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La boda de Andrea Frigerio

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"Soy la mujer más feliz del mundo: volví a casarme con mi marido, y con nuestros hijos presentes. Este segundo casamiento con Lucas reafirma nuestro amor. Lo recomiendo, es una forma de renovarse. Creo que nos va a gustar casarnos varias veces más porque es una buena excusa para encontrarse con amigos y festejar. Seguimos teniendo los anillos que usamos la primera vez en México”.

La del jueves fue una fiesta informal –la ceremonia civil y la bendición de anillos fue el martes 14 en San Isidro–, sin mesas armadas, en una carpa que se montó en el house del Tortugas, el primer country club de la Argentina. Palabras de la novia: “Soñamos una noche entre íntimos y parientes, y con los amigos de nuestros hijos. Algo muy familiar, no pour la gallerie”, explicó. Y hubo más confesiones de Andrea: “Nunca pensé que iba a emocionarme tanto al entrar… Me temblaban las piernas, repasé mentalmente los 14 años con Lucas y fue muy fuerte. En el 2004 tuvimos una crisis casi terminal y la remontamos, volvimos a elegirnos. Con el casamiento estamos renovando contrato, y me animo a decir que por mucho más de catorce años. Si puedo darle un hijo varón a Lucas sería una gloria, pero la verdad es que ya tengo 44 años y me aterra un poco. No sé, el tiempo dirá… Quizá encarguemos en Nueva York, durante nuestra luna de miel, porque la noche de bodas la vamos a pasar en familia”.

El novio. Lucas Bocchino (40) le propuso casamiento a Andrea el año pasado durante una producción de tapa de GENTE. Ella aceptó emocionada pero dijo que no iba a poder ocuparse de la logística y la organización. “Todo va a correr por cuenta mía, mi amor”, dijo entonces él. Andrea trabajó hasta el fin de semana anterior al casamiento cuando terminó Taxi, en Mar del Plata. Y Bocchino se ocupó del planning junto con Bárbara Diez, expertisse en eventos, y su equipo. “Casarnos es una forma de seguir apostando a nuestro amor, es volver a elegirnos. Era una asignatura pendiente”, acotó el novio, todo de negro, mientras abrazaba a cada uno de los invitados.

El jueves del diluvio. El 16 de marzo llovió en Buenos Aires hasta las ocho de la noche, una hora antes de la entrada de los novios. “El agua es buen augurio”, dijo Marta, la madre de Andrea, mientras esperaba a los flamantes marido y mujer. Los protagonistas hicieron su entrada triunfal al ritmo de Delta Jazz Band. Hubo aplausos y alguna lágrima entre las 250 personas que circulaban por los livings, decorados con sillones, puffs, mesas bajas y banquetas, todo en negro, blanco y colorado, con cientos de velas y ramos de rosas rojas y azucenas. La pista de baile, en el corazón de la carpa, estaba coronada por bolas espejadas de boliche.
Nequi Galotti (sin su marido, Bartolomé Mitre) fue de las primeras en llegar junto con Teresa Garbesi y Mora Furtado, colegas de la novia desde la época de las pasarelas de alta costura. También se vio a Paula Cahen d’Anvers (su vestido, de gasa, fue el más elegante y comentado) y Federico Alvarez Castillo, Carlos Calvo y Carina Galluci (que esa misma tarde había tenido un falso trabajo de parto), Mateyko, Miguel Angel Cherutti y Fabiola, Catherine Fulop y Osvaldo Sabatini, Cholo Simeone y su mujer Carolina, Florencia de la V y Pablo Goycochea, Fabián Gianola y Verónica, Valeria Mazza y Alejandro Gravier, Andrea Burstein y Federico Ribero, Julieta Kemble y Justo Saavedra, Iván de Pineda, Martín Barrantes, Ricardo Piñeiro, Sofía Neiman, el Public Relations Gaby Alvarez, Esmeralda Mitre, Cecilia Milone, Juan Santa Cruz, Bárbara Durand y Gian Dolce, Lulu Cahen d’Anvers y Horacio Mazza…

El menu, el show, el baile. La comida, exquisita, estuvo a cargo de Eat (Tommy Perlberger y Josefina Bridge) con una amplia variedad de finger food y sushi, seguido de un único plato caliente: pollo thai, con mango, espárragos, berro y arroz Basmati. El postre fue servido en vasos de vidrio, de última moda gourmet: Verin Citric, con crema americana y sorbete de frambuesa y cítricos. También había una barra con helados de Freddo, café y petits fours y mesa dulce con toda clase de tentaciones. El vino y el champagne eran de Bodegas Chandon; la cerveza, Quilmes y las bebidas sin alcohol, de Pepsi y Eco de los Andes. Los tragos más pedidos: apple martini y mojito. Los habanos, infaltables, entre los gentlemen. El grupo La Chicana dio un show de tango, con la voz de Dolores Solá, la hermana del gobernador bonaerense, y compañera modelo de la novia en los años ’80. “Dolores fue tapa de Para Ti, no desfilaba porque en nuestros tiempos había que superar el metro ochenta para que te aceptaran los diseñadores”, comentó al pasar una ex mannequin.

A la medianoche se cumplió con el rito de la torta (de cinco pisos, chiffon y mousse de chocolate) con cintitas para solteras, y entre los dijes había un anillo de la joyería Jean Pierre, que lo sacó la hermana menor de la novia, María Luisa. La pista la inauguró el invitado más célebre, Diego Maradona, que bailó con la novia y después con todas las damas y damitas (muchas del colegio Northlands, compañeras de Fini) que lo cortejaron. El Diez entró a Tortugas, escoltado por el ex futbolista Alejandro Mancuso y Alejo Clerici, ex novio de Panam, a las once y media, y su team fue el último en partir a las cinco de la mañana, cuando no quedaban ni los mismísimos novios. La música del DJ Alejandro Massey incluyó hits de los 80, ritmos tropicales, electrónicos y rock nacional. Los novios volaron por el aire y también se sacudieron en los típicos trencitos. Había dos pantallas que transmitían sin cortes la vida de la pareja: el casamiento en México el 23 de febrero del 96, Bocchino rugbier, Frigerio vedette, Tomás (el hijo de Andrea) en familia, la llegada de Fini el 4 de mayo del 97, los amigos, los veranos …

El hijo de la novia. Tomás Frigerio tiene 23 años, y según su mamá “es un señor, todo un hombre”. Le faltan tres materias para recibirse en Ciencias Políticas en la UBA. “Seré un politólogo en breve”, adelanta él, y presenta a su novia, Andy Mentasti. “Se casó la vieja, no puedo creerlo. Una emoción difícil de explicar… El día del civil le escribí una carta y entre otras cosas le expresé mi felicidad por la familia que tanto nos costó formar y que tanto amo…”. Tomás, feliz, bailó hasta que la música dejó de sonar. El fin de fiesta fue con pizza, champagne y más baile. Fini (8), la hija menor de los recién casados, dormía plácidamente en un camastro pegado a la pista, donde sus primos Gutiérrez Bocchino hacían jueguitos con una pelota y nada menos que con Diego Maradona. A las cuatro de la mañana, cuando el casamiento ya era un recuerdo, el novio cargó a su hija en brazos, y se llevó a la novia de la mano.

“<i>Está bueno casarte de grande y con tus hijos presentes</i>”, dijo Andrea. “<i>Soñábamos con esto desde hacía mucho tiempo. Queríamos compartir nuestro amor y felicidad con la familia y los amigos</i>”, confesó Lucas.

Está bueno casarte de grande y con tus hijos presentes”, dijo Andrea. “Soñábamos con esto desde hacía mucho tiempo. Queríamos compartir nuestro amor y felicidad con la familia y los amigos”, confesó Lucas.

Al rato de inaugurar el dancing, Andrea fue levantada por sus íntimos y cuñados, al ritmo de la música del DJ Alejandro Massey. A los 44 años, fue una novia divina, con un vestido adherente firmado por Benito Fernández.

Al rato de inaugurar el dancing, Andrea fue levantada por sus íntimos y cuñados, al ritmo de la música del DJ Alejandro Massey. A los 44 años, fue una novia divina, con un vestido adherente firmado por Benito Fernández.

Al mando de Florencia de la V (con atuendo de Jorge Ibáñez), Andrea y sus amigas, Nequi Galotti (vestida por Malu y Carla Ricciardi) y Cathy Fulop (con un vestido años 50, que compró en San Telmo) le pusieron swing al baile. Las diosas, imparables, animaron la fiesta en el exclusivo country Tortugas.

Al mando de Florencia de la V (con atuendo de Jorge Ibáñez), Andrea y sus amigas, Nequi Galotti (vestida por Malu y Carla Ricciardi) y Cathy Fulop (con un vestido años 50, que compró en San Telmo) le pusieron swing al baile. Las diosas, imparables, animaron la fiesta en el exclusivo country Tortugas.

Diego inauguró la pista en el corazón de la carpa y enseguida se convirtió en el alma de la fiesta. Bailó con Andrea y con cuanta dama –de las edades más variadas– se le acercó. Cuando sonó La mano de Dios, de Rodrigo, Maradona saltó de su silla y la ovación fue generalizada. Vibró la carpa, y entonces, El Diez ya había dejado su saco de alpaca y su corbata de seda (todo de Matices)…

Diego inauguró la pista en el corazón de la carpa y enseguida se convirtió en el alma de la fiesta. Bailó con Andrea y con cuanta dama –de las edades más variadas– se le acercó. Cuando sonó La mano de Dios, de Rodrigo, Maradona saltó de su silla y la ovación fue generalizada. Vibró la carpa, y entonces, El Diez ya había dejado su saco de alpaca y su corbata de seda (todo de Matices)…

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