Era trabajadora sexual. Fue criminalizada por ser trans, estuvo presa injustamente y luego fue absuelta. Tiene 23 años y se convirtió en la primera persona trans que trabaja en la Cámara Baja del Congreso de la Nación.
Luz Aimé (23) se convirtió en la primera persona transgénero que trabaja en la Cámara de Diputados, gracias a la decisión histórica del Gobierno de decretar el cupo laboral travesti/trans en la administración pública.
Luz estuvo presa durante dos años, acusada de intento de asesinato triplemente agravado contra una persona de la comunidad LGBTI+, criminalizada injustamente por un hecho que no cometió. Afortunadamente, este año fue absuelta y se sumó al Departamento de Géneros y Diversidad Sexual de la Dirección General de Recursos Humanos.
"La Fiscalía se conformó con acusar a una compañera trans sólo por el hecho de haber estado fortuitamente en la escena del crimen", reclamaban sus amigas. Es que ella, como trabajadora sexual, fue a hacer un servicio sexual a un lugar donde desconocía que había una persona golpeada. Su presencia bastó para que se la responsabilizara de un delito que no cometió, "reforzando el estigma social y la violencia que ejerce sistemáticamente la justicia patriarcal homodiante y transodiante". Luz estuvo nueve meses detenida en el penal de Ezeiza y luego esperó el juicio con prisión domiciliaria en el hotel Gondolín.
La intensa campaña para pedir su absolución estuvo motorizada por sus compañeras del Bachillerato Popular Travesti/Trans Mocha Celis, quienes pidieron firmar una petición de cara al juicio, que arrancó el 20 de febrero de este año. Sus amigas publicaron en la petición, apoyada por diversos activistas y colectivos como Actrices Argentinas: "Si Luz es declarada culpable, nadie obtendrá justicia. Por eso es que pedimos Absolución para Luz". Esperó el juicio con prisión domiciliaria en el hotel Gondolín, un hogar que aloja a decenas de personas trans y travestis. A mediados de año fue absuelta de todos los cargos por falta de pruebas.
Luz perdió un porcentaje de la vista a los 13 años, edad en la que se inició en la prostitución, cuando un cliente no quiso pagarle su servicio y como respuesta a su reclamo la golpeó hasta dejarla casi ciega. El empleo de Aimé en la Cámara Baja del Congreso Nacional es considerada "una forma de hacer justicia transfeminista" y reparación histórica a tanta injusticia sufrida por un colectivo tan vulnerable que tiene como expectativa de vida los 35 años.