Joaquín Sperani (14) salió de su casa el 29 de junio a las tres de la tarde rumbo a la Escuela N° 278 Malvinas Argentinas de Laboulaye, Córdoba. Después de las seis cuadras que lo distanciaban de su colegio, el joven dejó su bicicleta en el portón de la institución y una cara conocida lo hizo faltar a la clase de educación física que realizaba contra turno.
A las siete de la tarde la madre del menor, Mariela Flores comenzó a impacientarse porque Joaquín no regresaba de su clase y decidió ir a buscarlo a la escuela, donde aún se encontraba su bicicleta y su mochila. Al no obtener respuesta sobre el paradero de su hijo por parte de los docentes y directivos esa misma noche Mariela y su esposo, Martín Sperani, decidieron radicar la denuncia por desaparición.
Rápidamente las 20 mil personas que pueblan la localidad cordobesa hicieron lo posible para dar con el niño sano y salvo. Sin embargo, Joaquín había muerto esa misma tarde. Según la autopsia a partir de un daño encefálico que le provocó la muerte inmediata. En específico su asesino le propagó diez golpes en la parte frontal y posterior de la cabeza con objetos contundentes.
El cuerpo sin vida de Joaquín fue hallado el domingo 2 de julio cuando los familiares y vecinos del chico le solicitaron a la policía realizar un rastrillaje por sus propios medios, en las cuadras aledañas a la escuela, que según los oficiales ya habían sido inspeccionadas.
“Nos dijeron que ante cualquier anomalía los llamemos, y empezamos a caminar”, relató un vecino de Joaquín Sperani que descubrió al niño sin vida. Y agregó, en diálogo con TN: “La idea era hacer unas siete u ocho cuadras y lo encontramos a 100 metros, donde supuestamente ya habían rastrillado. Fuimos solos, la policía se quedó en el patrullero”.
"Tenía un golpe en la cabeza y a su alrededor había escombros y cascotes", detalló el hombre, sobre la forma en que había sido dispuesto el cuerpo para no ser visto por las autoridades policiales.
Para los médicos forenses el joven no llegó a poder defenderse ya que el ataque fue por la espalda. Además, sus padres agregaron a la investigación que Joaquín practicaban taekwondo por lo que podría haberse defendido si se hubiera sentido ante un peligro inminente.
"Yo maté a Joaquín", confesó Leandro
Un día antes de que se conociera el triste final de Joaquín, su mejor amigo L. fue llamado a declarar por la policía local. Joaquín y L. eran inseparables, habían cursado la primaria juntos y sus familias también se llevaban muy bien.
Al revisar los oficiales las cámaras de seguridad aledañas a la escuela se los pudo ver en una filmación caminando en dirección contraria a la escuela, el 29 de junio de 2023. L. relató a la policía que en los primeros tres días de búsqueda no quiso contar nada sobre este encuentro porque sentía que era “buchonear” a su mejor amigo, quien le venía contando que no le gustaba estar en su casa por los tratos “estrictos” que recibía y que había decidido irse con “otra familia”.
Tras esto proporcionó una dirección del camino que realizó Joaquín falsa, que retrasó 24 horas más la investigación. Finalmente, la coartada de L. comenzó a diluirse, por la sencilla razón de que en una grabación del pueblo se pudo ver que volvía a su casa después de gimnasia y se le cayó el celular del muchacho desaparecido.
L. inventó que Joaquín le había dejado el celular antes de irse, para evitar ser localizado y sus padres lo respaldaron diciendo que no había en su casa ningún dispositivo con esas características. Posteriormente, se descubrió que L. había pintado la funda protectora del dispositivo, lo que aumentó las sospechas en su contra. La Justicia ordenó un allanamiento en la madrugada en el campo perteneciente a la familia del joven.
Sintiéndose en una encrucijada y confirmándose la muerte de su amigo, L. confesó: “Yo maté a Joaquín”. A partir de que el muchacho pronunciara estas palabras la investigación dio un giro de 180 grados y la familia del victimario y la victima jamás volvieron a hablarse.
Las hipótesis del asesinato: ¿celos, amor o bullying?
Para el juez a cargo del crimen de Joaquín Sperani, Sebastián Moro, aún es poco claro el motivo por el que L. estaba empecinado en dar muerte a su mejor amigo. Pero lo que sí es evidente es que fue planificado durante al menos una hora.
“Yo quería verlo con mis ojos aunque sea duro, porque es difícil de creer”, aseguró Mariela Flores, quien esta semana conoció nuevas imágenes del asesino de su hijo en las que se lo puede ver organizando la escena para llevarla adelante sin que nadie sospechara."Después de preparar todo, lo buscó a Joaquín en la escuela", advirtió la madre de Joaquín a el noticiero de El doce.
Sin embargo, no lo encontró porque muy obediente como siempre, el adolescente al salir del instituto se dirigió a su casa. “Sino me lo hubiese matado a la mañana”, dijo conmocionada la madre del menor y explicó: “Me cuesta, no puedo llorar todavía, estoy shockeada”.
Al momento hay dos hipótesis del asesinato. La primera, y de la cual desconfía la familia de Joaquín, se encuentra relacionada a que L. estaba enamorado de su mejor amigo, y que los celos o el rechazo lo habrían llevado a acabar con la vida de su compañero. La segunda indicaría que en las primeras semanas de junio, Joaquín y L. (por alguna razón aún desconocida) se habrían alejado y el primero habría comenzado a sufrir bullying por parte de sus compañeros.
Según esta última versión ésto podría llevar a pensar que si bien L. fue el que planificó la muerte de Joaquín, otros jóvenes ayudaron a terminar con la vida del pequeño.
“Es tan psicópata que tuvo la caradurez de bailarnos para todas partes diciendo una cosa u otra, van a ser los profesionales los que tendrán que entender la astucia de esa mente perversa para ver si es cierto o mentira lo que vaya a decir”, sentenció la madre de Joaquín Sperani, quien aún busca una explicación a la muerte de su hijo.
Cuál es la condena que recibirá L.
Aunque L. haya llevado adelante un homicidio, en nuestro país el Régimen Penal de Minoridad entiende que “no es punible el menor que no haya cumplido dieciséis (16) años de edad”. Es decir, no pueden ser juzgados ante un juez ya que se considera que no lograron un desarrollo psíquico y, por lo tanto, no pueden comprender la criminalidad de sus actos.
Por esta misma razón, y preservando su integridad física, el tribunal determinó trasladar a L. al Centro de Admisión y Diagnostico (CAD), que depende del Complejo Esperanza. De comprobarse finalmente que L. es el culpable del crimen podría ser sometido a medidas tutelares que pueden consistir en la internación en un Instituto de Menores, como en el que se encuentra actualmente, hasta que cumpla la mayoría de edad y luego de este plazo debe ser liberado.
La última persona que tuvo contacto con L. fue su abogado, Raúl Palacios, quien lo visitó para saber cómo se encontraba y darle a conocer los pasos a seguir por parte de la Justicia. “He venido aquí para hablar personalmente con el niño que está acusado de este hecho. De manera personal. Hemos tenido contacto telefónico y a través de alguna videoconferencia también, pero de manera presencial es la primera oportunidad”, comenzó explicando el letrado a la prensa local.
Según su perspectiva el niño se encuentra muy "triste" y "asustado" por todo lo que se encuentra atravesando.“Ya va a declarar pronto y va a contestar preguntas, va a despejar algunos interrogantes que es lo que necesita la mamá de Joaquín. En el momento procesal oportuno va a hacer manifestaciones seguramente”, remarcó Palacios.
Respecto a la situación del acusado, Palacios dijo que por ahora se está "trabajando en el abordaje psicológico y social para resolver qué es lo más adecuado para él".
