El relacionista público más famoso de la argentina celebró de una manera muy particular. En cuarentena, el dress code elegido fue el dorado y un llamado le alegró el día.
Su último cumpleaños, el número 42, Gaby Álvarez lo hizo en Rosarito Fish Shack en Brooklyn, distrito de Nueva York. Más de setenta invitados mezclados entre actores, modelos internacionales, músicos, deportistas, artistas, empresarios… El dress code de la noche era casual black y en el momento de la torta, cuando llegó el brindis, se destaparon 20 botellas de Dom Pérignon, un champagne francés de 15 mil pesos la botella. Uno de los regalos que más lo sorprendió fue el de su amigo Pier que le obsequió un brazalete Cartier de oro, con sus iniciales.
Pero en épocas de coronavirus en Miami, todo cambió. Ayer domingo, el relacionista público más famoso de Argentina cumplió 43 años y lo festejó de una manera muy particular. Hubo fiesta, globos, torta de vainilla y chocolate, vino, champagne y hamburguesas vegetarianas. En esta oportunidad el detalle sobresaliente fue el color dorado y el regalo más importante que recibió Gaby, el único, fue un conejo gigante de peluche.
En el departamento que alquila en la zona de Downtown en Miami, sus invitados fueron su esposa Lucrecia (47) y su perra Andriana a quien compró en el mes de febrero en el estado de Pensilvania, a tres horas de Nueva York. “Aunque no lo creas, este fue uno de los cumpleaños que más disfruté... Me llamaron amigos de Argentina, Nueva York, Los Ángeles, Berlín, Londres. Y a todos les pude dedicar el tiempo necesario. Esto de estar en casa y en cuarentena, me bajó mil cambios”, confiesa Gaby.
La historia de los cumpleaños del asesor estratégico de comunicación, siempre estuvieron llena de famosos, regalos súper caros y glamour. Sin embargo, hoy confiesa que este aislamiento obligatorio en el que está el mundo, lo hizo reflexionar y mucho. “El llamado que más me emocionó fue el de Elida Esther Álvarez, mi mamá. Tiene 82 años, es una paciente de riesgo y aunque quisiera, hoy no puedo ir a visitarla, no puedo darle un abrazo. Estoy un poco sensible, pero nunca extrañé tanto a mi mamá y a mis tres hermanos”, confiesa Gaby.
Después de vivir y trabajar seis años en Tulum, México, donde manejó el hotel Azulik, Gaby y su esposa Lucrecia; decidieron cambiar de aire e irse a vivir al país del norte. El primer lugar en el que estuvo fue en Nueva York donde permaneció dos semanas y luego viajó a Miami. Antes de arrancar en su nuevo trabajo, tuvo que hacer una cuarentena obligatoria de 25 días. Así de estrictos son en Estados Unidos. Contratado por el dueño del restó Negroni, el 11 de marzo realizó la inauguración del local con 300 invitados entre los que estuvieron: la modelo brasileña Emanuela de Paula, el productor argentino Emanuel Ortega, el tenista Pico Mónaco, el periodista Ángel de Brito, la modelo e influencer Angie Landaburu y su esposo el empresario Tomás Eurnekian, entre otros.
Desde esa noche, los Álvarez están en cuarentena. Y una de las formas que encontraron para pasar mejor estos días de encierro, es haciendo yoga y meditando, una costumbre que adquirieron en México y que no piensa dejar. Es más, hace ocho días la pareja tomó la decisión de no volver a comer carne nunca más. Y de esta pandemia, de estas semanas de encierro, Gaby intenta sacar algo positivo: “Lo que buscamos con Lucrecia es aprender algo de todo lo que vivimos. Hoy nos dimos cuenta que podemos ser felices festejando en el restó más top de Nueva York o solos en casa y hablando con los familiares y amigos por video conferencia. Lo único que importa es estar rodeado de amor”.