La importancia de cerrar capítulos viene, en este caso, de la mano de un fuerte trabajo interno en el que Gabriela Arias Uriburu decidió poner a sus hijos en un rol de prioridad absoluta. La elección fue dar un salto de página sobre lo vivido aquel 10 de diciembre de 1997 para concentrarse en el presente, que la encuentra como abuela y en un vínculo pleno con Karim, Zahira y Sharif, de 31, 29 y 27 años, e incluso con Imad Shaban, su exmarido.
“Cuando me fue de Londres le escribí una carta a los tres. Los chicos saben que lo que vivimos fue muy difícil, incluyendo al padre. Hoy nos encuentra en un presente tal como estamos: vivos, saludables y llenos de valores. Eso muestra lo que somos. Todo fue perfecto. Nuevamente la vida me desafió a aplicar lo que aprendí”, manifiesta Gabriela a Revista Gente.
“Yo me di cuenta de una cosa importante: si en el encuentro con un hijo uno retorna al pasado, no hay forma de vivir todo lo que nos invita el presente. Eso agota el vínculo y te desvincula. Si vos te sentás y te la pasas hablando de lo que sucedió, el vínculo se ahoga. Después de lo que viví con mi ex, ver a mi hija en total concordancia con el marido mi pareció realmente maravilloso. Pura vida. Un regalo a todo lo trabajado, a las noches no entendidas, a esos momentos difíciles. Es el regalo a haber puesto a mis hijos como prioridad”, completa.
La conferencista reconoce: “A la gente le cuesta mucho entender el trabajo de resignificación que hice con el papá de mis hijos. Lo que pasó con Imad respecto a nuestro matrimonio y a los chicos es algo que tuve que resolver yo en un fuero íntimo. Tuve el trabajo de no convertirme en una madre violentada en violencia. Eso fue una universidad de la vida. Estamos construyendo un mundo con más propaganda a la guerra que apuntando a que la preservación de la vida sea más importante que matarnos”.
“Entiendo que hay gente que quiera seguir en ese desprecio, pero deberá tomar responsabilidad de lo que ese hijo va a cargar -opina-. Lo digo en base a la historia de mis padres, que tuvieron un divorcio complejo y me entregaron un manual de lo que yo debía hacer en el futuro: resolver, sacar la carga y no meter más dolor. Esto es muy difícil de entender cuando la gente piensa que un juez va a resolverlo todo”.
“Es muy agotador todo -continúa Arias Uriburu a la hora de la despedida-. Nos encontramos en un sistema que fagocita la guerra y no la paz. Todo el tiempo nos estamos matando. Transitamos momentos complejos de la humanidad. Vengo observando en vida toda la oleada de la filosofía que estudie durante años. Hoy me encuentro cómoda, viendo a mis hijos construirse y reflexionar. Como hace tanto tiempo lo vengo haciendo yo”, cierra.
El trabajo de Gabriela Arias Uriburu
Buscando trasladar sus conocimientos para ayudar a otras personas, desde hace tiempo la conferencista viene llevando a cabo vivos en su cuenta de Instagram en donde invita a la reflexión y al trabajo personal. Tras lanzar Vínculos II el año pasado, se presentó en distintos puntos del país y ahora la espera una cargada agenda durante julio.
El sábado 6 de este mes será parte del “Taller unitario del enojo”; el sábado 20 hará lo propio en el “Taller de constelaciones familiares” y el 27 de julio encabezará el espacio llamado “Constelando y escuchando a los ancestros con Eli”.
Gabriela Arias Uriburu habla de sus primeros meses como abuela
Jena, la primera bebé de la familia, hija de Zahira, nació el 10 de diciembre pasado en el marco de un parto que se adelantó a la fecha indicada.
“Es impresionante lo que te sucede cuando descubrís una parte tuya delante tuyo. Lo que te pasa en vincularidad con un nieto no es lo mismo que lo que te pasa con un hijo. El mensaje que recibí de mi nieta fue: “Abuela, dedícate a vivir”. Mi vida fue de mucho sufrimiento. Cuando me despedí de Zahira en Londres le agradecí por traernos una vida que nos renueva y que como familia nos pedía estar más unidos. "Después de todo el trabajo sacrificado que hice, verla a la bebé hoy y cómo ha luchado en neo para salir adelante", manifiesta a Revista Gente.