Hace casi un mes y medio que contrajo enlace por Civil en Suiza con Eugenio Levis, ante sólo dos amigos. Planeaba celebrar en la Argentina el 23 de abril, pero lo pospuso. Íntima, habla de la convivencia “un poco áspera” junto a su marido y sus padres desde la cuarentena que comparten en la casa de la Trilliza de Oro.
Perdió la cuenta de los días que lleva en cuarentena. “La más larga del mundo”, bromea Laura Laprida (30), que a principios de marzo regresó de Europa, donde se casó en secreto con el diseñador industrial Eugenio Levis (34), su novio desde hace cuatro años. “Planeamos el viaje durante más de un año, y dos meses antes de partir tomamos la decisión de casarnos ahí. Somos personas muy tranquilas. No nos gusta mucho ser centro de atención y el casamiento era un paso que queríamos dar, así que elegimos una manera que coincidiera con nuestras personalidades”, revela la hija de María Eugenia Fernández Rousse –sí, una de las Trillizas de Oro– y Horacio Laprida, quien celebró su unión civil con Levis el 5 de marzo en la comuna suiza de Visp, ante la única presencia de dos amigos como testigos.
“Cuando volvimos al país fuimos a cumplir el aislamiento junto a mi marido en la casa de mis padres en Pilar. A los quince días, cuando anunciaron la cuarentena nacional obligatoria, mamá y papá cerraron su departamento de Capital y se vinieron con nosotros”, cuenta la actriz de Separadas.
–¿Cómo fue volver a convivir con tus padres?
–Cuando arrancamos la cuarentena con Eugenio estuvimos solos. Nunca nos imaginamos que esto iba a extenderse tanto. Obviamente, una vez que llegaron mis viejos la convivencia se puso un poco áspera, pero nada del otro mundo. De todas maneras, estamos felices.
–¿Se generaron roces? ¿En serio?
–Bueno, sabemos que estamos en una situación especial... Capaz que se le cocina a papá y se le levantan los platos, y cuando él dice cómo se tienen que hacer las comidas le respondemos que lo haga él. ¡El tema es que él lo hace! No hay choques, sino enseñanzas.
–¿Cómo se organizan con las tareas?
–Al principio, cuando éramos sólo mi marido y yo, no hacíamos tanto bardo: sólo usábamos la cocina y nuestro cuarto. Entonces yo cocinaba y él limpiaba, o al revés. Cuando llegaron mis padres... ¡mamá es más inquieta e intensa...! Le pasa la escoba hasta a la galería, prende la aspiradora, sigue con el trapo de piso. Ahí yo me mantengo al margen: cocino, limpio la cocina, hago el cuarto y ordeno mi ropa... ¡y que no me pidan más! Jaja.
–¿Te pesa el encierro?
–Por suerte no estoy encerrada. Tengo jardín, puedo andar al aire libre, jugar con los perros (Lobo y Negro)... Soy bastante afortunada y consciente de serlo.
–¿En qué usás tu tiempo?
–Los primeros veinticinco días estuvimos sin wifi, por lo que no podíamos ver Netflix ni nada en Internet, así que me entretuve haciendo ejercicio, tocando el piano, cocinando y escribiendo mucho en la compu.
–¿Qué es lo que más extrañás de la vida previa al aislamiento?
–A mis sobrinos, a mis amigas... Pensá que yo me casé en Suiza de sorpresa. Los únicos que sabían eran nuestros padres y hermanos. Volví e inmediatamente me encerré. No vi a nadie. Cumplí 30 años sola, tuve que suspender la celebración...
–Tenías planeada para el 23 de abril tu boda en la Argentina...
–Exacto, en la quinta de eventos Shambala Pilar, y debimos cancelar todo. Por supuesto, fue la decisión más responsable. Por suerte, con mis wedding planners Malbrán-Pedernera solucionamos todo rapidísimo. Las amo. Tampoco tuve problema con los proveedores. Por el momento lo movimos para octubre. Cuando toda esta locura pase vamos a festejar nuestro casamiento con los seres queridos y los amigos más cercanos.
–¿Al día de hoy, qué enseñanzas te deja esta pandemia, Luli?
–Siento que es momento de pensar en el otro, de repensar los valores y las cosas que habíamos perdido en medio del tumulto y el caos en el que vivíamos. Es tiempo de reflexionar, mirar y hacerse cargo de lo que está pasando en el planeta.
Fotos: Cortesía de L.L.