El próximo 15 de abril se cumplirán dos años del incendio que afectó a la catedral de Notre Dame de París y que la dejó parcialmente destruida. Durante horas, el edificio de 850 años de antigüedad estuvo en llamas, hasta que cedió el techo y con él su icónica aguja central.
Una de las principales consecuencias del incendio fue la pérdida de estabilidad estructural de todo el edificio. La piedra caliza absorbió el agua utilizada para extinguir las llamas y parte de la cantería se dañó por el fuego.
Se pronosticaba que la catedral, el segundo monumento histórico más visitado de Europa, pudiera abrir sus puertas en el mes de abril de 2024, pero las obras de reconstrucción han sido interrumpidas en varias ocasiones debido a la intemperie, al peligro de una contaminación con plomo y la epidemia del coronavirus.
Sin embargo, entre los avances que se han podido ir realizando, se encuentra el desmantelamiento de los andamios, que se construyeron para acceder a las partes de la catedral que necesitaban ser desmontadas o reparadas.
Asimismo, un total de mil robles serán cortados antes de finales de marzo para reconstruir la aguja y el tejado de la catedral. Se están utilizando robles de todas las regiones de Francia, alrededor de la mitad procedentes de terrenos estatales y el resto de donaciones privadas. Y se continúa en la restauración de una de las doce estatuas de los apóstoles, que también sufrieron daños.
