–Quiero comenzar con una imagen visual de tus comienzos, porque siempre contás que tu papá te inculcó la profesión, pero no brindás descripciones coloridas de cómo era tu mundo.
–Es que… (titubea Gabriel Lage, 54, en el living de su casa con Umma, su perra de siete años, a sus pies) la historia no fue buena, fue dura. Y esto nunca lo conté, pero creo que llegó el momento. Mis padres, Marta y Mario, se divorciaron cuando yo tenía dos años y me fui a vivir con mi madre, quien padeció un largo y doloroso cáncer que yo sufrí mucho. Y a mis siete años, cuando falleció, pasé a vivir con mi abuela Josefina, que era divina pero también muy permisiva. Y mi papá, con el que yo no tenía ningún tipo de relación porque no se llevaba con la familia de mi madre –decían que era un gallego jodido–, me llevó con él de una manera traumática. ¡Imaginate que recién después de un mes pude volver a ver a mi abuela! Me mudó al barrio en el que tenía su taller y su departamento –Once–, me anotó en otro colegio, me alejó de mis amigos, y me enseñó a coser, como su padre le había enseñado a él.
–Nadie hubiera previsto este comienzo.
–¡Tampoco que a mí sus clases de sastrería y moldería no me gustaran! (Ríe). Recién me interesé en el tema cuando él hizo la primera colección de mujer para James Smart. Pero sí… la vida con él no fue color de rosa. De hecho, mi padre se suicidó cuando yo tenía diecinueve años, y esa fue una situación fea.
–… De la que supiste salir adelante. Su apellido, Lage, no figura en tu documento, pero aún así decidiste que sea el nombre de tu marca.
–Así es. Y es más, ahora estoy renombrándola Lage (Nota: pronúnciese “Lash”), a secas, sin el Gabriel, porque la marca creció muchísimo en el exterior y afuera le dicen así. Bah, en España le dicen “Lage”, como les suena (Ríe).
Un sueño que se hizo realidad
“Yo empecé a comprar la revista más importante del mundo de la alta costura, la Collezioni, a mis 19 años, y hace tres, en Canadá (N. de la R: en el marco de la recorrida que realizaron como embajadores de la alta costura argentina junto a la World Fashion Organisation), conocí a su directora cuando se acercó a felicitarme por mi colección y me preguntó si le podía mandar algunas fotos. Las hice, y por cuatro meses no pasó nada… hasta que un día Eduardo Ramírez, mi socio (N. de la R.: Y expareja, estuvieron juntos veintitrés años), irrumpió en el taller con la última edición ¡y nuestras fotos estaban en tapa! Me largué a llorar”, memora quien hoy atesora varios ejemplares del magazine en el escritorio de su casa y aún hoy se sorprende al recordar que el director de la Cámara de la Moda de Milán le dijo “tus vestidos no tienen nada que envidiarle a los de los diseñadores italianos”.
–¿Te ayudó vestir a Juliana Awada?
–Sí, y se lo agradecí varias veces. Nosotros la vestimos para la visita de Barak Obama y de los Reyes de España, y a partir de ahí nos invitaron a Pasarela Costura España, empezamos a vestir estrellas internacionales y comenzamos a exhibir nuestras piezas en un showroom de Génova, atrás de Chueca.
–¿Están vendiendo sus creaciones allá?
–Todavía no. Pero venimos haciendo el papelerío para poder hacerlo. Y en el interin, ya nos reunimos con las directoras y estilistas de los mejores medios de Madrid. Este 13 de enero, tras pasar unos días en Punta del Este, viajo para presentarle a la prensa una mini colección de novias. La idea es abrir allá y ver si de a poco podemos llegar a Milán. Me tendría que haber animado antes. Pero estoy encaminado.
–¿Fantaseás con irte a vivir a Europa?
–No, no dejaría todo. Acá, sobre la avenida Callao, tengo un taller con gente que trabaja conmigo hace muchísimos años y que, para mí, son familia. Además, nuestras manos son argentinas y preferiría que lo sigan siendo.
–Hablando de tu taller, recientemente recibiste la visita de alguien muy importante con escoltas y policías… ¿Era Awada… o Fabiola?
–No, ninguna de las dos. ¡Pero no puedo decir quién era!
–¿Vas a guardar el secreto bajo llave como cuando Pampita te pidió que hagas su vestido de novia?
–(Ríe) Sí, yo guardo secretos cuando me lo piden. Igual soy un poco atípico, cero farandulero: no voy a programas de televisión y no criticaría a mis colegas públicamente. Lo que no implica que no pueda hacerlo entre cuatro paredes, ¡no soy una carmelita descalza!
–¿Y te pesa cuando vos sos el centro de las críticas?
–Digamos que me encanta si me critica alguien que sabe. Ahora, si lo hace alguien que no estudió, un opinólogo, no me va.
–En octubre se armó revuelo cuando anunciaste que no ibas a asistir a los Martín Fierro de la Moda.
–Sí, y ese día fue duro y triste, pero fue el resultado de una decisión de equipo. Te cuento: cuando nos enteramos que estábamos en la terna Pret-A-Couture, la gente del taller me dijo “Gabriel, no merecemos esto. Hace un montón de años que nos reventamos haciendo todo a mano –¡hasta los géneros!–, lo nuestro es alta costura y esto es una falta de respeto”. Y a mí me enojó muchísimo que hagan sentir mal a mi gente. Cuando empecé a mirar las otras ternas vi que no existía la sastrería de hombre, los zapatos ni los accesorios, y que habían diseñadores reconocidos internacionalmente que ni figuraban. ¡Me pareció atroz! Porque tendría que haber sido el premio a la moda más importante de Latinoamérica y se equivocaron.
–¿Pensás que el año que viene va a ser mejor?
–No sé, la gente se fue muy disconforme.
–¿Analizarías participar si lo cambian?
–Sí, porque creo que podría ser un hito.
Presente y futuro
Mientras prepara la colección por su 30 aniversario, que va a presentar en mayo en Buenos Aires y luego en Madrid, el hombre que considera que “Pampita y Mariana Fabbiani son las dos mujeres que más moda mueven en el país” se atreve a imaginar cómo será su vida cuando cumpla medio siglo en la profesión: “Yo anticipo que en el 2040 voy a estar trabajando, innovando y creciendo. Y quiero pensar que voy a estar peleando por la moda argentina, porque quisiera unir a los diseñadores, posicionarlos sin egoísmos, y crear una Cámara de Diseño. Incluso creo que los diseñadores que somos más conocidos tendríamos que empezar a tener una cápsula de algún diseñador desconocido en nuestros desfiles, porque la Argentina es un semillero de increíble talento”.
5 objetos que ama
Sus musas, sus diseños
Make up: María Sol Delgado (@masolmua) para Kabuki Make Up School.
Fotos: Christian Beliera y álbum personal G.L.