Antes de desaparecer a finales de abril junto con sus dos hijas, Tomás Gimeno le dijo a su exesposa que nunca más volvería a ver a las niñas ni tampoco a él. La tarde del 27 de abril, el hombre recogió a Olivia (6) y Anna (1) para llevarlas a cenar. Después debía entregarlas en casa de su exesposa, Beatriz Zimmermann, algo que nunca ocurrió.
Tras denunciar el secuestro de las menores, los investigadores comenzaron una intensa búsqueda para dar con el paradero de las menores y del progenitor. Horas después de la desaparición de las niñas, se encontró el barco en el que se había visto a Gimeno flotando en medio del mar.
El jueves pasado se conoció el trágico desenlace, cuando un equipo de búsqueda encontró, a una profundidad de 1.000 metros en las costas de Tenerife, en las islas Canarias, el cuerpo de Olivia Gimeno Zimmermann.
Mientras continúa la búsqueda de Anna, el país europe estalló en un reclamo contra la violencia vicaria, una de las formas más crueles y despiadadas de la violencia de género.
Qué es la violencia vicaria
La violencia vicaria o "por sustitución" es un tipo de violencia contra las mujeres en la que el agresor utiliza a los hijos e hijas como instrumento para hacer daño a la madre o la expareja.
La psicóloga clínica Sonia Vaccaro, quien lleva estudiando este tipo de violencia desde 2012, fue quien acuñó el término, que fue incluido en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, firmado en España en 2017.
"Le puse vicaria a este tipo de violencia entendiendo la definición del diccionario que dice que tiene las veces, poder y facultades de otra persona", explicó Vaccaro a BBC Mundo.
"Esta es una violencia contra la mujer, una violencia machista, que utiliza a sus hijos como objeto para seguir maltratando a la mujer".
Según la experta, es una violencia que gradualmente va a más y se hace más evidente cuando la mujer comunica la decisión de separarse o después del divorcio, una vez que el agresor consigue la custodia compartida, o plena a veces.
"Generalmente, cuando la mujer plantea el divorcio, estos individuos lo que dicen es 'te quitaré a los niños'. Esa amenaza está mostrando, primero, que está dispuesto a utilizar a los niños contra ella; segundo, que sabe que los niños son importantes para ella, y, por lo tanto, tercero, que los niños son objetos para él."
Para Vaccaro muchas veces no se toma en cuenta la gravedad que tiene esa amenaza.
"En los casos de expresión máxima de la violencia vicaria, que es el asesinato, todos los individuos avisaron antes, puntualmente dijeron 'te quitaré lo que más quieres, ya verás lo que te pasa, te voy a dar donde más te duele'".
Cómo identificar la violencia vicaria
Según los expertos hay varias señales de que este tipo de violencia:
- El agresor utiliza a los hijos/as para dañar a la madre o expareja, amenaza con quitárselos o con que no los verá más.
- Amenaza con matarlos.
- Interrumpe los tratamientos médicos de los hijos e hijas cuando están con él.
- Habla mal de la madre o expareja y la familia de esta en presencia de los hijos.
Tras el hallazgo del cadáver de la pequeña Olivia en Canarias, la delegada del gobierno español contra la violencia de género, Victoria Rosell Rosell, aseveró que "es urgente proteger a la infancia como víctima directa que es de la violencia machista".
En una entrevista con Radio Nacional de España, Rosell indicó que todos los asesinatos machistas comparten "el mismo patrón".
"No es un loco, no es un asesino en serie, es la cara del machismo, de ese hombre que no tolera la libertad de la mujer, su igualdad. Contra eso debemos luchar todas las instituciones y la sociedad todos los días, no sólo cuando sucede lo peor", dijo.
La delegada contra la violencia de género dijo que con los asesinatos de Anna y Olivia, serían 41 menores asesinados por violencia de género desde 2013 en España, y cuatro en lo que va de año.
Desde 2015, bajo la legislación española, los menores expuestos a una situación de violencia de género son considerados víctimas de ella.
Uno de los de los crímenes más dramáticos de este tipo de violencia se registró en julio de 2015 en Pontevedra, norte de España, donde David Oubel mató con una sierra radial a sus dos hijas, de 4 y 9 años, e intentó suicidarse. Al día siguiente tenía que entregar a las niñas a su madre, Rocio V., de la que se encontraba divorciado desde hacía más de un año. El agresor fue condenado a prisión permanente revisable.