Antes de salir al escenario, cierra fuerte sus ojos y se sumerge en su pasado de niño, cuando agitaba las teclas del piano con los mismos dedos flacuchos de hoy en las recordadas clases del conservatorio Thibaud-Piazzini, donde daba sus primeros pasos en la música.
Ahora los abre y está parado en el pedestal que merece, nada menos que el teatro Colón, y casi 2.500 personas lo ovacionan: “¡Esta es la barra/ de Say No More!”, corean respetuosos. Comienza Líneas paralelas-Artificio imposible, el conciertofilm que el propio Charly García (61) pergeñó. Atrás quedó la limousine blanca que lo trajo como prócer que es, y ya suena Dileando con un alma. Después vendrán Vía muerta, Desarma y sangra, Rejas electrificadas, Tango en segunda –con el invalorable aporte artístico de Jean François Casanovas–, Promesas sobre el bidet y tantas más. El luce impecable, de sombrero y saco violeta, rodeado de su banda, The Prostitution, y la orquesta Kashmir, ambas ubicadas entre las famosas líneas paralelas que dan nombre al show, de colores azules y rojos, que culminan en forma de triángulo, con una formidable puesta en escena de su incondicional amiga Renata Schussheim y artistas invitados de la talla de Bernard Fowler –el corista de los Rolling Stones– y Bernardo Baraj. Uno de los instantes más conmovedores se vive cuando suena Cuchillos, con el audio de Mercedes Sosa acompañando el recordadísimo momento.
Todo está siendo filmado bajo la atenta mirada de Mono Flores (h), máximo responsable, con 26 cámaras y se editará en DVD Full HD con la idea de documentar el camino que recorrió García hasta alcanzar la cima con este espectáculo: “Hace tiempo que me interesan más los directores de cine que los músicos”, bromeaba Charly en el camarín, previo a salir a escena, flanqueado por su amigo, el DJ Alejandro Pont Lezica, también gran gestor de esta patriada.
Y llega el tiempo de un Charly a full en el show, como no podía ser de otra manera. Toma con potencia la guitarra eléctrica y Fowler lo sigue. Todo es fiesta en el templo lírico, mientras flamean brazaletes de Say No More y estandartes nacionales. Cierra con Inconsciente colectivo y los fans deliran. Da pasitos cortos, baila y dirige en medio de la escena y el público aplaude de pie. Ya había estado por acá cuando tocó el Himno Nacional en una noche estelar del bailarín Maximiliano Guerra. Pero este 23 de septiembre de 2013 es histórico. Por eso, oíd mortales, oíd.
Cuentan que de niño soñaba con ser protagonista en el mismísimo Colón. Y el 23 de septiembre se dio el gusto y emocionó al público con su música, acompañado por su banda, The Prostitution, y la orquesta Kashmir.
Llegó puntual al máximo coliseo nacional, celosamente custodiado por cuatro patovicas. Enseguida caminó rumbó al escenario, para chequear cómo estaba todo con sus músicos. Luego se quitó el saco y probó teclados, partituras y las cuatro iPads que lo acompañaron durante el espectáculo.
“¡Esta es la barra/ de Say No More!”, corea respetuosa la gente. Todo es fiesta mientras flamean brazaletes de SNM y estandartes nacionales.