Mama Antula: El acto de “providencia” que ayudó a convertirla en la primera santa argentina de la historia – GENTE Online
 

Mama Antula: El acto de “providencia” que ayudó a convertirla en la primera santa argentina de la historia

El domingo 11 de febrero, el papa Francisco consagró a la religiosa santiagueña en la Basílica de San Pedro. Gerardo Di Fazio (60) uno de los promotores de esta causa, nos relata algunos pormenores de cómo se logró la canonización de la “Beata de los Ejercicios”.
Gerardo Di Fazio
Actualidad
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Los restos de Mama Antula descansa aquí, en la Basílica de la Piedad, de Congreso.

En estos días circula por varios lugares la historia de la “Mama Antula” (o María Antonia de San José o María Antonia de Paz y Figueroa): quién era, de dónde provenía, qué tareas realizó... Muchos se adjudican desde siempre ser los promotores de esta causa de canonización. Pero en honor a la verdad -y hay que contarlo- la misma, que comenzó como tal en 1903, se reactivó recién en 1980, con el padre Ignacio Pérez del Viso, la madre general de la Congregación del Divino Salvador y la hermana Leonilda Barbosa. Al fallecer Leonilda, quien tomó su lugar fue la hermana Hilda Rosa Ledesma.

En aquellos tiempos -nobleza obliga decirlo- éramos pocos los que formábamos parte de esta labor: entre ellos Hilda, algunas hermanas de la congregación, Pérez del Viso, la profesora Graciela Ríos, la doctora Alicia Fascina, la licenciada Teresa del Valle González Fernández, Patricia Cortez y Walter Mendoza (por la Santa Casa de Ejercicios Espirituales), y más tarde el profesor Walter Delrío, la doctora Silvia Correale y monseñor Guillermo Karcher.

Gerardo Di Fazio
Di Fazio en la celda Numero 7 de la Casa de Ejercicios espirituales, ldonde falleció María Antonia. Al fondo, un retrato de ella pintado por José Salas, cuya copia se utilizará en del Vaticano para la canonización.

Pero, ¿quién fue la primera santa argentina de la historia?

Se presume que nació en 1730 (no hay datos fidedignos), en la ciudad de Santiago del Estero. Al menos es lo que en sus cartas mencionaba con asiduidad. Proveniente de una alta clase social, recibió una educación de nivel, hasta que a los quince años hizo votos privados, es decir que se consagró al Señor pero no ingresa a un convento: viviendo en su casa, como si fuera religiosa, comenzó a ayudar en el convento de la Compañía de Jesús de su provincia. En aquel entonces, a quienes adoptaban dicho estilo de vida se las llamaba “beatas” (actualmente se las conoce como laicas consagradas). Durante dos décadas, María Antonia -diminutivo de Madre Antonia, en quechua- permaneció al servicio de los jesuitas, asistiéndolos especialmente en las tareas auxiliares de los ejercicios espirituales.

Cuando se produjo la expulsión de esa orden en 1767, le pidió al mercedario fray Diego Toro que asumiera las tareas propias de la predicación y la confesión, mientras que ella se ocuparía, con sus compañeras, del alojamiento y las provisiones para continuar con los ejercicios espirituales. Con autorización del obispo de Tucumán, monseñor Juan Manuel Moscoso y Peralta, predicó y realizó su labor  evangelizadora por toda la diócesis, recorriendo su provincia, Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja.

En 1777 llegó a Córdoba, para finalmente arribar a Buenos Aires en septiembre de 1779 y fundar la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en Avenida Independencia 1190, hoy en funcionamiento tal cual ella la diseñó. Falleció el 7 de marzo de 1799. A la fecha sus restos descansan en un altar dentro de la Basílica Nuestra Señora de la Piedad de la ciudad de Buenos Aires.

Los Perusini: Juan Francisco, Ignacio, Claudio (el protagonista del milagro) y María Laura.

¿Cómo fue evolucionando su postulación?

Tal creció su fama de santa, que su causa de canonización fue la primera que introdujo la República Argentina en Roma, junto con la de fray Luis Bolaños. Sucedió en 1905, cuando era papa San Pío X, quien el 8 de agosto de 1917 promulgó formalmente el decreto de introducción de la causa de canonización. Con el padre Camilo Beccarí (jesuita, ocupó ese cargo hasta 1929) como primer postulador, lo siguieron otros once compartiendo su misma posición. Entre ellos monseñor Pettimer Cíppico (de 1930 a 1947), Carlos Michellini (de 1947 a 1964) y Silvia Correale (desde el 12 de diciembre de 1998 hasta la fecha).

Distintos descendientes de la futura santa argentina, junto a Francisco.

¿Cuándo se destrabó la beatificación?

Durante este casi siglo y cuarto de trabajo en la causa ocurrió todo lo que el más fantasioso de los fantasiosos podría imaginarse, circunstancias que resultarían largas de enumerar en estas líneas. Por supuesto, la Providencia del Señor se manifestó para hallar el milagro que determinará su beatificación. Porque mientras quienes integramos el Tribunal de historia (la doctora Alicia Fraschina, la profesora Graciela Ríos, el profesor Walter Delrio y la postuladora Silvia Correale -nombrada por el entonces cardenal Jorge Bergoglio-) buscábamos escritos y cartas de María Antonia en los archivos de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, algo sucedió.

Gerardo Di Fazio, junto a la doctora Adriana Mendía, en la Basílica de la Piedad. Ella fue la médica legista destinada por el cardenal Bergoglio al Tribunal del milagro para la beatificación y el reconocimiento canónico de sus restos.

Lo cierto es que revisando el armario número 11, observamos que había un sobre caído detrás de un estante. Lo tomo y llevo a la mesa de trabajo. Al abrirlo, todos nos sorprendimos: había dos posibles causas de curaciones milagrosas a través de oraciones ofrecidas a Dios por intercesión de María Antonia. La primera, de un médico que se había curado de un mal en su pie, y la segunda, de la madre Rosa Vanina, una religiosa de la Congregación de las Hijas del Divino Salvador, quien se recuperó de una colecistitis aguda con shock séptico en 1904, luego de que las monjas le rezaran por intercesión de Antula.

Pronto Silvia Correale exclamó: “Acá están los milagros”. Entonces nos contactamos con la médica del Cuerpo Forense de la Nación, la doctora Adriana Mendía, y con ella viajamos a Roma para presentar el caso. El milagro de Rosa Vanina había sido aceptado, y aquel fortuito encuentro logró que María Antonia ascendiera a los altares de los beatos en 2016.

La exhumacion de los restos de María Antonia. Desde la izquierda: la madre general Hilda Rosa Ledesma, el doctor Néstor Botas, la doctora Adriana Mendía, monseñor Luis Mollaghan, el promotor de Justicia Fray Luis Glinka y el notario fray Mateo Kruspky.

¿Qué la convertirá en santa?

Ahora la beata María Antonia será declarada santa para toda la Iglesia, a partir de la recuperación de Claudio Perusini, el profesor de filosofía santafesino que sufrió un ACV y, después de los rezos de un sacerdote amigo y de su familia a la figura de Mama Antula, se recuperó hasta lograr llevar, luego de un largo proceso de recuperación, una vida normal.

Y así se cerrará el extraño círculo que Dios pensó para nuestra Nación: la primera causa de canonización presentada en Roma por nuestro país, 118 años después Mama Antula será reconocida como la primera santa argentina.

Mama Antula
Mama Antula, la primera santa argentina.

Fotos: Archivo Grupo Atlántida
Búsqueda de archivo: Mónica Banyik

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