El móvil fue el mismo que en el caso de Anna y Olivia: provocar un daño irreparable en la expareja quitándole lo más valioso. Sin embargo, el caso de la pequeña Yaiza de 4 años, que murió envenenada por su propia madre, fue silenciado y obtuvo una tibia cobertura de los medios de este país.
El padre, que semanas atrás envió una carta a Beatríz Zimmermann, la madre de las niñas asesinadas por Tomás Gimeno en Tenerife, lucha porque la muerte de su hija salga a la luz.
El macabro hecho ocurrió el 31 de mayo pasado, en un domicilio de Sant Joan Despí, en Barcelona, un mes después de la desaparición de Anna y Olivia, cuando aún había esperanzas de hallarlas con vida. Ese día, la madre de la menor suministró un tranquilizante a su hija cuando iba a dormir y, a la mañana siguiente, le puso una bolsa de plástico en la cabeza hasta que dejó de respirar.
Según publicó EFE, en su declaración judicial la acusada admitió que mató a la niña para causar daño al padre, con quien tenía la custodia compartida de la menor tras romper su relación hace dos años y medio.
Según las fuentes citadas por la agencia española, la mujer explicó que en varias ocasiones intentó convencer sin éxito a su ex para recuperar la relación, la última de ellas el viernes anterior a cometer el crimen. Ese día, la mujer dijo a su ex que "le habían detectado alguna cosa" y que "no seguiría con el tratamiento si no regresaba con ella". En ese momento no amenazó con dañar a la niña.
Posteriormente, el sábado la mujer insistió con mensajes a su ex, que no contestó. Entonces, la mujer dejó cinco cartas en la habitación de su casa antes de intentar suicidarse.
"Quiero que pague por el sufrimiento que yo he pasado", dejó escrito la mujer a su abuela, según publicó el diario Elmundo.es.
En sus declaraciones ante el juez que dirige la investigación, realizadas por videoconferencia desde el hospital donde está ingresada, confesó que desde hace dos o tres meses pensaba en la idea de matar a la niña.
El titular del juzgado de Instrucción número 7 de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) dictó prisión provisional, comunicada y sin fianza para la mujer acusada de asesinar a su propia hija.
En tanto, la familia paterna de Yaiza se ha mostrado desilusionada por la poca atención y empatía que han demostrado las autoridades y organismos españoles con su caso.
Qué pasó ese 31 de mayo
Aquel lunes 31 de mayo, el padre debía recoger a la niña por el colegio pero al llegar los directivos dijeron al hombre que su madre no la llevó ese día. Había llamado para decir que estaba enferma, pero no avisó al padre.
Entonces llamó a su ex, pero no atendió el teléfono. Trató de localizarla en el trabajo,pero la mujer también había llamado para decir que no iría. En ese momento activó las alarmas: temía que su ex se hubiera llevado a Yaiza. Llamó a su ex suegra y le dijo "Voy a denunciarla a la policía".
A continuación, pidió al abuelo de Yaiza que fuera a casa de su ex para comprobar si estaban allí. Al llegar a la vivienda de la madre, en el barrio de Sant Pancraç de Sant Joan Despí, llamó al portero, pero nadie respondó. Poco después llegó la abuela materna, y subió a toda prisa al octavo piso donde vivía su hija.
Minutos después, comenzaron a sonar sirenas de ambulancias y de la policía, que se detuvieron frente a la vivienda y entraron corriendo en el edificio. En ese momento, el padre corrió hacia la vivienda y un agente le dio la terrible notica: en el piso se encontraban inconscientes su ex y su hija, que al parecer había sido envenenada. Una de ellas respiraba, pero era la asesina.
Las cartas de la asesina
Según publicó El Mundo, tras acabar con la vida de la niña, la mujer dejó colocada una caja blanca sobre el mueble de la habitación de sus padres con dinero para su madre, un colgante y una tarjeta de crédito con la incripción “Sacá el dinero que queda. Pin XXXX”.
Además dejó tres sobres verdes y uno blanco con mensajes para su madre: “Espero que puedas perdonarme. Te queremos”, y otro para su abuela, “Que la quiero mucho. Lo siento yaya”. No faltó la nota “Para Sergio, el culpable de todo esto. Gracias”, según figuraba en la caja.
En el sobre que dejó en el interior de la caja figuraba otro mensaje para el padre que decía, “Porque has hecho que me quite la vida, pero vas a llorar la muerte de tu hija. La última palabra la tienes tú. Decide si la entierras o la incineras”.
