No es fácil saber cómo se siente… A ella le cuesta demostrar
sus sentimientos, pero te aseguro que está bárbara”, confió
una de sus íntimas amigas. En verdad, si no fuera por los ahorros que le
quedaron en el corralito, se podría decir que el corazón de Teté
está en el mejor momento de su vida. En su rol de madre y abuela, porque
Josefina, su única hija, volvió de Alemania y se instaló
en Buenos Aires con la pequeña Sajidah, de solo tres años. Y en
su rol de enamorada, porque se reconcilió con el empresario Juan Lalor,
después de cuatro meses de prudente distancia. “Estamos en plena luna
de miel y nunca más vamos a volver a separarnos”, aseguran a dúo.
–¿Cómo
fue el reencuentro, Teté?
–En realidad, nunca lo asumí
como una separación… Necesitábamos tomar cierta distancia.
No fue que un día nos levantamos y nos dimos cuenta de que teníamos
que estar juntos. Se fue dando en distintas etapas. Hablábamos mucho por
teléfono hasta que empezamos a salir otra vez. Después, por asuntos
de trabajo, Juan tuvo que viajar a México y parece que “el señor”
(se ríe) me extrañó bastante porque a los dos días
me llamó y me mandó un pasaje. Allá (en Querétaro)
la pasamos brutal, una luna de miel soñada.
–¿Y de
qué forma vivió estos meses sin Juan?
–Y… fue raro,
porque llevábamos cinco años en pareja. Pero tenía que darme
cuenta de cuánta falta me hacía su presencia, y la verdad que lo
extrañé muchísimo…
-Che, yo también te extrañé…
–agrega discretamente Juan Lalor.
–¿Alguna vez tuvo
miedo de envejecer sola?
–Prefiero no pensar en el futuro, pero obvio
que siempre es mejor tener a alguien al lado. Deseo vivir lo que resta de mis
días con Juan… pero también aprendí que la vida es una
caja de sorpresas.
–¿Y en qué habían fallado
con Juan?
–Habíamos descuidado algunas cosas que, creo, son
normales tras cinco años de relación. Pero ya las ajustamos y hoy
estamos muy de novios.
–¿Entonces ahora sí van a
convivir en la misma casa?
–Hummm. Nos da un poco de miedo. Además,
es algo que no nos quita el sueño. Los dos ya pasamos por esa experiencia
y nada mejor que cada uno en su casa.
–¿Cómo es amar
a los 51 años?
–Uno ya aprendió algunas cosas y entonces
tratás de no repetir errores, aunque el ser humano comete los mismos varias
veces. Pero lo importante es que a esta edad los sentimientos son más profundos.
Lo primero que valorás es que sea una buena persona. De joven a veces te
enamorás del amor o de una idea; en cambio, cuando estás más
maduro, amás a una persona con todos sus defectos y virtudes. Yo me di
cuenta de que es imposible que el otro cambie de acuerdo con tus necesidades y
por eso aprendí a abrirme más y decir las cosas. No puedo pretender
que Juan adivine lo que me pasa si yo no se lo digo.
por Soledad Ferrari
fotos:
Matías Campaya
"Muchos nos preguntan si ahora vamos a casarnos, pero tenemos miedo de que si decidimos vivir juntos, arruinemos la relación… Estamos muy bien cada uno bajo su propio techo".
Teté aprovecha sus días fuera de la televisión para dedicarse a su pareja y a su nieta recién llegada de Alemania. Casi todos los mediodías pasa a buscar a Juan por su oficina de Plaza de Mayo para almorzar en Puerto Madero.