Eso cuenta Jorge Ferretti –67, trabajador del rubro agrario–, una de las 325 personas que se repusieron del Covid-19 en Argentina. En marzo, junto a su mujer –Elizabeth, 67– decidieron hacer un crucero a Punta Cana, en el Caribe, para celebrar sus 41 años de casados.
La historia de amor de Jorge (67) y Elizabeth Ferretti (67), un hombre del sector agrario y un ama de casa de San Andrés de Giles (provincia de Buenos Aires) llevaba más de cuatro décadas. En marzo habían cumplido 41 años de casados y decidieron celebrarlo con un viaje a Punta Cana. Partieron desde Buenos Aires el 29 de febrero, cuando en Argentina no había infectados y España no registraba ninguna muerte a causa del Covid-19. Después de visitar esa ciudad de República Dominicana siguieron viaje a La Romana para hacer un crucero por cinco islas. Al regresar al país, el viernes 13 de marzo, la situación ya era otra. “Nos pedían a todos los que habíamos viajado al exterior que estuviéramos aislados. Cuando llegamos a casa, esa misma noche, a Elizabeth le subió la fiebre a 40 grados. Por la mañana, una ambulancia la trasladó al Hospital Municipal de San Andrés de Giles, donde le hicieron los primeros estudios y los mandaron a analizar al Malbrán. Estuvo cuatro días con fiebre alta. A los pocos días yo también empecé a levantar temperatura. Finalmente, los reactivos nos dieron positivo por coronavirus a ambos”, relata Jorge. Los ubicaron en salas separadas y les asignaron una dotación de seis enfermeras. “Nos dieron antibióticos y antivirales durante los primeros cinco días. Por suerte, la parte pulmonar a mí me respondió bien. En cambio a Elizabeth no le podían bajar la fiebre. Cuando empezó a empeorar la intubaron, le pusieron suero, la derivaron a terapia intensiva y sus pulmones empezaron a fallar”, cuenta desde el aislamiento en su casa, ya recuperado del virus pero “triste por haber sobrevivido solamente yo”.
EL PEOR FINAL. Su mujer murió el sábado 21 de marzo a las 6.30 AM por una falla multiorgánica. Tenía antecedentes de enfermedades respiratorias: había padecido una neumonía severa cuando era joven y otra más leve hace cuatro años. “No me pude despedir de ella, ni abrazar a mis hijos. Me enteré de la noticia por el llamado telefónico de uno de ellos. En ese momento yo me sentía mejor y quería salir corriendo para poder estar con ellos... pero no pude”, señala Jorge, quien recuerda que estuvo “cuatro días sin ganas de nada (...) Mi mujer sufrió mucho esa semana de internación. Quizás yo pude resistir más porque durante toda mi vida me crié en el campo y me gustaba andar en bicicleta: todas las semanas me hacía 30 kilómetros, de San Andrés a Luján”, dice resignado, buscando una explicación. Acerca de cómo cree haberse contagiado, señala: “En el crucero, ambos tuvimos mucho contacto con italianos y españoles”.
VOLVER A CASA. “Después de varios días sin tener fiebre y que el último hisopado me diera negativo, el 30 de marzo me dieron el alta del hospital. Cuando me estaba yendo se acercaron muchas enfermeras y médicos a saludarme. Me dijeron que tenía que irme a casa con barbijo y guantes, y que mis hijos no me podían venir a buscar, porque debía permanecer aislado por lo menos veinte días más. Entonces, como no me podían abrazar, me preguntaron si me podían aplaudir. Fue muy emocionante. Por favor, si podés, poné esto en mayúscula o en negrita.. No tengo palabras para agradecerles a las enfermeras y al grupo de médicos del hospital de San Andrés de Giles. Nos atendieron muy bien, de primera. Se preocuparon muchísimo por nosotros y por mis hijos. Hicieron todo lo mejor para que saliéramos adelante”. Así fue que Jorge salió caminando, secundado por el personal de salud, que continuaba dándole consejos: “No andes por la calle”; “Quedate en tu casa”; “Comé bien y aireá los ambientes”. Finalmente, nos dice: “Lo más triste fue haber salido solo, sin mi esposa. Aún no me recupero de ese dolor”. Aunque está inmunizado debe permanecer en aislamiento. Sus hijos le dejan la bolsa con comida en la puerta y él sólo sale –con barbijo y guantes– a tirar la basura. No piensa dar más notas y evadirá tanta contaminación informativa: “No quiero hablar más. Sé que me ven como un sobreviviente, pero me duele mucho haber salido de ésta solo”.