En los Esteros del Iberá, Corrientes, existe una infinidad de especies de animales autóctonos que año a año atraen a miles de turistas de distintos puntos. Entre ellos aparece una especie de ave que sólo se encuentra en ese sitio y que despertó la atención de científicos del mundo. Se trata del capuchino del Iberá, un pajarito que se alimenta de semillas y puede pesar 8 gramos.
Fue descubierto en 2016 y con el paso del tiempo se averiguó que se trata de un ejemplar que vive en las zonas de humedales de la Mesopotamia. Hoy es materia de estudio. Los especialistas buscan saber cómo funciona la formación de nuevas especies sin que se establezca previamente una barrera geográfica entre poblaciones.
Uno de los puntos que fueron encontrados es que es pariente del capuchino canela. Sin embargo, el estudio llevado adelante por la científica Sheela Turbek, publicado en la revista Science, destaca que más allá de compartir territorio, ambas especies saben distinguirse entre sí a la hora de buscar pareja, a través del canto y el plumaje.
Por otra parte, señala que a pesar de tener genomas similares y la capacidad de formar híbridos viables, las dos especies de aves aisladas en cuanto al apareamiento entre sí, esto se da por el plumaje de los machos y el canto. Este hallazgo ayuda a explicar cómo surgieron las dos especies, cada una por su lado, pese a que son genéticamente similares.
Para hacer el estudio, los investigadores le contaron a Infobae que pusieron anillos en 126 pájaros de ambas especies, tomaron muestras de ADN y siguieron las actividades de los adultos y 80 de sus crías. También construyeron modelos de pajaritos de ambas especies, los pintaron del mismo color que el macho y pusieron grabaciones con sus cantos, para evaluar la respuesta del macho real.
Con el trabajo en sus manos, descubrieron que los machos atacaron con más fuerza a los modelos que se parecían a ellos. En este contexto, se cree que los veían como posibles rivales a la hora de conseguir pareja.