Ludmila elige vivir en el monte. Nació en el departamento de Guasayán, Santiago del Estero y, a diferencia de muchos jóvenes que se van a vivir a la ciudad, se quedó en su tierra y lucha para que no destruyan sus bosques, su hogar. Forma parte de Tako (en quichua “árbol”), un grupo de pequeños productores y algunos estudiantes de la Universidad Campesina, que sueñan con capacitarse para defender las tierras, el agua y el monte.
Hace cuatro años varios de estos jóvenes, participaron junto a Greenpeace, de la plantación de 8.500 algarrobos, en zonas con bosque nativo dañado. “Los algarrobitos se encuentran en medio del sotobosque; cada cinco pasos, podemos localizar algunos, en hileras, en medio de quebrachos, sombras de toro y algarrobos maduros. Esta zona, es un reducto de bosque en regeneración, rodeada de un paisaje geométrico de soja y maizales, y más allá un campo con coto de caza”, dice Noemí Cruz, coordinadora de la campaña de Bosques de la Greenpeace. Sus palabras describen cómo está hoy el lugar.
La provincia de Santiago del Estero es desde hace varios años la que más bosques destruye del país. En 2020, fueron más de 32 mil hectáreas. Este año, en sólo 3 meses, los desmontes llegan a más de 9.000 hectáreas. No se detienen. Aumentan.
Los pueblos originarios y comunidades campesinas sufren el avance de las topadoras y los desalojos en forma directa, en forma contínua. A la marginación histórica se suman la pandemia y las restricciones; la imposibilidad de hacer frente a las máquinas, la inacción de los juzgados, la represión policial, la falta de agua, la prohibición de salir a cazar y recolectar para algunas comunidades.
La lucha de Ludmila es por todo eso, contra los desmontes y los atropellos y por su propia permanencia. “Es mi tierra nativa, me gusta mucho y quiero seguir aquí”, dice segura, sin vueltas. Su sueño es seguir viviendo en el monto produciendo con lo que la tierra les brinda, como sus antepasados.
Muy cerca, en Guampacha, Nelli Veliz dialoga con Greenpeace sobre la lucha campesina surgida hace más de treinta años con el surgimiento del Movimiento Campesino de Santiago del Estero; cuenta su experiencia en defender su tierra y su determinación para continuar al lado del campesinado. Y comparte su producción de quesos, panes, mieles y dulces agroecológicos, realizados allí, para consumo y venta.
Dice Noemí: “Un día también seremos antepasados de los que vendrán. Pienso: que dirán ellos de nosotros?, ¿Hablarán del mundo que estamos arruinando, o nuestros esfuerzos serán fructíferos y un día dirán que salvamos los últimos bosques, y que logramos frenar nuestra propia extinción?".
Los algarrobos ahora jóvenes, un día serán: alimento, madera, nidos, cantos y belleza de este lugar, mientras la tierra siga en manos campesinas, hay certeza de bosques en pie.