A los 41 años el actor de Separadas habla de su compromiso familiar y de la historia de amor con su pareja.
El caballero nacido en La Boca y criado entre Villa Soldati y Avellaneda informa que su actualidad se distribuye entre –justamente– el trabajo, su hogar “y un huracán de actividades cotidianas relacionadas con la familia”, dentro de las que “me gusta poner el cuerpo y el corazón”.
En su casa de Nordelta habitan, puntualiza, “la inquieta” Olivia (10), “el dulce” Milo (6), “la autodidacta” Alma (2) y Camila Cavallo (25), su mujer desde 2016.
“Nada cambió de cuando la descubrí por Instagram. Vi su mirada en un back, me impactó y le escribí. Tardó veinte días en contestarme. Lo hizo mientras yo caminaba por la calle con los chicos. ‘¿Cuándo nos vemos?’, le pregunté. ‘Nnnno sé...’, contestó. ‘¿Y hoy?’, la apuré ansioso. Compré una bolsita de golosinas y la busqué por la esquina de Santa Fe y Laprida. Fuimos a Puerto Madero. A los dos nos gusta comer... Sin embargo, en la cena no probamos bocado. Esa noche me enamoré a primera vista. La admiro como mujer y como madre. Siempre va para adelante, busca mejorar, aprender. Me atrapa su sensibilidad, su fortaleza, su claridad pese a la corta edad, su talento para transformar las cosas en mejores... Por algo Juliana (su ex), cuando debe decidir entre darnos la razón a ella o a mí, siempre se la da a Cami, jajajá... Por Camila la casa es más bella. Por ella soy capaz hasta de regar las plantas y aprender de cuestiones hogareñas. ¿Sabías que a los gatos (crían a Mila, Lolo y Pitufina, aparte de a Mía –una perra Boyero de Berna–) hay que cambiarles el agua a diario, porque si no les complica los riñones?... Ahora Cami, que acaba de destetar a su hija luego de dos años y siete meses, comienza a retomar la publicidad. Me encanta que vuelva al ruedo. Pongo su carrera al nivel de la mía. Debe hacer lo que le gusta, como la danza. El año pasado tomó cuatro horas de clases por semana. En 2019 nos reunimos con Marcelo (Tinelli), el Chato (Prada) y Fede (Hoppe) por el Súper Bailando, y hasta probamos con un ensayo. Al final no se dio”, pone un freno Mariano Martínez a su minucioso monólogo.
Fotos: Christian Beliera y Archivo Editorial Atlántida
