El circuito de la música, el de los recitales y grandes eventos en vivo, y la vida de toda una generación no es la misma desde la noche del 30 de diciembre de 2004. De la tragedia de Cromañón se cumplen 20 años, pero las heridas siguen en cada uno de los que directa o indirectamente estuvieron involucrados. El juicio oral y público procesó a 26 personas y 21 de ellas recibieron una condena, aunque solo 18 pasaron por la cárcel.
“Las condenas que se dictaron tienen relación con los delitos que se condenaron. Nunca una condena debe ser ejemplificadora porque eso supone que la misma tiene que ver con la impresión que uno quiere causar, y eso no termina coincidiendo con los hechos juzgados. En este caso fueron coincidentes a los hechos que se probaron. Yo estoy de acuerdo con las mismas, aunque no con el resultado total de los juicios. Hubieron muchas personas que quedaron afuera y deberían haber estado en la causa penal, pero en esta masacre hemos tenido un trato preferencial frente a los familiares de LAPA, AMIA o los del submarino ARA San Juan”, afirma José Iglesias a Revista GENTE.
El padre de Pedro Iglesias fue una de las voces destacadas que se alzó desde el primer día en la búsqueda de Justicia. Fue quien tuvo la mente fría para unir a gran parte de los familiares y sobrevivientes para avanzar judicialmente en una estrategia única. Su labor también quedó en evidencia en Cromanón, la noche del incendio, donde Luis Machín busca reflejar esa tenacidad en la serie de Prime Video.
“Ni el juicio ni la condena de alguien cura heridas. Cuando uno pierde un hijo, que un sujeto se pudra en la cárcel no te lo devuelve y no repara semejante hecho. Este tipo de consecuencias, en cualquier sociedad, debería servir para que los hechos no se vuelvan a repetir. A los lesionados, esas condenas no le hace nada. Obviamente que sí nos hubiera dañado la impunidad”, comenta.
Una por una, las condenas más importantes en la causa Cromañón
“Nosotros logramos un resultado porque estuvimos movilizados en la calle y le arrancamos las sentencias al Poder Judicial. No hace falta más que ver todo lo que ocurre a diario con las causas en la Justicia argentina. Fuimos una excepción: no porque no querían que no haya impunidad sobre los 194 muertos y 4500 sobrevivientes, sino por nuestra activa movilización”, reconoce Iglesias a Revista GENTE.
“Las condenas fueron por estrago seguido de muerte. Es la primera vez en la historia argentina que esa condena se aplica a funcionarios. Después se aplicó en la masacre de Once. Ahora si el proceder de un funcionario comisivo u omisivo genera una muerte, se cae en estrago seguido de muerte. Eso sí es algo positivo que dejó este fallo para la posteridad”, suma.
- Omar Chabán, dueño Cromañón: fue condenado a 20 años de prisión por "estrago doloso seguido de muerte" debido a que se consideró que fue responsable del uso de bengalas en un espacio cerrado. Murió el 17 de noviembre de 2014 mientras cumplía prisión domiciliaria, a causa de su delicado estado de salud (tenía un linfoma de Hodgkin grado IV).
- Raúl Villarreal, mano derecha de Omar Chabán: fue condenado a 18 años de prisión, por ser considerado partícipe en la administración del complejo bailable y mano derecha del dueño, Omar Chabán. En 2014 recibió la excarcelación.
- Callejeros: en un principio todos los miembros de la banda fueron absueltos bajo el argumento de que no tenían responsabilidad sobre las condiciones de seguridad del local. Esa decisión se apeló y recién en 2012 la Cámara de Casación revisó las penas y endureció algunas de ellas, condenando también a los miembros de Callejeros a penas de entre 5 y 7 años de prisión porque “tenían una responsabilidad indirecta” sobre lo ocurrido.
- Patricio Fontanet, vocalista de Callejeros: recibió una condena final de siete años, y parte de ellos estuvo en el Penal de Ezeiza. En 2015 recibió la domiciliaria tras comprobar varios episodios de depresión y problemas de salud mental y, en 2018, fue liberado por buena conducta. Su condena la terminó cumpliendo con libertad condicional. En la actualidad vive en Córdoba y tiene una banda que se llama Don Osvaldo.
- Eduardo Vázquez, baterista de Callejeros: a su condena por la tragedia de Cromañón se le sumó, en 2012, la sentencia a cadena perpetua por el asesinato de su pareja, Wanda Taddei, a quien prendió fuego en un acto de violencia de género. Está detenido en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz.
- Aníbal Ibarra, entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: no fue condenado por la Justicia, pero fue destituido a través de un juicio político que tuvo lugar en la Legislatura porteña. Justamente esta situación es la que, por no haber sido inhabilitado a ejercer cargos públicos, le permitió presentarse nuevamente en una elección y terminó siendo legislador porteño hasta 2015.
- Funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: Carlos Díaz (exsubcomisario de la comisaría 7°) recibió 8 años, Fabiana Fiszbin (exsubsecretaria de Control Comunal) fue condenada a 4 años, Ana María Fernández (exdirectora adjunta de Fiscalización y Control) cumplió una condena de 2 años y 10 meses y Gustavo Torres (exdirector general de Fiscalización y Control) fue condenado a 3 años y 9 meses.
“El trabajo lo hicimos todos los familiares que estamos juntos. Yo fui la cara de un cuerpo integrado por muchísimas personas. No era más que eso. Siempre tratamos, desde el comienzo, de que todo lo que íbamos a buscar lo íbamos a obtener juntos. Y así lo hicimos, guiados por principios intuitivos. Nadie se puso a reflexionar. Teníamos adversarios terribles: desde el gobierno de la ciudad y el Nacional. Alberto Fernández era el jefe de gabinete, su pareja era Vilma Ibarra y la estructura de la Secretaría de Acción Comunal estaba compuesta por personas inescrupulosas colocadas por ella”, relata José Iglesias a Revista GENTE.
“A ese monstruo nos enfrentamos un grupo unido de padres, familiares y sobrevivientes. Esa fue la historia. Pasamos por tragos amargos, duros y un juicio en donde no se obtuvo todo lo que se necesitaba. Pero no estaba a nuestro alcance tirar abajo el poder judicial existente y hacer otro desde abajo”, comenta.
Sobre la figura de Aníbal Ibarra y la situación de su actividad política, manifiesta: “Es algo deleznable, propio de nuestro sistema político que lo destituyó y no lo inhabilitó. No nos podemos extrañar de los tránsfugas que vimos y seguimos viendo todos los días. Hubo gente que lo votó. Cuando se estaba tratando el juicio político, organizó con el dinero de la ciudad movilizaciones tremendas en nuestra contra. Un escenario con otros políticos en Plaza de Mayo. Esa rata hasta último momento hizo eso”.
Por su parte, se refiere a la situación de la banda y dice seguir insistiendo en que debatir sobre el regreso de algunos de ellos a las tareas artísticas no tiene sentido.
“Ya está. Fueron condenados, la cumplieron, y creo que la discusión de si fueron o no responsables ya es absurda e infundada. Vivimos en un sistema que, por más que sea una porquería, es el que tenemos. Si una persona va a juicio oral, es condenada, cumple la condena y sale, ¿qué revisamos? Me parece un disparate hablar de la responsabilidad de Callejeros hoy. No son cuestiones que se dirimen en un debate. Se traen porque son titulares para los medios. Ya se terminó. Si ellos quieren tocar, que lo hagan. La sentencia se dictó”, cierra.
Las heridas que remueve la fecha y la serie de Cromañón
“Por la densidad del aniversario lo único que voy a hacer es ir a la misa. Mi hijo tiene -dice, en presente- 39 años… aunque está en un lugar en donde no se cumplen años. Si estuviera vivo hubiera terminado su licenciatura en Ciencias de la Comunicación, estaría en algún programa y le estaría yendo bien con todo lo que tiene que ver con el deporte y el fútbol. En la época de Cromañón era corresponsal para un canal mendocino en River. Con 19 años. Si hacía eso, ¿Qué no haría a los 39?”, dice.
Sobre la serie, Iglesias cuenta: “La vi completa el día que se estrenó. No iba a poder verla de a partes por capítulos. Asumí el golpe de que sea todo en un día. Lo transité. Me golpeó. Gran parte de la serie la vi llorando. Es un producto muy derecho que lo único de ficción que tiene son los actores. Narra la historia de la mejor manera sin caer en morbo. Hay un trabajo muy cuidado. Cuando se reconstruye lo que pasó esa noche es como un trabajo de orfebrería”, se sincera.
“A mí me contactaron para hacerme preguntas y pedirme material, estuve muy involucrado desde la elaboración del guión. Igualmente yo desconocía por dónde iba la historia. Solo que partía desde la historia de los sobrevivientes hasta el juicio. Di todo lo que me pidieron, que fue mucho material”, suma.
Sobre la recepción que tuvo en la comunidad, cuenta: “Hablé con algunos familiares y sobrevivientes, con distintas visiones. Algunos la vieron y les pareció buena y hay otros que no pueden enfrentar el hecho de sentarse y ver reflejado lo que pasó. La reacción que nos produce a nosotros es lo menos importante en medida de que la serie será fiel a lo que pasó. El grupo de familiares pedíamos una película, una serie, algo que fuera una herramienta de memoria y por suerte llegó esto”.
