El Wandagate es un ejemplo claro de cómo las redes sociales pueden amplificar las conductas narcisistas y convertir conflictos personales en espectáculos mediáticos. Lo explica Mel Gregorini, psicoterapeuta cognitivo-comportamental en diálogo con GENTE.
"Para estos perfiles, la atención es la clave de su existencia pública, pero el precio a pagar es la salud emocional de sus seres queridos", analiza el experto, quien en esta nota señala que “sin la atención, su falsa estructura se desmorona”.
La personalidad narcisista, su relación con la exposición mediática y cómo afecta la dinámica de pareja
Según Gregorini, los perfiles narcisistas se caracterizan por un excesivo egocentrismo y una exageración constante de sus logros y talentos. "Una persona narcisista se sitúa continuamente en fantasías de éxito, poder, belleza, inteligencia o amor ideal, todo esto alimentado por su necesidad de reconocimiento", explica.
El terapeuta señala que "el narcisismo afecta profundamente la dinámica de pareja, ya que el individuo no puede ser empático ni concebir al otro como un igual. Siempre se perciben a sí mismos por encima del otro, lo que dificulta la construcción de una relación saludable".
En el caso del Wandagate, la relación entre los protagonistas (Wanda Nara, 38; Mauro Icardi, 31; y La China Suárez; 32) está marcada por esta falta de empatía y una constante necesidad de demostrar su superioridad a través de sus publicaciones en redes sociales. Y remarca que buscan la validación a partir de la exposición de todo: “Mostrando todo y a veces sin sentido”.
Redes sociales: la lupa del narcisismo
Las redes sociales son el escenario perfecto para amplificar las conductas narcisistas. "Hoy en día, la validación ya no se da solo a través de los medios tradicionales como la televisión, sino también en plataformas como Instagram, donde la exposición es constante y muchas veces sin sentido", comenta Gregorini.
"En el Wandagate, vemos cómo los protagonistas muchas veces le 'hacen caso' a sus seguidores, casi como si recibieran órdenes de ellos. Esto perpetúa la dinámica narcisista y hace que el conflicto se vuelva interminable", analiza el especialista.
En ese caso, es llamativo cómo las secuencias de publicaciones de Icardi, por ejemplo, siguieron el juego de lo “esperado” al punto de provocar a la otra parte de modo incesante, no sólo definiendo a su nuevo amor del mismo modo en que lo hacía con su ex y madre de sus hijas (“mi luna llena”), sino hasta reproduciendo casi las mismas postales que solía publicar con ella.
"Los protagonistas muchas veces siguen el juego de los comentarios y sugerencias, perpetuando el conflicto”, detalla el terapeuta. Y explica: “Si uno los observa, ve continuamente que están enfocados en sí mismos y jugando una vida adolescente de un promedio de edad de 15 o 16 años, como mucho. Sin contar que el juego que están haciendo les dificulta a los chicos ver una imagen normal de cada uno de sus padres”.
El impacto en los hijos: las verdaderas víctimas de la exposición “provocadora”
Uno de los aspectos más preocupantes de esta situación es el impacto que tienen las conductas nocivas en la disputa pública en redes en los hijos de los protagonistas.
Gregorini sostiene que "los chicos necesitan de ideales saludables para su desarrollo psíquico, pero lo que reciben es una imagen distorsionada de sus padres, quienes priorizan los conflictos mediáticos antes que su rol de progenitores".
El psicólogo advierte que los hijos de padres narcisistas corren el riesgo de ver a sus figuras parentales como "maquetas", en lugar de referentes reales. "Este tipo de exposición genera confusión y puede afectar su autoestima y construcción de identidad", indica.
Qué hacer para minimizar el daño en los menores: la necesidad de poner límites
Para reducir el impacto negativo en los hijos, Gregorini recomienda la "no exposición" como la estrategia más eficaz. "Es fundamental proteger la privacidad de los chicos y evitar que se conviertan en rehenes emocionales de la conflictiva mediática de sus padres", sugiere.
El psicólogo explica que la validación pública es un combustible temporal para el narcisista. "Cuando el público deja de prestar atención, la falsa estructura narcisista comienza a derrumbarse. Sin una validación genuina basada en logros personales, el narcisista se siente vacío", afirma.
El papel de los medios y las redes en la perpetuación del conflicto
Las redes sociales funcionan como una "nafta sobre el fuego" para las conductas narcisistas. "El formato de las redes permite una retroalimentación constante, pero a la larga agota tanto a los protagonistas como a su audiencia", sostiene Gregorini.
"Para estos perfiles, la atención es la clave de su existencia pública, pero el precio a pagar es la salud emocional de sus seres queridos", expone el experto.
“Una de las maneras de mantenerse con vida para un narcisista, obviamente es el aplauso del otro, pero siempre está esta cuestión de que le brinden atención y admiración. Cuando uno deja de mirarlos y prestarle atención, el ideal de esa persona empieza a declinar, porque justamente se habla de una falsa estructura y no de una estructura con logros personales que tengan validación”, concluye Gregorini.