“No ves la enfermedad hasta que te engancha. Es algo sin cura”, asegura Mariano T, uno de los miembros de Jugadores Anónimos (con 22 años y 11 meses de abstinencia), que asegura que tristemente las apuestas online son “el niño mimado” entre las consultas que reciben las 24 horas al día.
La hermandad es tal que sus integrantes se sostienen mutuamente bajo una serie de reglas muy claras. Una de ellas es el anonimato, básicamente porque “si mostramos la cara, aún habiendo saldado deudas, y presentamos una recaída, cosa que puede pasar, podemos terminar dañando el trabajo que hacemos”.
Con 52 grupos activos en todo el país y dos zooms especiales (uno general y otro exclusivamente de jóvenes menos treinta, que pusieron en funcionamiento debido a la alta demanda de adictos al juego online), el célebre programa de doce pasos para personas que padecen ludopatía (el hecho de ser incapaz de resistir los impulsos a jugar), es una verdadera red de contención.
Así es que Mariano T nos pone en contacto con Matías R, un joven de 26 años que empezó su historia de juego a los 18 y tras una recaída en medio del programa, hoy rearmó su vida, da charlas en las escuelas y considera importante dar esta nota “para pasar a transmitir el mensaje de que es posible dejar atrás el juego compulsivo”.
Cómo detectó la enfermedad: de apostar un sueldo entero hasta jugar debajo de la ducha
“Cuando cumplí 18 años, mi regalo fue llevarme a una sala de juegos. Primero empecé con el juego presencial, que era lo más común en ese momento”, relata Matías, quien comenzó “su carrera” en medio del boom de los bingos. “Arranqué como un juego social e iba con un familiar. Comencé con pocas monedas hasta que tuve una ganancia importante. Ahí empezó el juego compulsivo. Tres o cuatro meses después”, rememora.
–¿Cuál fue la cifra que consideraste que era importante y bueno y disparó todo?
–No recuerdo exactamente cuánto equivaldría en ese momento, pero calculale que más o menos era un sueldo básico. Yo trabajaba en un horario part time: llegué a apostar lo que ganaba mensualmente en un trabajo de seis horas diarias. Además recibía la cuota alimentaria de mi papá, que era para pagar la facultad. Y pasé de ser un chico cien por ciento de secundaria que tenía solo el dinero que me daba la persona que me criaba para comprarme un sándwich a alguien a manejar plata. Entonces empecé a ir solo a jugar y a perder la noción de cuánto dinero apostaba.
–¿Cómo recordás ese primer año de juego?
–En ese momento tenía bastante control. Pero ya el segundo año en mi época de juego, cuando estaba en el segundo año de la universidad, se me volvió completamente compulsivo. Sueldo o cuota que cobraba, me lo jugaba. Ya por ese entonces empezaba a mentir, a decir que iba a la facultad y me quedaba en una plaza haciendo tiempo para irme a cualquier sala de juegos todo el día.
Casi no dormía. Así estuve dos años. En 2018 todavía era bastante difícil acceder al juego online, pero se me ocurrió ver si existía algo así. Ahí me encontré con la realidad de que sí había en otros países y que podía acceder a algunas páginas a través de varios medios de pago. Comencé en una plataforma que era de Brasil y me permitía montos bastante limitados. Así que combinaba ambos métodos, presencial y online.
–¿Cuál fue la tentación de empezar apostar full time al juego online?
–Que podés estar jugando a toda hora y en cualquier ámbito, y que no hace falta mentir. Podés apostar donde quieras. Te vas a un lugar especial en un break del trabajo. Por ahí yo bajaba a tomar un poco de aire entre comillas y eran quince minutos jugando con el teléfono. En ese momento todavía no era algo tan frecuente. En el 2019 tuve un impasse por la pandemia, porque el único método de pago era una tarjeta de crédito y no tenía acceso a ninguna, pero en 2021 todo fue más sencillo y comenzó a ser compulsivo.
–¿Cómo empezaste a tener tantas deudas como me contás?
–Empecé a pedir dinero no sólo a entidades bancarias, sino a prestamistas. En lugares en los que podés correr peligro. Cuando te sacan del sistema financiero comenzás a pedir plata en cualquier lugar, que es lo que me pasó a mí. En 2022 ya estaba con dos o tres deudas con prestamistas y debía a tres bancos. Montos que para mí eran impagables. Además les debía a varios amigos.
–¿Cuándo fue que asumiste y dijiste “acá lo tengo que hablar”? Imagino que además no es fácil compartir con alguien más lo que está pasando. Tal vez por miedo a que te juzguen.
–Lo cuento desde mi percepción, pero entiendo que cualquier jugador compulsivo tiene miedo a que lo juzguen. Por eso en julio de 2021 mi novia me insiste en que busque ayuda y juntos dimos con Jugadores Anónimos. Ahí fue que me contacto con la Línea Vida, que está las 24 horas, y donde cualquier persona que sufre esto puede llamar. Lo bueno es que te atiende otro que pasó por lo mismo y por eso te pueden guiar. En ese entonces fue cuando blanqueé y me blanqueé a mí mismo que tenía un problema con el juego.
–¿Qué tipo de juegos eran los que mas te seducían?
–Mi juego fue mutando. En ese momento no tenía uno específico, o todavía no había caído en las apuesta deportivas. En ese momento eran las famosas maquinitas pero virtuales, y un poco lo que era ruleta. Te diría que de todo un poco.
–¿Y cuándo caíste en la compulsión por las apuestas deportivas?
–Todo eso comenzó en la época del Mundial de Qatar, en 2022. Cuando la oferta y la promoción empezaron a ser más grandes. Uno decía, “perfecto, veo el partido, me encanta el fútbol y además veo si me gano unos mangos”. Ahí la cosa fue más fuerte en mi caso.
–¿Tenías algún amigo o algún otro cercano que también apostara o no conocías a nadie más que jugara?
–Tenía familiares que iban a juegos presenciales en su momento, pero eran mayores. Después varios dejaron de ir. Además cuando es algo compulsivo uno no quiere conocer a nadie ni compartirlo: se aisla totalmente. No podía compartirlo con alguien más porque sentía que, obviamente, lo que estaba haciendo estaba mal.
–¿Y cuáles eran tus sentimientos para ese entonces?
–Cuando llegué a Jugadores Anónimos mi sentimiento era de impotencia. De no saber qué me estaba pasando ni por qué hacía lo que hacía. En mi cabeza estaba simplemente la acción y la necesidad de apostar. Uno no llega a comprender qué le pasa.
–Antes de tu consulta en este grupo, ¿recurriste a algún otro tipo de ayuda?
–Sí. Fui a un psicólogo. Lo primer que hice fue llamar al número del Gobierno de la Ciudad, una línea que es específicamente para pedir ayuda y que figura en alguno de los sitios online. No es por el profesional, pero a mí personalmente no me brindó la ayuda necesaria para dejar de jugar. Con el grupo de JA me pasó que en la primera reunión conocí a un grupo de personas que había sufrido lo mismo que yo. Ahí entendés que no sos la única persona a la que le sucede. Ahí caés realmente.
Qué siente un ludópata en una recaída
A pesar de haber arrancado en las reuniones de JA, Matías cuenta cómo fue su recaída. “Si pensabas que después de julio de 2021 no aposté más, te equivocás. Recaí en 2022. Ese fue mi peor año con el juego”, sintetiza. Por ese entonces, el joven estaba trabajando en una empresa que se dedicaba a finanzas e inversiones: “Mientras simulaba que trabajaba estaba jugando en la pantalla del teléfono de modo automático”.
–Que justo estuvieras trabajando en algo para ganar más dinero, ¿sentís que tuvo algo que ver?
–Puede ser. La verdad es que no me puse a buscar la relación, porque antes trabajaba de otra cosa y tenía la misma compulsión. Tampoco quise pensar si había sido por problemas familiares o por el tipo de trabajo porque te empieza a marear un poco.
–Entiendo. ¿Cómo fue el regreso al grupo?
–Simplemente me empecé a centrar en tener en tener una vida normal. Desde julio de 2021 hasta enero de 2022 había estado en concurrencia de abstinencia. Me había recuperado económicamente y había resuelto todas las deudas, pero no había seguido los pasos del programa que Jugadores Anónimos da, que es lo más importante de la recuperación. Fue un engaño pensar que porque había pagado todo y tenía un mejor estilo de vida me había recuperado por completo.
–¿Te volviste a aislar por vergüenza o algo así?
–Obvio que te sentís mal, porque nunca me había pasado de recaer ya siendo parte de un grupo de autoayuda. En su momento pensé que ya estaba recuperado porque había pasado todo lo que debía. Ahí dejé de responder mensajes del grupo que me preguntaba todo el tiempo qué me pasaba y si estaba bien.
Además, en 2022 tuve un trabajo con un buen poder adquisitivo y eso agravó las cosas. En ese momento estaba las 24 hora jugando. Estaba en el baño o tomando una ducha y estaba apostando automáticamente. No tenía vida y me dormía de mal humor, ganara o perdiera.
–Decías que no habías hecho a consciencia los doce pasos de Jugadores Anónimos.
–En todos los grupos de autoayuda hay un plan con pasos que te ayudan a tener una vida mejor. Es algo muy personal y uno lo hace de la forma en que puede. Lo mejor sería haberlo hecho del uno al doce, en orden, como te lo recomienda un hermano más veterano que tiene mucha más abstinencia que vos. Yo cuando entré era mucho más pibe y sólo pensaba en solucionar las deudas.
No entendía el trasfondo: la importancia de vivir una vida con madurez, con trabajo, en la que pudiera estudiar para mi futuro. En la que pudiera llevar un buen vínculo con amigos, pareja y familiares. Porque cuando estás en el juego dejás de ser una persona normal: estás simplemente guiado por lo que te dice la apuesta del juego.
–Y en ese momento de la recaída, ¿ya estabas estudiando otra cosa o seguías con abogacía?
–Seguí con abogacía un tiempo y después me pasé a economía y administración, carrera que sigo cursando. Hoy trabajo en otra empresa y tengo un mejor puesto. Todo eso empezó exactamente el 6 de enero de 2023 cuando volví al grupo. Ese regreso ya no fue para arreglar las deudas que dejé otra vez, sino que entendí que tenía que parar un poco la pelota y escuchar lo que gente como yo tenía para decirme. Personas que tienen 15, 20, 25 años de abstinencia. Ahí fue cuando me pregunté, si alguien con ese tiempo pudo tener una vida normal, ¿por qué no yo?
–¿Y pudiste contarle tu verdad a algún allegado antes que en el grupo?
–Mirá, te tengo que ser sincero el cien por ciento. Todavía hay cosas que tengo como mochila y no puedo largar. Hay cosas que quizás resolví pero son cosas muy muy personales. Tal vez cuando tenga más tiempo de abstinencia puede ir largándolas. Pero por ahora pude sacar lo que más me afectaba en lo diario.
Ahora si me preguntás si blanqueé mi problema con las personas más importantes de mi entorno, sí lo hice. Y es un paso fundamental. Porque el juego te lleva a mentir siempre, desde sobre el juego que jugás a con otras cosas. Conté lo que me pasaba en 2021 y volví a hacerlo dos años después, cuando tuve la recaída. Porque 2022 fue una bomba que explotó. No sólo tuve problemas económicos, sino también legales. Es decir que llegué a algo más complejo.
Del “reencuentro” con Jugadores Anónimos a la recuperación de su vida
–En el regreso al grupo, ¿cuál fue esta vez el click definitivo?
–Esta vez me pasó que tenía mucha afinidad con una persona del grupo, con una “hermana”. Nosotros nos llamamos “hermanos. Ella era mucho más grande que yo, y fue a ella a quien recurrí para preguntar si el grupo seguía activo. Mi vuelta fue un martes, si no me equivoco. Y después de esa reunión, le pude contar a un hermano que había tenido mucha vergüenza de decir que había recaído. Ahí me dijo: “Acá nosotros no juzgamos. Así que si pasa otra vez, vení, que es lo más importante”.
–¿Cómo se sintió ir recuperando de a poco tu vida, e ir con la verdad?
–Al sumarme nuevamente al grupo, yo no sólo tenía problemas económicos; también me quedo sin trabajo. Digamos que hice algo para que me aparten. Pero aunque tengas las herramientas que da el grupo, si no ponés de vos, es imposible salir. Hay días en la semana en los que podés ir a sentarte y hablar de lo que estás atravesando, no solamente acerca del juego, y aceptar las sugerencias que te hacen personas que tienen más experiencia y salieron del mismo infierno en el que yo estaba.
Y es un camino radical: empezás a contar cosas que jamás habías dicho y que te avergüenzan. Y así vas recuperando en control de tu vida. Digamos que volví a nacer. Me pongo a pensar y yo hacía cosas aberrantes como si fueran algo normal.
–¿Podrías enumerar alguna?
–Quizás porque no me gusta mucho recordarlas… Bueno… yo le he robado a familiares, he jugado sueldos enteros el mismo día en que lo cobraba y jugué con dinero que, en sí, no era mío. He mentido centenar de veces para pedir dinero por motivos inventados… El juego me ha sacado de momentos importantes de mi vida. Me hizo dejar una carrera universitaria, me ha dejado sin trabajo, me hizo estar dos días sin dormir… Un sinfín de cosas que hoy no las haría.
–Si tuvieras que dejarle un mensaje a alguien que siente que su vida está fuera de control por el juego y que justo da con esta nota, ¿qué le dirías?
–Yo lo que le quisiera decir a esa persona que hoy en día está sufriendo, que quizás lee esta nota y que dice “estas cosas que está contando esta persona me pasaron a mí o me están pasando y no sé cómo resolverlas”, que sepa que existe un lugar que lo va a escuchar y en el que va a encontrar pares, personas que sufrieron exactamente lo mismo. Y que depende mucho de él, pero puede salir adelante y tener una vida mejor. Se lo aseguro.
Si necesitás ayuda, podés contactarte con el equipo de Jugadores Anónimos a través de los siguientes canales:
Línea de vida, las 24 horas del día: 1144126745