriminación de una manera más constructiva para convertirnos en una sociedad más justa e igualitaria".
