“Que el árbol no tape el bosque”, reza la popular frase. Bien podría aplicarse para el caso de la foto de Francisco con gesto adusto junto a Mauricio Macri. Es que para unos cuantos argentinos esa expresión del pontífice durante la primera visita que le realizó Macri como presidente terminó de definir su crítica posición sobre el papa argentino... Y, se sabe, una imagen vale más que mil palabras.
No importa cuál fue el contexto de aquella expresión. Era la “comprobación” de que Francisco es peronista. Peor aún, kirchnerista. Al fin y al cabo, ¿por qué había recibido tantas veces a Cristina Fernández? Tampoco importa si es verdad que “echó” a Margarita Barrientos de la Plaza de San Pedro, si le envió un Rosario a Milagro Sala o si Juan Grabois es su “vocero” en nuestro país.
En definitiva, son tiempos de grieta en la Argentina -y no sólo en la Argentina-, donde los matices y las explicaciones cuentan poco si no coinciden con lo que uno cree y siente. El resultado no es bueno para el país, y ante el caso excepcional de contar con un papa argentino convertimos su figura en motivo de discusión y más división.
La reducción amañada de su figura a su relación con la Argentina política impide valorar todo lo que vino haciendo en estos diez años en favor de una Iglesia más abierta y comprensiva, ante las diversas realidades humanas, austera y particularmente preocupada por los pobres. Una Iglesia más dialogante y menos admonitoria.
También impide apreciar la gran cantidad de medidas que tomó para combatir el flagelo de los abusos sexuales clericales -el mayor escándalo en mucho tiempo- y para transparentar las finanzas vaticanas, acechadas por la corrupción y las mafias. Y sus esfuerzos por el cuidado del ambiente y la paz mundial. En fin…
Seguramente cometió errores. Incluso varias veces pidió perdón. Ahora, ¿entre los errores se cuenta no haber venido aún a la Argentina? ¿Cuánto complica ese propósito la grieta? ¿Llegará el momento en que lo hará y contribuirá a unir a los argentinos? Por ahora parece cumplirse aquello de que “Nadie es profeta en su tierra”, como reza otra frase, pero del Evangelio.
Fotos: Gentileza S.R.
