Florencia Peña es la Gran niñera argentina. Se babea literalmente al
contar: "Cuando Tomás nació, lloraba a los gritos, lo pusieron sobre mi pecho
y se calmó inmediatamente. Ahí me puse a llorar yo. No podía creer que
reconociera mis latidos y mi olor". Repite mucho: "Mariano (Otero, su
marido) es un gran padre y eso me une mucho a él". También se divierte
reconociendo: "Tengo cosas de antimadre. Cuando le preparo la bolsa para
salir, pongo de todo menos la mamadera y los pañales".
Sobre su futuro laboral, definido por ella misma como un jeroglífico, dice: "Tengo
que resolver qué voy a hacer en tele el año que viene. La niñera sale
durante el verano y termina. Supuestamente haré una sitcom. A El Mago
de Oz en la versión de Broadway iba a hacerla este año pero no tuve tiempo.
Estoy viendo si voy a Mar del Plata a hacer teatro y si vuelvo a trabajar con
Marley". Pero, en medio de los festejos por el Día de la Madre, lo que
queríamos saber de Florencia Peña era, justamente, sobre su nuevo rol en la
vida.
-¿Cómo es ser madre y no morir en el intento?
-(Se ríe) Hay días en los que se muere. No nacemos con el manual de la
maternidad. Podemos leer mil libros pero tu hijo es único y vas aprendiendo a
ser madre como él a ser hijo. Es un trabajo muy duro, una emoción fuerte, con
polos muy marcados: cuando es genial, es hasta el infinito, y cuando es tremendo
ni hablar.
-¿Y cuándo es genial?
-Cuando Tomás se despierta a la mañana, me sonríe y dice: "Mamá". Yo
le digo: "Dame beso, amor", y me da un beso con ruido. Cuando se ríe a
carcajadas o duerme conmigo. Cuando lo veo evolucionar. Desde que empezó a
caminar es un flash, cada día aprende una palabra o una gracia. Es muy
extremista, se ríe y la pasa bomba y, de pronto, se malhumora.
-¿A quién saldrá?
-(Se ríe mucho) Soy ciclotímica y lo heredó de mí. Nosotros tratamos de que
vaya al límite con las cosas cuidándolo mucho. Le gusta tomar mate y como buen
tozudo quiere probarlo todo, yo le aviso cuando está caliente y se empecina, lo
quiere igual y ahí le digo: "Bueno, está tuto pero tomalo igual". Cuando
se quema la lengua, espera hasta que se enfríe un poco. Con Mariano decidimos
darle libertad. Decirle "no" todo el tiempo le va a hacer mal, no va a
saber elegir de grande. A los hijos hay que darles las herramientas para que
puedan elegir. Que entienda lo que le va a ocurrir ante cada elección le va a
servir a él y me va a dejar más tranquila a mí como madre.
-¿Y cuál es el peor momento?
-Cuando no acepta el límite, se pone caprichoso y llora por cualquier cosa,
o se despierta a las siete y yo me acosté a las tres. Cuando no duerme de noche
o quiero ir un fin de semana a solas con el padre y me da culpas dejarlo. Un
hijo es lo mejor que te puede pasar pero no es lo único y te corre de lugar.
Cuando llegan hay que acomodar las piezas de nuevo. Yo como mamá tengo mis
momentos de amor-odio como los debe tener él conmigo pero, en la balanza, es el
amor más incondicional que conocí. Si a Tomás le pasara algo no hay chance, yo
lo defendería aunque muriera en ese momento, pondría mi cuerpo. Se puede amar
mucho a un hombre y sentir que tu pareja es todo, pero cuando aparece un hijo se
abre una fábrica de emociones nuevas.
-¿Y cuándo te emociona?
-El otro día estábamos escuchando un disco que él pone todo el día,
Patatín patatero; yo lo levanté y los dos bailábamos abrazados y girando, él
se mareaba y se tentaba, yo lo miraba y en un instante se me empezaron a caer
las lágrimas. Lloraba de emoción. Lo veo y no puedo creer que salió de mi panza
y ya está tan grande, avanza cada día. Me encanta esa inocencia que lo hace
colgarse una hora jugando con una moneda y crear un mundo a partir de eso. Tomás
me conecta mucho con mi infancia.
-Recuperaste la niñez perdida.
-Yo no soy una estructurada que un día vino un hijo a romperle los esquemas.
Tomás me muestra lo importante de la vida mientras en mi profesión lo que más
cuenta es ser famoso, lindo, tener las lolas y la cola paradas. A un hijo no le
interesa quién soy, sólo quiere que lo ame y amarme. Yo soy Florencia la mamá de
Tomás y, en mi casa, por más que venga de pelearme con el señor del canal, no me
importa nada. El quiere que yo le dé la comida y lo abrace, nada más.
-¿Te peleás con el señor del canal con más libertad desde que tenés un
hijo?
-No. Cuando tenés un hijo todo cambia. Antes, hipotecaba mi casa para hacer
un espectáculo; no me importaba si la perdía. Ahora tengo un hijo que mantener,
no me puedo hacer la graciosa.
-¿En que circunstancia apareció Tomás en tu vida?
-No lo buscábamos, pero yo estaba lista para tenerlo. Económicamente
organizada, sólida como persona y mi carrera en ascenso. Ya no tengo miedo de
quedarme sin laburo ni que me falte plata para mantenerlo, pero sí a cualquier
cosa que me pase porque va a repercutir en él.
-¿Estabas bien con tu pareja cuando quedaste embarazada?
-Muy bien. Hacía tres meses que Mariano y yo salíamos, estábamos en pleno
idilio.
-¿Cambia el idilio?
-Totalmente. El embarazo te desacomoda bastante las hormonas. Es imposible
no ponerte ciclotímica y yo lo soy naturalmente. Tuve un embarazo alucinante, me
sentí muy activa. Ahora estamos pasando un momento familiar muy bueno.
-¿La panza cambia mucho la vida sexual?
-Cambia todo. En la vida sexual tenés tus días aunque no recuerdo un gran
cambio. Estaba muy relajada. No tenía miedo de ser mamá aunque sí de perder los
espacios que había conseguido en la vida. Soy muy independiente, necesito hacer
lo que tengo ganas todo el tiempo y sabía que un hijo no me lo iba a permitir.
Pero cuando llegó Tomás trajo un montón de cosas que no conocía y me encantan.
-¿Te acordás de las cosas que perdiste?
-Sí, la posibilidad de trabajar 24 horas por día ¿Y? ¡Qué me importa!
Termino de trabajar a las nueve y lo único que quiero es llegar a casa para
verlo.
-¿Ya habla?
-Sí, ya dice mamá, papá, Aurelia, que es la niñera, tuto, coca, abu.
-¿Te da miedo el futuro, pensás en cómo va a ser el mundo cuando sea
grande?
-No. Mi familia me dio las herramientas para buscar lo que yo quería y sé
que a él le va a pasar lo mismo. Mi éxito va más allá de lo que se ve de mí como
exitoso, es haber encontrado mi camino. Más fuerte que lo que uno dice es lo que
uno hace. Si los ejemplos de su madre y su padre van por otro lado, por más que
yo le hable de la libertad, no llegará a nada. Tomás tiene padres completamente
involucrados con su vida personal y familiar.
-¿Pensás en cómo lo vas a educar, a qué escuela va a ir?
-Ya estamos buscando una escuela que tenga mucho de humanista. Mariano y yo
fuimos a colegio de monjas y privados, y lo último que haríamos es mandarlo a
colegio privado y religioso. Lo mandaremos a una escuela que tenga un
aprendizaje copado.
-¿Le comprás todo lo que se le antoja?
-No se le antojan muchas cosas, salvo caramelos y... se los compro. Disfruto
mucho llevándole regalos.
-¿Y él?
-Juega con la caja de los regalos. Ahora le regalé un oso que dice: "Te
quiero, quiero ser tu amigo", y él lo ama. Camina por la casa abrazándolo y,
cuando el oso dice: "Te quiero", él le da un beso y yo me muero de
alegría. ¿Sabés que hice el Día del Niño?
-Contame.
-Le compré montones de juguetes y se los filmé para que cuando vaya al
psicólogo le muestre lo que le regalaba su mamá al año. Fue muy gracioso.
-¿Por qué se llama Tomás?
-Siempre supimos que iba a ser varón y que se iba a llamar Tomás. Tomás
Otero a secas. Yo soy más madre de varón que de mujer. Me encanta la energía del
varón, en mi familia no los había. Tomás fue el primer hijo, nieto, sobrino,
todo...
-¿Te gustaría tener una mujer?
-Sí, claro. Hoy pasé por un lugar de ropa para chicos y vi una pollerita, y
pensé que tenía ganas de tener una nena.
-¿Te sentís culpable cuando lo dejás?
-No conozco ninguna madre que no se sienta culpable, yo también, pero pienso
que el amor que tengo por él lo compensa.
-¿Con tus amigas hablan mucho de los chicos?
-Mis amigas todavía no tienen hijos. Ellas hablan de los hijos que les
gustaría tener y yo les cuento la realidad. Por ejemplo, que no dormirán bien
nunca más. ¡Qué tema ese! Cuando grita, llora y yo me acuerdo que a las siete y
media tengo que estar arriba, lo dejo que venga a nuestra cama. ¿Y qué? Es un
debate que no me importa si los chicos deben ir a la cama grande o no.
-¿Te ve por la tele?
-Sí, es muy gracioso, mira la pantalla, la toca y dice: "Mamá",
después me busca y me lo dice a mí. Nos divertimos mucho juntos. Yo le hago
monerías y él se ríe. Descubrimos que le encanta que lo aplaudan, tal vez es
porque hice teatro hasta tres semanas antes de parir y los escuchaba desde la
panza.
-¿Y cuando serás madre de nuevo?
-El año que viene puede ser. Tengo 29 y otro hijo a los 30 me encantaría. A
Tomás le va a hacer genial tener un hermano. Va a dejar tranquilos a los dos
gatos y al perro: los tiene sometidos.
Este bebé es el hombre que logró que Florencia no quiera trabajar 24 horas por día como hacía antes. Lo adora. Y él a ella, claro.
Tomás me muestra lo importante de la vida mientras en mi profesión lo que mas cuenta es ser famoso, lindo, tener las lolas y la cola paradas. A un hijo no le interesa quien soy, solo quiere que lo ame y amarme", asegura Florencia. ">
"Tomás me muestra lo importante de la vida mientras en mi profesión lo que mas cuenta es ser famoso, lindo, tener las lolas y la cola paradas. A un hijo no le interesa quien soy, solo quiere que lo ame y amarme", asegura Florencia.