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"Mi timidez provoca fantasías"

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Le rinde culto al bajo perfil. Aprendió a moverse con reserva, a hablar con recato. Ese sigilo permanente hizo crecer las fantasías sobre una fama que ya se había ganado: la de galán, la de sex symbol. Poco después, supo cómo explotar esos enigmas y consiguió otro título: el del hombr
e más deseado y misterioso de la tevé.

-¿Por qué tanta incógnita sobre su vida?
-Yo al misterio prefiero llamarlo magia. 

Facundo Arana (30) hace un silencio. Un silencio que, sabe bien, no hace otra cosa que alimentar los ratones que miles de argentinas tienen con él.

Llegó en su moto un domingo a las tres de la tarde. Traía el pelo revuelto y los ojos lagrimeando por culpa del viento. Dos días antes, había dicho: "Está todo bien, lo hacemos. Sólo quiero que entiendan esto, y por favor, que no suene a falsa modestia: hacer esta nota, estas fotos, me provoca cierto pudor". Sonaba insólito, dicho por el protagonista de 099 Central (el nuevo policial de Pol-ka que debutó con 24 puntos de rating). Increíble, si se calcula que lleva nueve años en la televisión y hoy casi dos millones y medio de personas lo ven desde sus casas. Pero bastaba con mirarlo a la cara para advertir que no mentía.

-Arana, ¿cómo explica ese temor?
-Creo que "respeto" es la palabra, ¿sabés? Una cosa es hablar del personaje, de mi trabajo, contar el cuentito. Otra, muy distinta, abrir mi intimidad. 

-¿Estrategia marketinera?
-Es nada más que recato. 

-El misterio alimenta las fantasías, ¿sabe?
-Yo no ando histeriqueando por la vida. Me preocupa conservar mi intimidad, que es lo único en lo que me resguardo cuando llego a casa. Además, ¿de qué te sirve abrir esa puerta? Si sirviera para algo, para alguien, lo haría. Si eso es misterio, sí soy misterioso. Pero como todos, yo necesito tener mi espacio, mi lugar para resguardarme cuando las luces se apagan.

INTIMO. Y cuando las luces se apagan, Jorge Facundo Arana (soltero de estado civil, nacido el 31 de marzo de 1972, domiciliado en el Barrio Norte de la Capital Federal, según consta en su Documento Nacional de Identidad) enciende la chimenea de su casa aunque sea otoño, apoya la botella de
Tía María sobre una mesa, llama a su perra (una kuwacz húngara) para que se eche a sus pies, agarra el saxo y toca un blues. Dice que esos momentos de soledad, puertas adentro, son su gran cable a tierra. 

-¿No tiene miedo de acostumbrarse a la soledad? 
-No, porque no estoy solo. Disfruto la soledad, que es distinto. Me fui de la casa de mis padres ya grande, a los 26 años. Un día me aparecí con Pampa y me dijeron: "Acá la perra no se puede quedar…". Sentí que me estaban dando la libertad de elegir y me pareció que era tiempo de despegar, de pasar por la experiencia de vivir solo, de empezar a prepararme para lo que viniera después.

-¿Qué venía después?
-Todavía no llegó, pero si las cosas se dan como uno las soñó, me gustaría estar con mi mujer y formar una familia con hijos y todo. Y creo que antes de eso, uno se tiene que entrenar. En mi casa yo plancho, yo cocino, hago todo.

-¿Tanto le cabe el matrimonio?
-Totalmente. ¿Quién no sueña con una familia feliz? Uno vive para enorgullecer a los padres primero y a los hijos después. 

SECRETO I. El jamás lo contó, pero se supo. El primer secreto de su pasado lo sacó a la luz el guionista Lito Espinosa, quien no tardó en reconocerlo entre los 3.500 chicos que se habían presentado para el casting de
Canto Rodado en febrero de 1992: "Vos sos Ramiro -le dijo el autor del libro-. Yo escribí ese personaje inspirado en vos, de cuando te veía tocar el saxo en el subte, en la estación Pueyrredón de la línea
D
". Arana quedó helado, pero así consiguió su primer trabajo. 

-¿Cómo nació el músico callejero?
-Me habían echado del laburo cuando conocí a Adrián, un saxofonista que tocaba en los túneles de las estaciones de subte. Tocamos juntos y al día siguiente decidí ir en busca de mi propia parada. Trabajé durante nueve meses, de seis de la mañana a diez de la noche. No te voy a decir que me iba bárbaro, pero sacaba para mis gastos.

-Ahí no hubo metas…
-No. Y cuando empecé como actor tampoco las tenía. Recién en el 94 empecé a trabajar con cierta coherencia, buscando determinados objetivos.

-¿Trabajar con Suar fue uno?
-No me fijé en eso, me tentó el personaje, el desafío. La propuesta se acercaba mucho a lo que yo quería hacer y la tomé. Pero lo que más deseo hoy es poder trabajar para merecerme esta profesión todos los días.

-¿No es al revés?
-No. Ahora quiero trabajar para merecerme todo lo que vengo haciendo. Es una forma de devolverle a esta profesión todo lo que me dio. Yo fantaseo con crecer acá. Hay muchísimo por hacer en el país, y además, nada te prohíbe tener éxito afuera: desde acá yo pude llegar a Israel, Rumania, Rusia, Chipre.

SECRETO II. El segundo gran silencio que guardaba celosamente también se develó en la televisión. Fueron unos años después, en 1996 y en
Canal 11, cuando debió bajar diez kilos para interpretar a Rudy, un personaje que padecía mal de Hodgkin y enamoraba a Andrea Del Boca en la novela Zíngara. "El tenía que peinarse frente al espejo y notar que se le estaba cayendo el pelo. Cuando terminó la escena, Arana lloraba. Me confesó que a los 17 años había tenido cáncer, la misma enfermedad que su personaje y quedé muy impactado, no lo podía creer", recuerda todavía hoy Enrique Torres, el autor. 

-¿Qué rescató de aquellos malos tiempos?
-…Hoy, cuando visito a algún chico enfermo (colabora siempre con FUNDALEU), sé lo que siente. No sabés lo importante que es para mí decirle que se va a curar y saber que él me cree que eso es posible. Yo al principio pensé que no tenía cura, pero sí la había. Fueron diez meses de quimioterapia y cinco años de controles hasta que los médicos me dieron el alta definitiva. En ese tiempo, abandoné los estudios, debí asumirme calvo y aceptarme frente al espejo con 52 kilos. Nada fácil, sabés.

-Dicen que todo tiene un porqué. ¿Encontró el suyo?
-Es cierto que todo tiene un porqué, pero a veces las cosas no son como deberían ser y punto. Para mí esa frase es un consuelo de tontos, jamás me lo he preguntado. En las malas hay que tratar de resolver el problema, y si no hay solución hay que hacer el luto que corresponde y armarse para empezar de nuevo.

-¿Cuánto tiempo se psicoanalizó?
-Lo intenté, pero nunca llegué a hacer terapia. 

EL GALAN. Un metro ochenta y cuatro centímetros, esa es su altura. Rubio, su color de pelo. Celestes, sus ojos. No es ni se hace, Arana nació galán. Lleva el romanticismo y la cortesía en la sangre. Es de los que frente a una mujer están en el detalle de encenderle el cigarrillo, abrirle la puerta, correrle la silla, pedir y pagar la cuenta sin que se dé cuenta.

-Cortesías extrañas las suyas en los tiempos que corren…
-Lo aprendí en casa, de mi mamá y de mi papá. Si hubiera nacido mujer, habría sido una dama espectacular, como cualquiera de mis tres hermanas. Pero mi viejo siempre fue caballero y eso lo mamé. Para mí los detalles son muy importantes. Además, creo que no nos vendría nada mal rescatar algunas costumbres y valores morales de nuestros abuelos. De las cosas chicas se hacen las grandes. Hay que hacerse el hábito, no es imposible.

-Arana, pasemos a temas más frívolos, como el cuidado de su cuerpo.
-Me cuido, claro. Entreno una hora todos los días en el gimnasio de Marcelo
El Tano Attaguile, mi personal. Hago un poco de aeróbico y otro tanto de fierros. Siempre me gustaron los deportes, pero esto tiene que ver con cuidar el instrumento. Yo en la televisión me muestro. Hoy hago un policía aguerrido, ayer era un misionero que se pasó la vida hachando. Es parte de mi trabajo estar bien, dar lo que el personaje me pide. 

-¿Y es de los que reniegan del tilde de galán?
-No, cómo voy a renegar de eso. Cómo me va a molestar, si galán viene de galantería. No serviría de nada mi trabajo si me molestara que me llamen así. 

-Siendo tan relajado, ¿cómo reacciona frente a la histeria de sus fans?
-Si me avanzan con gritos y tironeos, las tomo de los brazos, sabés. Las miro directo a los ojos y les digo:
"Pará, pará, pará. Mirame a los ojos. ¿Qué querés, un mechón de pelo? Tomá, acá tenés". Y se los doy. Una persona se zafa con una persona que permite que se zafen.

LOW PERFIL. Evita la vidriera: no va a boliches de onda, les escapa a los eventos y huye de los circuitos que frecuentan otros famosos. Se sabe poco de él, pero lo suficiente como para contar que: sigue de novio con Isabel Macedo (actriz de profesión y devota del bajo perfil tanto o más que él), que su padre es abogado y su madre ex jugadora de hockey, que es el único varón de cuatro hermanos (las chicas son Patsy, Paula y Agustina), que estudió en el
Moorlans (un colegio bilingüe de Tortuguitas), que se llevaba todas las materias a marzo porque se pasaba las clases enteras dibujando en un último banco, que soñaba con convertirse en diseñador gráfico, que se divertía desafiando las olas del Atlántico con su tabla de surf todos los veranos, que como amaba el blues se puso a estudiar saxo, que trabajó de cadete en dos agencias de publicidad, y que cuando tenía quince años su mejor amigo Caly lo llevó obligado a una clase de teatro y ahí descubrió la actuación.

-Lleva seis años en pareja con Macedo…
-(Interrumpe por primera vez). ¿Sabés algo? Quiero que comprendas: no voy a hablar del tema y no porque tenga algo que ocultar, simplemente ella forma parte de mi vida privada y no voy a entrar en ningún tipo de detalles.

-Volvemos al misterio.
-La gente ya sabe lo más importante: que la conocí cuando Isabel tenía ocho años, en mi casa, porque era amiga de mi hermana menor. Que todo se dio naturalmente: Un día vino un café, un cine, el primer beso. Lo más importante es que todavía estamos juntos. Juntos y muy bien.

-Y cree en eso del amor eterno…
-Sí, claro que creo que existe el amor para toda la vida y apuesto a eso. Tuve ejemplos muy cercanos. Mis abuelos se conocieron cuando tenían quince años y mi abuelo murió con 82 años; mi abuela tiene 85. Ese fue un amor eterno, y que además sigue existiendo. Yo lo veo, lo siento. Y mis viejos se conocieron hace 32 años, se casaron a los seis meses, siguen viviendo juntos y será para siempre. ¿Qué razón hay para que yo no crea? 

-Suena romántico.
-Soy profundamente romántico. Pero creo que todos somos así… El recio, es una postura, una manera distinta de seducir.

-¿Y usted cómo lo hace?
-Desde eso que hablábamos. Yo seduzco desde la galantería, no hay nada más lindo que cortejar a la mujer.

-¿Cómo se definiría?
-…No es fácil hablar de uno. Pero te puedo decir que soy terriblemente tímido. Este trabajo me ayudó a comunicarme, fue un gran ejercicio para mí. Pero sigo siendo terriblemente tímido.

-Una timidez que hoy le juega a favor…
-No tengo dudas. Mi timidez provoca fantasías, me hace parecer más misterioso de lo que soy. Las notas ayudan mucho a promocionar un producto, pero le quitan magia al actor. A mí me quita misterio que sepan que toco el saxo, que mi perra es Pampa… Todo esto me quita misterio. 

-Su gran arma de seducción, ¿cierto?
-….

Facundo Arana vuelve a callar. El silencio, se sabe, invita a todo tipo de fantasías. Algo que él llama magia.

por Mariana Montini
fotos: Santiago Turienzo
asistente: Diego Soldini
producción: Inés Azumendi

Un metro ochenta y cuatro centímetros, esa es su altura. Rubio, su color de pelo. Celestes, sus ojos. No es ni se hace, Arana nació galán.

Un metro ochenta y cuatro centímetros, esa es su altura. Rubio, su color de pelo. Celestes, sus ojos. No es ni se hace, Arana nació galán.

Ya consagrado como galán, el protagonista de <i>099 Central</i> asegura: Yo seduzco desde la galantería. No hay nada más lindo que cortejar a la mujer… el recio tiene una postura, una manera distinta de seducir".">

Ya consagrado como galán, el protagonista de 099 Central asegura: "Yo seduzco desde la galantería. No hay nada más lindo que cortejar a la mujer… el recio tiene una postura, una manera distinta de seducir".

Se llama Isabel Macedo y es actriz. Llevan seis años juntos, pero todavía no se atrevieron a convivir. Es el único amor que se le conoció a Arana.

Se llama Isabel Macedo y es actriz. Llevan seis años juntos, pero todavía no se atrevieron a convivir. Es el único amor que se le conoció a Arana.

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