Quienes lo conocían lo definen como verdadero personaje, un showman que lo daba todo en cada una de las tareas que emprendía. Sinónimo de red carpet. No sólo entendía el juego mediático, sino que tenía el ojo más fino para componer un look elegante en su rol de asesor de moda.
Este lunes 12 de agosto Mariano Caprarola (1974-2023) tendría que estar festejando sus 50 años. Un número clave en la vida de cualquier persona. Pero su vida se apagó tempranamente hace prácticamente un año, en la tarde del 17 de agosto pasado, al sufrir un shock hemorrágico cuando estaba por recibir el alta luego de practicarse una cirugía en donde le quitaron unos cálculos renales. Una verdadera herida que sigue abierta para Fady (92), su mamá, quien tuvo que despedir por segunda vez a un hijo.
“Por Mariano necesito y deseo que se haga Justicia con este señor que me hizo tanto daño sacándome la vida de uno de mis hijos. No le deseo maldad, pero sí que se haga Justicia con la gente que operó con ese trabajo tan mal hecho”, afirma la mujer.
Su nombre de pila es María Luisa Jack, tiene 92 años y recibe a Revista Gente en la intimidad de su hogar para hablar por primera vez a corazón abierto de cómo viene transitando este duelo y exigir que la condena contra Aníbal Lotocki siga firme.
Si hay que hablar de algunos hechos destacados de la última parte de la línea de tiempo de la vida del estilista, se puede recordar que en abril del año pasado se mudó a una coqueta casa ubicada en un barrio cerrado de la localidad de Escobar con la idea de poder estar más tranquilo y estar en contacto con la naturaleza junto a Fady. “La disfrutó muy poco, pero todo está tal cual lo armó y pensó él”, cuenta.
El otro punto clave se dio el 3 de julio, cuando brindó la que fue su última entrevista en el programa Socios del Espectáculo y arremetió fuerte contra el cirujano de los famosos.
“Lotocki me inyectó muerte”, había manifestado. Eran tiempos en donde la salud de Silvina Luna, quien murió el 31 de agosto de ese mismo año, pendía de un hilo. La preocupación por lo que le podía pasar a él lo llevó a hablar, y manifestar que también temía por su integridad ya que “Lotocki era un mafioso” y "podía terminar en una zanja" si lo acusaba ante la Justicia.
El emocionante recuerdo de Mariano Caprarola por Fady, su mamá
Antes de meterse de lleno en los datos más duros referidos a la instancia judicial en la que se encuentra el caso de Aníbal Lotocki, la madre del asesor de imagen que trabajó en Revista Gente se propone recordarlo y hablar de cómo fue este primer tiempo sin su querido hijo.
“Yo tenía 42 años cuando nació Mariano. Nosotros teníamos una relación muy especial. Pero no te pienses que no había guerra gaucha. Así como nos llevábamos bien, me mandaba a la mierda. Pero venía enseguida y me pedía perdón. Era su forma de ser, la de un leonino”, comienza rememorando.
En el día a día “le gustaba comer de todo” y “no era exigente porque aceptaba todo lo que le hacía: a mi no me gustaba la cocina, pero lo hice obligada”. De acuerdo con lo que cuenta Alejandra, la mujer que hoy esta a cargo del cuidado de Fady, algo que siempre pedía era pollo.
Estos son apenas algunos datos de color que pintan esa cotidianeidad de una figura del mundo del espectáculo que se paraba arriba de unos buenos tacos, se ponía un tapado con plumas y salía a escena para llevarse todas las miradas en una red carpet. Aunque también tenía la gran capacidad de hacer lucir a otras personas que confiaban en su trabajo y buen gusto.
“Cuando era chico Mariano se disfrazaba, y simulaba hacer obras de teatro. Era la forma que encontraba para destacarse. Pero yo no lo veía. Lo hacía todo encerrado en su cuarto: se armaba un escenario y actuaba. Desde pequeño le gustaba eso. Todo lo que hacia, lo hacía bien. Reemplazaba de forma perfecta a Horacio Cabak en la conducción de La jaula de la moda (Ciudad Magazine). Tenía capacidad para hacer todo”, manifiesta con orgullo.
Fady es una mujer que tuvo su primer duelo de muy joven, al perder a su padre cuando tenía doce años de un infarto de miocardio. Fue la primera vez que se enfrentó al shock de la muerte ya que "se dio de un momento a otro". Ya como mujer, le tocó despedir al gran amor de su vida: Bocha, su marido, cuando ella tenía 57 y Mariano 12. Y un tiempo después, tras luchar contra un duro cáncer de pulmón, murió Alejandro, su hijo mayor, en 2017.
El dolor es grande en cada uno de los casos. Recorrer esta casa es transitar recuerdos, aunque hay que decir que la presencia de Mariano se siente en cada metro cuadrado.
“Una de mis amigas me preguntó por qué estaba tan triste con la muerte de Mariano, después de tanto tiempo, si con Alejandro no me había pasado vivir un duelo de esta forma. Lo que pasó con Alejandro es que yo estuve seis años acompañándolo con el cáncer de pulmón que tuvo. Sabía que no había solución. Con él éramos como un matrimonio porque vivíamos juntos ya que se había separado. Congeniábamos muy bien, de la misma forma en la que nos peleábamos. Era como mi marido”, explica.
-¿Y con Mariano?
-Lo de Mariano fue una cosa insólita que jamás iba a imaginar. Por eso me cuesta tanto asimilar su muerte.
-Fue un shock.
-Sí. Soy sincera, pienso que esto de ponerme mal es algo que me tiene pasar. Hablo de él y se me llenan los ojos de lágrimas. Me cuesta un montón.
-¿De qué forma lo van a recordar en este primer aniversario de su muerte?
-Este sábado a la tarde vamos a hacer una misa acá en Benavidez. Me hace mal, pero a la vez lo necesito. Con Mariano éramos muy compinches…
-¿Cómo se transita el dolor?
-Mes por mes la fui pasando mal. Por eso espero que en algún momento se me pase. No sé si soy exagerada. Sueño con Mariano. A veces siento que alguien me está tocando y siento que es él. El dolor es difícil de superar.
-¿Cómo era Mariano?
-Un payaso… (risas) un ser normal al que le gustaba su trabajo. Se podía poner un corpiño, una bombacha, lo que le dieran. No le importaba. Era su forma de ser. Le gustaba el trabajo que tenía.
-¿Y como hijo?
-Se preocupaba muchísimo por mí. Me perseguía, estaba muy atento a donde estaba yo. En la casa de San Isidro teníamos cámaras, y un día puse mi bolso con otras cosas arriba del sillón: descubrió espiando que iba a Mar del Plata para verlo de sorpresa. No se perdía nada. Si hubiera sido al revés, que yo me iba antes que él, no sé si lo hubiera aguantado. Era como una obsesión lo que tenía conmigo.
-¿Cuál es el vínculo que tenés con los amigos de Mariano en la actualidad?
-Me llaman. Iliana Calabró y Coca Calabró son las que más se comunican conmigo. También lo hace seguido Ángel de Brito para pedirme notas. Esporádicamente Horacio Cabak me escribe. El otro día con Alejandra le escribimos para que venga a comer un asado y contestó que iba a venir. "jajaja ya voy a ir", decía el mensaje.
-¿De qué manera lo tenés presente?
-Diariamente tengo presente las cosas de Mariano. Hablo mucho con las fotos y especialmente con una que tengo en mi cuarto que nos sacamos en el festejo de mis noventa años, en la casa de San Isidro.
-¿Los mejores recuerdos con él cuáles son?
-Me llevaba de viaje a todos lados. Estuvimos en Europa, Las Vegas, Miami, y por toda Argentina. En su época me gustaba viajar mucho, ahora ya no me está pasando. Con mi marido viajábamos mucho.
-¿Te hablaba de amor?
-Me contaba todas sus cosas que tenía con distintos chicos. No era de ocultarme sus relaciones. Estaba muy enamorado de un chico que se llamaba Luciano, pero eran el aceite y al agua. No congeniaban nunca.
El contundente pedido de Justicia de Fady, la mamá de Caprarola
Mariano Caprarola se sometió en 2010 a un procedimiento en el cual se le colocó un producto por el cual desarrolló una insuficiencia renal que condujo a su fallecimiento.
Es una de las múltiples víctimas que tiene el cirujano Aníbal Lotocki que por años fue buscado por númerosos integrantes de la colonia artística. Algunos casos que se pueden citar son los de Silvina Luna, Pamela Sosa, Gabriela Trenchi, Stefanía Xipolitakis, Cristian Zárate, Virginia Gallardo, Verónica Ojeda, La Chipi y Fran Mariano.
“Lo miraba y me hacía un daño terrible”, dice Fady apenas se le pregunta por todo lo que pasó en los medios después de la muerte de su hijo, la repercusión judicial y las última palabras del cirujano y su esposa. “Me molestaba escuchar a la mujer de Aníbal Lotocki (Majo Favaron) las mentiras que dijo de Mariano”, sigue.
“Él no estaba operado por nadie, salvo por el marido de ella. No era un amigo. Una persona que te pone esas cosas que le puso a Mariano no puede decir que es un amigo. Le salimos de garante de la clínica en la que él estaba, venía a comer a casa con la otra mujer que tenía. Repito: un amigo no te puede hacer eso, pero por eso está donde está. Mariano nunca quiso denunciarlo, a pesar de que tendría que haberlo hecho”, insiste.
-¿Por qué no quiso denunciarlo?
-No se manejaba de esa forma. No sé si fue porque no le quería dañar la imagen aún más por lo que había hecho con él. Mariano procedía de esa forma. “Mamá, no quiero plata”, me dijo. Y lo dejó pasar.
-¿Cómo estaba en ese tiempo en cuanto a su salud?
-Él estaba mal. Tenía dolor en las piernas y en la cola. Un cirujano amigo de la familia, Sergio Rossaroli, le sacó una cantidad terrible de plástico de la cola. Él tiene pruebas de lo que sacó. El daño que le hizo Lotocki en su cuerpo fue terrible.
-¿Tenía miedo?
-Pensaba que iba a terminar como Silvina Luna (con una internación prolongada por los problemas generados en su salud por el producto que tenía colocado en su cuerpo). Por eso digo que Dios me lo llevó antes para evitar que llegara a pasarle lo que tenía Silvina.
-¿Qué le dirías a Lotocki?
-Que ojalá Dios lo castigue y se haga justicia. Le hizo daño a mucha gente. Mariano llevó muchas amigas para atenderse con él. No las quiero nombrar porque no aparecieron públicamente, pero son todas conocidas. Les hizo el mismo procedimiento que a él, por lo que se encuentran en las mismas condiciones.
Las confesiones de Mariano Caprarola en su última tapa con Revista GENTE
Fotos: Chris Beliera.
Video: Ramiro Palais.
Retoque y diseño digital: Gustavo Ramírez y Darío Alvarellos.
Logística: Lucas Domínguez.
Agradecemos muy especialmente a Marisa Toledo.