Hace diez años, Jorge Bergoglio se convertía en el Papa Francisco y su nombre pasaba a ser parte de la historia. Más allá de ese momento único en el que el cardenal Jean-Louis Touran mencionó su nombre frente a una plaza de San Pedro llena de gente, fueron los días que lleva al frente de la Iglesia Católica los que lo van a dejar en la memoria de todos: con sus gestos, palabras y reformas, Francisco está revolucionando el Vaticano.
El objetivo de una Iglesia más cercana a la gente
“Quiero una iglesia pobre al servicio de los pobres”, fue una de las primeras ideas que Francisco transmitió como Papa. Sabía que tenía que cambiar el perfil que el Vaticano había tomado durante los años de Benedicto XVI.
Una de las formas que consiguió Francisco para lograr este objetivo fueron los viajes que realizó en estos diez años. Visitó 59 países: con este número, casi triplicó los que hizo su antecesor y llegó a la mitad de los que hizo Juan Pablo II en 25 años como Papa.
El primer destino muy significativo: llegó a Lampedusa, una isla en el Mar Mediterráneo que se convirtió en un símbolo de la crisis migratoria europea. “'Inmigrantes muertos en el mar, por esas barcas que, en lugar de haber sido una vía de esperanza, han sido una vía de muerte'. Así decía el titular del periódico. Desde que, hace algunas semanas, supe esta noticia, desgraciadamente tantas veces repetida, mi pensamiento ha vuelto sobre ella continuamente, como a una espina en el corazón que causa dolor”, fueron las palabras en la misa que ofició en el lugar.
Ese mismo año, llegó a Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud y frente a una multitud también mostró el cambio de perfil. “¿Qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? Espero lío. Que acá dentro va a haber lío, va a haber, que acá en Río va a haber lío, va a haber, pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, si no salen se convierten en una ONG ¡y la Iglesia no puede ser una ONG!”, dijo Francisco.
Más allá de los viajes, hubo otro momento clave con el que demostró que él buscaba ser un Papa diferente. El 28 de marzo de 2013, Jueves Santo, visitó el centro penitenciario para menores de Casal del Marmo en Roma y le lavó los pies arrodillado a los reclusos.
Las finanzas de la Iglesia Católica en orden
El lujo del Vaticano no reflejaba la idea que quería trasladar Francisco al mundo entero y otro de sus objetivos fue ordenar las finanzas de la Iglesia. En esa línea, creó una Secretaría para la Economía, nombró un auditor general y renovó los estatutos del Instituto para las Obras de Religión (IOR). También cambió el control del manejo de fondos reservados, que hasta ese momento estaba en manos de la Secretaría de Estado. Así salió a la luz un escándalo financiero que terminó en un juicio por malversación de fondos que enfrenta, entre otros, el influyente cardenal Ángelo Becciu.
Los cambios de postura de la Iglesia en estos años sobre temas claves
Además de impulsar la cuarta reforma de la curia romana en la historia de la Iglesia Católica, Francisco tomó una posición distinta a sus antecesores respecto a temas como el divorcio y a las relaciones entre las personas del mismo sexo.
El cambio más importante que llevó a cabo estuvo relacionado a las denuncias de abusos sexuales a menores por parte de curas en todo el mundo. Esto ocurrió luego de un viaje a Chile en 2018: como Francisco había defendido al obispo local Juan Barros, acusado de encubrimiento a curas abusadores, la sociedad chilena condenó la visita del sumo pontífice.
A su regreso al Vaticano, se inició una investigación. En abril de ese mismo año, el papa dijo que cometió “graves equivocaciones de valoración” sobre el obispo Barros, estuvo con víctimas del sacerdote Fernando Karadima y relevó a todos los obispos chilenos de su cargo.
En febrero de 2019, el cardenal estadounidense Theodore McCarrick fue expulsado y se convirtió en el primer miembro con alto cargo de la Iglesia en Estados Unidos en enfrentar un juicio por abuso sexual.
Más allá de este avance, las víctimas y sus familiares de casos de abuso en todo el mundo reclaman más cambios y expulsiones de curas pederastas.
Las mujeres toman otro rol de la Iglesia Católica
Durante la década de Francisco al frente del Vaticano, las mujeres comenzaron a ocupar lugares en los que nunca habían estado anteriormente. En 2016, la italiana Barbara Jatta quedó a cargo de los Museos Vaticanos y la periodista española Paloma García Ovejero fue nombrada vicedirectora de la Sala de Prensa. Dos años después, la brasileña Cristiane Murray tomó ese lugar. Nunca antes había habido voceras mujeres en la Iglesia Católica. Entre otros nombramientos, en 2020 incluyó a seis mujeres en el organismo que supervisa las actividades económicas del Vaticano. “Designé a estas seis mujeres por su profesionalismo pero también porque pienso que las mujeres en general son mejores administradoras que los hombres”, dijo Francisco en su libro Soñemos juntos.
Finalmente, y como broche de oro en la inclusión de mujeres, en 2021 Francisco eligió a la religiosa francesa Nathalie Becquart como subsecretaria para el Sínodo de los Obispos. De esta manera, ella se convirtió en la primera mujer en tener voto dentro de esa institución.