Hace tres años se apagaba la vida de uno de los femicidas más conocidos de la historia criminalística de Argentina. Hablamos de Ricardo Barreda, que a sus 84 años falleció en un geriátrico de José C. Paz. Según informaron en ese entonces las fuentes policiales, murió por causas naturales. Aunque no fue diagnosticado, tenía síntomas compatibles con la enfermedad de Alzheimer.
Los últimos años de Ricardo Barreda
Tras el fatídico 15 de noviembre de 1992, día en el que asesinó a escopetazos a su esposa Gladys Margarita Mac Donald, su suegra Elena Arreche y sus hijas Celina y Adriana, la existencia de Barreda se fue a pique.
Dos años después de haber matado a las mujeres de su familia, en el juicio oral que se hizo en su contra aseguró "estar muy abrumado". En ese entonces, fue condenado a reclusión perpetua justamente por "triple homicidio calificado por el vínculo y homicidio simple".
En ese entonces, habló por primera vez con sinceridad sobre su macabro crimen: "¿Sabe qué? Dicen que no me arrepiento de lo que hice. Eso es mentira. No hay día que no sienta culpa. Lo peor es que a Adriana, mi hija menor, no la quise matar. Estaba como loco, giré, disparé y después me di cuenta que era ella. Lo siento por mi hija más chica, que fue a la que menos le di y de quien más recibí".
Durante sus años en prisión en la Unidad 9 de La Plata, donde mantuvo una conducta ejemplar, comenzó a estudiar Derecho, gracias a lo cual solía contar con traslados a la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UNLP para realizar parciales y finales.
En esa carcel fue donde Ricardo conoció a Berta "Pochi" André. La mujer asistía periodicamente a la prisión para visitar a un familiar. Con el correr del tiempo se hizo íntima del femicida, se pusieron de novios y se casaron. En 2008, a tan solo doce años de su condena, le concedieron el beneficio de arresto domicilario y se mudó con ella a su departamento en Belgrano.
Luego de ser visto en reiteradas ocasiones caminando tranquilamente por la calle, le revocaron la condición de la domiciliaria y volvió a su celda. Sin embargo, continuó su relación de pareja con Pochi hasta que fue denunciado por maltratos verbales. La mujer falleció en 2015 a causa de un deterioro neuronal.
A fines de 2015 recibió la libertad condicional. En ese entonces, con su segunda esposa muerta, Barreda no tenía casa ni amistades que pudieran brindarle asilo. Se recluyó durante un tiempo en una finca que le prestaron en zona norte. A mediados de 2016 quedó el libertad plena y su pena fue "extinguida".
En ese momento la vida del asesino pendía de un hilo. Tras deambular por diferentes centros de salud, se apersonó con un nombre falso en el Hospital de General Pacheco. Allí fue tratado por su grave cuadro de salud mental y estuvo internado durante más de un año. De allí fue trasladado al Hospital Eva Perón de San Martín, donde permaneció hasta marzo de 2020.
Los últimos días de Barreda fueron de extrema soledad: se instaló en un geriátrico de José C. Paz. y la única visita que recibió fue de Pablo Marti, su biógrafo oficial. En su último llamado telefónico Barreda le contó que se sentía bien y le agradecía por todo lo que el periodista había hecho por él.
Como deseo final quería que cremen su cuerpo y que sus cenizas fueran esparcidas en la cancha de Estudiantes de La Plata. Este último pedido no fue cumplido, ya que un empleado de PAMI firmó la documentación pertinente y trasladaron sus restos al cementerio de José C. Paz. Nadie asistió a su entierro.
Así luce la casa de Ricardo Barreda en la actualidad
Meses atrás el equipo de GENTE visitó la que fuera su vivienda de La Plata. Ubicada en la calle 48, entre la 11 y 12, allí él asesinó a su esposa, su suegra y sus dos hijas el 15 de noviembre de 1992.
La fachada de la entrada principal cuenta con varias pintadas que indican el apellido del femicida. Sobre las puertas de hierro negra de su garage, en el que guardaba su Falcon verde, se lee clarísimo: "Asesino".
En octubre del 2021 la legislatura bonaerense decidió que la propiedad ase convirtiera en un espacio para la memoria y políticas públicas contra la violencia de género.
Allí, una placa define: "Centro de Memoria activa feminista: Elena Arreche (86), Gladys McDonald (57); Cecilia Barreda (26) y Adriana Barreda (24) vivieron en esta casa donde luego fueron víctimas de femicidio. Recuperar este espacio y transformarlo en sitio de memoria constituye un acto de reparación desde el Estado para la prevención y erradicación de las violencias por razones de género".
Fotos: Archivo Grupo Atlántida y redes sociales
Búsqueda de archivo: Mónica Banyik
Arte de portada: Gustavo Ramírez