Fue corresponsal de guerra en Medio Oriente y Vietnam. Entrevistó en los años 60 y 70 a los personajes más importantes del mundo, entre ellos Yaser Arafat, Golda Meir, Indira Gandhi, Henry Kissinger, Mao Tse Tung, Robert Kennedy y Sean Connery. Amada y odiada, admirada y polémica, los artículos de la periodista italiana fueron publicados en los diarios y revistas más prestigiosos del mundo.
Nacida en Florencia en 1929, Oriana Fallaci ha pasado a la historia por ser la primera mujer italiana corresponsal de guerra y la periodista más famosa del siglo XX. Su histórico reportaje a Henry Kissinger durante la Guerra de Vietnam fue materia de estudio en cualquier facultad de periodismo.
Tras el reportaje, el diplomático norteamericano describiría la entrevista que mantuvo con Fallaci como “la más desastrosa conversación que jamás haya tenido con un miembro de la prensa”. Sus palabras describriéndose a sí mismo como “un cowboy que entra solo a una aldea” quedaron inmortalizados en el reportaje que le realizó Fallaci y que forma parte el libro Entrevista con la Historia.
En el libro la corresponsal (Aguilar) la aclamada biografía de Oriana Fallaci escrita por su colega italiana Cristina De Stefano, la autora rescata una anécdota de Fallaci sobre el rol de la mujer en la profesión. “Cuando voy a ver a las personas que entrevisto estoy muy seria. Me visto de la manera menos sexy que cabe imaginar, con frecuencia voy mal peinada y sin pintalabios. No es solo una cuestión de orgullo profesional. Es también, digamos, una elección política, una forma de feminismo avanzado”.
Fallaci tuvo una vida fascinante y las experiencias que vivió desde pequeña marcaron a fuego su prosa periodística audaz y certera. En la adolescencia participó en la resistencia contra la ocupación nazi en su lugar natal, Toscana. Fue parte de la organización "Justicia y Libertad". Por su labor como defensora de la justicia, durante la Primera Guerra Mundial recibió a los 14 años un reconocimiento que le otorgó el ejército italiano, además de una indemnización económica.
En los ‘70, tras su paso como corresponsal, Fallaci viajó a Estados Unidos donde cubrió la muerte de Martin Luther King y las revueltas estudiantiles de esos años. En un pasaje de Nada y así sea Oriana ridiculiza «el vandalismo de los estudiantes burgueses que osan invocar al Che Guevara, pero que viven en casas con aire acondicionado, van a la escuela con el todoterreno de papá y al night club con la camisa de seda».
Como escritora de doce libros, vendió veinte millones de ejemplares en todo el mundo. El libro Un Hombre lo dedicó a Alexandros Panagoulis, uno de los líderes de la oposición griega a la Dictadura de los Coroneles, que fue perseguido, torturado y encarcelado durante mucho tiempo. Y quien fue además el amor de su vida. Tras la muerte de Panaguilis ocurrida en un misterioso accidente de circulación el 1 de mayo de 1976, Fallaci escribió Carta a un niño que nunca nació, en memoria del hijo que esperaba y que perdió.
Fallaci murió víctima del cáncer en Florencia, su ciudad natal, a los 77 años. “Quiero morir en la torre de Mannelli mirando el río Arno desde el Puente Vecchio”. Ese había sido el cuartel general de los partisanos con los que combatía su padre.