En nuestro país los principales tratamientos de Reproducción Asistida son Inseminación Artificial (IA), Fecundación In Vitro (FIV), Ovodonación y Vitrificación de Ovocitos para la preservación de la fertilidad en la mujer. Además, existe un conjunto de técnicas que complementan los tratamientos de reproducción y aumentan las posibilidades de conseguir un embarazo sano como, por ejemplo, la Microinyección Intracitoplasmática de Espermatozoides (ICSI, por sus siglas en inglés) y el PGT (Test Genético Preimplantacional).
Para realizar la Inseminación Artificial es necesario estimular la ovulación de la mujer con hormonas (la hormona FSH, que es la misma que circula en su cuerpo todo el tiempo). El día de la ovulación se le introduce con un catéter dentro del útero una muestra de semen preparada previamente. Dicha muestra puede ser de su pareja o de un donante en el caso de una madre soltera por elección.
A diferencia de lo anterior, la Fecundación in Vitro es un procedimiento de alta complejidad en el cual, luego de la inducción de la ovulación con hormonas durante unos diez días (para que crezcan unos 10 o 15 folículos), se extraen de dichos folículos por medio de un procedimiento mínimamente invasivo, bajo sedación. Una vez obtenidos los óvulos se juntan en un laboratorio especializado con los espermatozoides, sean de su pareja o de un donante. Este mismo procedimiento se realiza, también con óvulos donados, cuando la mujer que desea ser madre no tiene óvulos propios o posee una edad avanzada.
Los tratamientos se hacen en general hasta los cincuenta años de la mujer. Claro está que, a partir de cierta edad, la posibilidad de lograr un embarazo con óvulos propios es prácticamente nula, momento en el cual se recomienda la utilización de óvulos donados. La Ovodonación es un tratamiento en el que una mujer recibe óvulos de una donante para poder comenzar con el proceso de la gestación, y dicho óvulo es fecundado con el semen de la pareja de la gestante o de un donante de semen. El embrión resultante, a los cinco días de la fecundación, se transfiere al útero materno.
Finalmente, también existe la Vitrificación de Ovocitos, una técnica para preservar la fertilidad en mujeres que desean ser madres en un futuro. Para alcanzar resultados óptimos es aconsejable vitrificar óvulos antes de los 35 años, ya que, a partir de esa edad, la reserva ovárica disminuye. Si una mujer decide preservar o congelar sus óvulos cuando estos son “jóvenes”, al momento de decidir tener un bebé en el futuro podrá utilizar estos óvulos y así contar con las mismas probabilidades de embarazo que hubiera tenido en el momento de la preservación.
Ahora bien, dependiendo de la condición de cada pareja, a cada tratamiento se le puede agregar mayor complejidad. Por ejemplo en el caso que el marido tenga muy pocos espermatozoides, en vez de usar Fecundación in Vitro, que consiste en juntar en una placa óvulos y espermatozoides para que se reúnan naturalmente, se acude a la ICSI: la inyección dentro del óvulo de un espermatozoide. De esta manera estamos aumentando las chances de lograr el proceso de fecundación.
Una vez obtenidos los óvulos fecundados, los mismos se guardan en una incubadora, que puede tener cámara o no. Si la tiene, se realiza un video para ver cómo evolucionan los embriones durante 5 o 6 días (hasta el estado de blastocisto). Según el comportamiento de los mismos, se puede elegir el mejor para transferir al útero de la mujer. Esa herramienta se llama “timelapse” y mejora significativamente las tasas de embarazo. Hoy en día existen incubadoras que con esa misma herramienta utilizan inteligencia artificial para seleccionar el mejor embrión comparando con millones de embriones previamente analizados que están en la nube.
Además, por diferentes circunstancias o patologías, a los embriones se los puede estudiar genéticamente. En el caso de, por ejemplo, una mujer mayor de 38 años, siempre se recomienda hacer un estudio para contar el número de cromosomas (PGT-A) y transferir un embrión genéticamente normal. Esto se realiza porque, a medida que aumenta la edad de la mujer, la probabilidad de tener óvulos con un número anormal de cromosomas es cada vez más alto. A modo de ejemplo, una mujer de treinta años tiene el 80 por ciento de sus óvulos genéticamente normales, pero una de cuarenta, sólo el 30 por ciento. Sin embargo, en familias donde alguno de los padres es portador de una enfermedad genética o mutación (la fibrosis quística es la más frecuente), podemos buscar esa misma mutación en el embrión y detectarla, de tal manera de transferir un embrión genéticamente sano y cortar dicha enfermedad familiar en la descendencia.
Obviamente, vale resaltar, que cada pareja debe recibir un tratamiento personalizado acorde a la patología de cada caso y teniendo en cuenta la edad de la mujer.
(*) Médico tocoginecólogo, presidente de WeFIV, Matrícula Nacional 82.815
Agradecemos a Jessica Zilberman (Moscú Agencia)