Diego Maradona (1960-2020) sostenía que no quería mezclar fútbol con política. Pero él mismo fue un hombre político, que nunca quiso ocultar sus convicciones e ideas al respecto. Siempre tuvo algún vínculo con el poder del Estado y sus máximos representantes, ya sea para abrazarlos y darles la mano en rotundo gesto de apoyo, o para enfrentarlos y desafiarlos ante la vista de todos.
Así, todos los presidentes argentinos contemporáneos al fenómeno del Diez tuvieron su foto con él.
Ni siquiera un mandatario de otra época, como Hipólito Yrigoyen, pudo evitar el efecto Maradona: su busto cayó durante los incidentes en el interior de la Casa Rosada del jueves pasado, durante su velatorio público.
En 1979, Maradona volvió victorioso del Mundial Juvenil de Japón y el presidente de facto, Jorge Rafael Videla, recibió al equipo en la Casa Rosada y tuvo su foto, que incluía al Diez con la Copa en mano.
Pero la primera imagen para la historia de Maradona con un Presidente de la Nación fue en 1986, al regreso del Campeonato Mundial de México.
Raúl Alfonsín recibió a los héroes de la Selección argentina de fútbol y al gran héroe, el mejor jugador del mundo, que culminó la función estelar de su vida con un momento épico en el balcón de la Casa Rosada, exhibiendo la reluciente Copa del Mundo.
Con el segundo presidente de la era democrática, Carlos Saúl Menem, Diego Maradona mantuvo una relación mucho más cercana, con varias imágenes y experiencias compartidas.
Diego apoyó en varias ocasiones la gestión de Menem, con quien tuvo idas y vueltas, pero sobre todo muchas anécdotas compartidas.
El radical Fernando de la Rúa, como presidente que llegó a través de la coalición política denominada "la Alianza" también recibió el guiño del futbolista, aunque su apoyo no pasó más que de un puntapié inicial para su malograda presidencia.
“Si el país no llega al arco contrario, tenemos que hacer cambios, aunque sea al Presidente”, expresó Maradona durante la crisis de 2001.
Una ocurrente frase con el reconocido humor político del futbolista recibió otro ex presidente, Eduardo Duhalde.
“Si lo veo a Duhalde en el desierto, le tiro una anchoa”, dijo sobre el mandatario interino durante el caótico 2001.
Diego Armando Maradona encontró su mejor socio en la cancha política con el advenimiento de Néstor Kirchner.
El presidente que llegó desde Santa Cruz lo recibió con los brazos abiertos en la Residencia de Olivos cuando Diego volvió de otro Mundial (Sudáfrica 2010), esta vez como director técnico de la Selección albiceleste, que fue eliminada en cuartos de final en ese torneo.
Fue el principio de una gran amistad y alineación política, que siguió y se consolidó con la llegada a la Rosada de Cristina Fernández de Kirchner, a quien acompañó personalmente cuando falleció su marido.
Con Mauricio Macri, en cambio, sólo lo unió el amor por Boca Juniors. El resto, puro espanto.
La tensa relación entre Maradona y Macri empezó en los 90', cuando el futuro presidente iniciaba su carrera como líder político desde el escritorio del club de La Boca y el futbolista Nº1 del mundo volvía a ponerse la camiseta azul y oro para empezar a despedirse de su carrera como jugador.
Entre 1995 y 1997 convivieron en el club, y en 2005 se reencontraron sólo para una foto simbólica, y otra vez en nombre de Boca, cuando el club cumplió su “Xentenario”.
“Pensé que venía Berlusconi y me encontré con el cartonero Báez”, fue su frase célebre contra Macri, luego convertido en Presidente de la Nación con desaprobación pública del Diez.
Alberto Fernández recogió el romance de Maradona con la familia Kirchner, y Diego se identificó con la gestión e ideología del actual presidente, del mismo modo que aprovechó su influencia para apoyar a otros líderes del mundo con pensamientos afines al suyo, como Hugo Chávez y Nicolás Maduro de Venezuela, Evo Morales de Bolivia y los hermanos Castro de Cuba.
A pocas semanas de asumir Alberto Fernández, a fines de diciembre pasado, Maradona lo visitó en la Rosada en un encuentro a pura complicidad que incluyó la imagen de Diego, saludando otra vez desde el balcón de la sede del Poder Ejecutivo.
Él estuvo siempre en la mira de los presidentes argentinos y ellos siempre en la punta de la lengua de Maradona, que nunca se calló nada.
Sólo le faltó su propia foto como Presidente… Si la quería, tal vez la hubiera tenido, y sin segunda vuelta.